Dos

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Sé lo que estaréis pensando. 

Al fin y al cabo, yo misma me estaba martirizando por no haberme puesto una camiseta de manga larga, o una sudadera.

Mi cuerpo entró en una sensación de pánico en la que él me señalaba y se reía, al lado de la zorra de Katy, amiga de Alice, la puta que me había obligado a hacer vídeos cortándome, la culpable de que Dany se hubiera enterado de todo, razón por la cual me miraba con los ojos como platos, no sabía decir si por la impresión de verme así, la sorpresa de ello o lo repugnante que le parecía mi ser.

La mente juega malas pasadas, sí... En realidad, no había nadie riéndose, no estaban ni Katy ni Alice, solo Dany mirándome preocupado.

Veamos..., ¿qué me invento ahora? ¿"Mi tía que no existe tiene un gato y me araña porque soy demasiado genial"? No, muy falso. Daniel sabía de sobra que yo era alérgica al pelo de este felino. ¿"En clase sin querer me corté con las tijeras, que tienen mucha punta, y por eso las marcas son tan profundas"? Tampoco. Para empezar, no llevaba ni eso en el estuche.

Tierra, ¿puedes tragarme de una puñetera vez? Oh, Dios mío, ¿no escuchas mis súplicas?

-No.

¿Me ha hablado el señor todopoderoso? Comprendí que había sido Daniel, por la forma que sus labios tenían en ese momento.

-No inventes excusas, Wendy.

Sólo me quedaba una cosa: intentar seguir con lo que estábamos haciendo, esperando que él se olvidara.

Le agarré por los hombros y sus deseos sexuales hicieron que me tirara con fuerza del pelo con una mano y que la otra la posara en mi estómago. Empecé a gemir y para que mi madre no nos oyera, me cerró la boca con sus labios.

Se separó de mí y me contempló un instante.

-Sígueme-me susurró al oído y le cogí de la mano.

Subimos escaleras arriba y entramos en mi cuarto, cerrando yo misma la puerta y poniendo el cerrojo.

Nos tumbamos sobre mi cama, yo arriba y él, debajo de mí. Estaba un poco nerviosa, no tenía ni idea de qué debía hacer o decir en ese momento. Pero cuando Dani me quitó la camiseta que llevaba de un tirón me pilló tan desprevenida que me relajé al instante. Intenté seguir con lo que teníamos entre manos, pegando mi boca sobre su cuello, mas él no estaba por la labor y se apartó.

-¿Qué pasa?-le pregunté, cruzándome de brazos.

Sus ojos se abrieron al máximo y al principio no entendí que los pechos se me habían juntado y apretado más por mi gesto. Bajé las manos y seguía mirándolos, así que me los tapé con los brazos.

-Dios... Tienes unas tetas enormes, Wen.

-Exageras-dije riendo, haciendo un movimiento con la mano como para apartar su idea.

-¿Ah, no? Entonces si así-me cogió los pechos con sus manos- no puedo abarcar la totalidad de estas dos enormes bolas que veo, ¿es porque tengo las manos pequeñas?

Empezó a ejercer presión sobre mis senos y a acariciarlos por encima del sujetador suavemente, pero con firmeza. Gemí, gemí, gemí, gemí y gemí, y no paré de gemir mientras lo hacía.

-Wendy, estás haciendo que me ponga cachondo con esos ruidos que haces. Para o no te gustará verme enfadado-sonrió pícaramente agarrándome de un muslo y haciendo que nos levantáramos hasta que quedamos de pie al lado de la cama.

Jugueteó con los tirantes de mi brassier subiéndolos y bajándolos rápidamente, poniéndome de los nervios. Tenía ganas de perder la virginidad con él en ese mismo momento, sin esperar más, y por eso me desabroché directamente el sujetador por detrás.

Directamente se definiría en que mis dedos temblaban tanto que Daniel tuvo que ayudarme con los corchetes. Pero resultó que él tampoco era capaz, así que al final un buen trozo de encaje acabó desprendido y colgando, y uno de los corchetes doblado.

-Mira lo que has hecho-le dije haciendo como que estaba furiosa-. Ahora me da a mí que esto-señalé mi cuerpo, medio vestido, medio desnudo- no lo voy a compartir contigo.

-Vaya, qué lástima. Mira lo que te pierdes.

Lo que hizo a continuación-quitarse la camiseta y desabrocharse los pantalones a toda velocidad- no me pareció propio de él. Pero que me cogiera las manos y me las guiara a su miembro eréctil fue tremendamente inesperado. Y si esto fuera poco, deciros que "enorme" era una pobrísima comparación con lo que tenía ahí abajo, ya podemos morir.

Volvió a agarrar mis pechos y se metió uno en la boca mientras me desabrochaba el pantalón con los nervios a flor de piel. Observó mis braguitas con dibujos animados y me miró perplejo.

-Venga ya. ¿Sujetadores con encaje y bragas de Hello Kitty? ¿En qué pasarela se ha visto eso?

-Como si tú hubieras asistido a muchas.

-Esta es la primera y debo admitir que por ahora me va gustando.

El gemido que salió de mi boca en aquel entonces fue demasiado alto, pero digo yo que cuando te muerden el pezón y no estás acostumbrada a ello te sobresaltas. Le apreté con las dos manos y todas mis fuerzas su pene y su cara fue en aquel momento algo que habría grabado: sudor por la frente que hacía que se le quedaran pegados los mechones de pelo entre sí, los ojos cerrados, la boca abierta y seca...

-Joder. Sigue así, nena-gemió, bajando de golpe mi bragas y quitándose sus bóxers.

Si su polla era imponente, sin calzoncillos ni nada que la escondiera daba miedo. Inspiraba mucho, mucho respeto desnudo. La calentura que yo llevaba encima no me recordó lo que significaba el término "despacio", razón por la que cogí su pene, le puse mis senos en las manos para que los agarrara y le anuncié:

-Vale, estoy lista. ¿Por dónde me tengo que meter esto?

Se rió de una manera muy sexy y se agachó a por su pantalón. Metió la mano en el bolsillo y sacó el condón que yo sabía que iba a sacar y a abrir posteriormente. Lo colocó en su pene, me miró y sonrió, acercándose a mí.

"Va a follarme, voy a perder mi cualidad de virgen", pensaba una y otra vez.

El corazón me iba a mil y creía que me iba a morir cuando llegó a mi lado, y sobretodo cuando dijo:

-Tengo que confesarte algo antes de penetrarte. Es de suma importancia.

-Dispara.

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⏰ Última actualización: Oct 10, 2016 ⏰

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Diario de una pequeña suicidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora