Cero

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16 de septiembre

Hoy empiezo la secundaria. Llevo una camiseta corta, con la cual luzco mi vientre plano, y unos shorts vaqueros. Hace un poco de frío, pero lo soportaré. Me calzo las Converse burdeos y me dirijo a la cocina.

-Buenos días, mamá.

Le doy un beso.

-Hola, cielo. ¿Has dormido bien?

-Sí. ¿Qué quieres para desayunar?

-Un vaso de leche y fruta, por favor.

Mis amigas opinan que soy muy educada. Demasiado, dicen. Pero yo soy así desde siempre, y así seguiré.
Bebo el vaso de leche y pego un mordisco a la manzana.

-Bueno, querida madre, es hora de partir al instituto. Te extrañaré mucho.

Nos abrazamos fuertemente y con infinito cariño. Me cuelgo la mochila y salgo de casa. Fuera me espera mi novio, Taylor Narrow.

-Amor mío-susurro y me acerco a él.

-Mía, mía-susurra él.

Comenzamos a besarnos, como hacemos siempre que nos encontramos. La gente diría que nos estamos "dando el lote", pero no es así. Nosotros llevamos dos años y medio saliendo, y lo hacemos por amor.

Al acabar, estoy agotada. Debo reconocerlo, Taylor besa mucho mejor que la última vez que lo vi. Normal, es tres años mayor que yo y por eso tiene más experiencia.
Me coge de la mano y caminamos. Vamos callados todo el camino, estoy muy nerviosa por ser hoy el primer día.

(...)

Llegamos al instituto y suelta mi mano.

-Perdona-me dice, mirando al suelo-, pero me gustaría tener nuestra relación más en secreto.

-Lo entiendo-contesto, apenada.Me siento muy mal, como si me doliera la barriga.

Dicho esto, se va con sus compañeros de clase y escucho algunas partes de la conversación.

-¡Hey, Taylor!-saluda uno-. ¿Qué tal las vacas?

-Hice unos trabajillos en verano, tú me entiendes.

-¡Ohhh, lo que yo habría dado por eso, hermano!

-¡Malpensado, esos trabajos eran de monitor en un campamento!

Se echan a reír, abrazándose. Cuando paran, el chico le pregunta:

-Oye, ¿y quién era esa con la que estabas hablando?

Espero que diga "¿Ella? Es Wendy Boomers, el amor de mi vida. Llevamos dos años y medio de noviazgo. A veces, planeamos la boda juntos, soñando un futuro con hijos, nietos, bisnietos, tataranietos y todos los demás. Y si os digo cuanto nos queremos, un infinito se quedaría corto. Ni el universo entero sería suficiente".

¿Y qué es lo que dice?

-Mi prima segunda. Mi madre me ha obligado a traerla al instituto. Está en primero.

-La mía no me obligaría a algo así.

-Porque tú eres Ricky Arnold.

Ricky Arnold había sido compañero de mi hermana mayor, Sally. Mientras que ella se graduó el año pasado y ahora está en la universidad, él ha repetido infinidad de veces.

-Taylor, ¿qué edad tiene tu prima?

-Doce años, te acabo de decir que está en primero.

-Hombre, podría ser que hubiera repetido. A lo que iba... ¿Tú la has visto desnuda?

No creo que vaya a responder esa pregunta.

-Uf... Un día me cogió del brazo y me dijo "Quiero perder la virginidad contigo". Le advertí que eso no podía ser, que estaba mal que dejara de ser virgen a su edad, pero ella comenzó a besarme con tal pasión que empecé a marearme y, como había bebido antes unas copas, me dejé llevar.

¡No fue así! Él me pidió ver mi cuerpo desnudo y le dejé contemplarlo. No le pedí perder la virginidad, ¿quién lo haría con 12 años?

-¿Y cómo son? Ya sabes, de qué tamaño.

Estoy segura de que no va a responder eso. Él no haría semejante crueldad, ¿o sí?

-Lleva sujetador con relleno, de la talla 80. Tiene los pechos muy, muy pequeños-¡NO ES CIERTO!-.Aunque, pude apretarlos y disfruté, porque le hacía daño. Después, se escuchó la puerta y nos vestimos a toda velocidad. Menos mal que mi tía no nos pilló.

¡Será...! Se va a enterar. Nada de eso es verdad.

Voy pisando el suelo con fuerza y me sitúo a su lado. Le planto un beso y él se separa.

-¿¡Qué haces!?

-Estoy enseñándole a tu amiguito que tú y yo somos novios. Me parece fatal que vayas metiendo mierda, me parece horrible. Eres un gilipollas, ¡te odio!

Si mi madre me llega a escuchar diciendo esto, me mata. Echo a correr al edificio y busco mi clase. Siento que Taylor me persigue.

-¡Espera!-grita.

No pienso dejar de correr. Empiezo a cansarme y, como no encuentro mi clase, entro en el baño de chicas. Me cuelo delante de un montón de adolescentes, que se quejan, y cierro con el pestillo. Me siento sobre la taza del váter con mi mochila puesta y allí me quedo un buen rato.

Diario de una pequeña suicidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora