Uno

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Seguí corriendo hasta que sentí un choque.

-Uy, perdona... No me había fijado.

Miré hacia arriba. Chica con pinta de extranjera peliverde. ¿Por qué demonios en este instituto van todos teñidos? Bueno, quizá todos no sea la palabra, sino más bien la gran mayoría.

-¿Estás bien?-tenía una voz realmente grave, más propia de hombre que de mujer.

-Sí, sí. Discúlpame, iba con prisa y no me he fijado en ti. Y eso que por tu pelo...

-¿Qué pasa con mi pelo?-me dirigió una mirada con ojos vidriosos. Tenía que decir algo bonito, de lo contrario podría ponerse a llorar.

-Pues...-empecé a pensar y encontré algo que decir-. Pues que mi prima Tanie está teñida de un tono parecido al tuyo. Me recordaste a ella, muchas gracias. Hace mucho que no la veo, tres o cuatro años han pasado desde la última vez juntas.

-Oh, lo siento mucho. Me voy a clases, soy Úrsule. Estoy en 3°D, ven a verme si quieres algún día.

-¡Adiós!

Se alejó de mí y yo de ella.

-Dios... qué pesada-suspiré.

Entonces, me di cuenta de algo.

Esa solía ser yo.

Una chica amable...

Agradable...

Simpática...

Que siempre, siempre, hacía lo correcto...

Nunca decía nada malo...

Ni hería a nadie...

Ni muchas otras cosas más...

Y ahora... ¿Quién era yo? Porque, ni yo misma estaba segura de quién era.

Pasó por mi mente una canción que nos representaba a todos. Decía: ¿Quién soy, de dónde vengo y hacia dónde voy? Me sentí nostálgica, mi padre me la cantaba por las noches.

-Hombre... Tú otra vez por aquí. Qué grata alegría.

Alice. De nuevo.

-Vaya, vaya. Recalcas poco la ironía, ¿no es así?

-No sabía que ahora fueras una sarcástica mental.

-No sabía que no tienes cerebro. Oh, espera... ¡Sí que lo sabía!

Hachazo en toda regla. In your face.

-¿Eso lo has pensado tú solita o lo has descubierto en Internet? Yo diría que la segunda. De hecho, pasas mucho tiempo últimamente en las redes sociales, ¿verdad?

-A ti qué te importa.

-Eh, imbécil, que vengo en son de paz. El otro día estaba en Instagram y de repente alguien le da mg a la foto de un tía desnuda. Era el único me gusta que tenía. ¿A que no sabes quién fue? Déjame pensar... Mmm... ¡Tú!

-¡No es cierto!

¿Cómo podía haberme pillado?

-Mira, niñata, te lo puedo decir más alto pero no más claro. Tengo capturas de ello, puedo enseñárselas a todos y...-me miró y comprobó, triunfal, mi pálida cara de asustada-. Y por si estás pensando que esto es "chantaje", no lo es. Sólo te estoy diciendo qué pasará si no haces lo que yo te diga.

Una vocecita en mi mente gritaba: "Alíate con Alice". Pero no pensaba hacerlo.

-Ni hablar.

-Muy bien, muy bien. Mírame bien, fijamente-sacó su móvil, tecleó una contraseña larguísima y entró en galería-. Voy a buscar la imagen y la pasaré a todos mis contactos, unos 987 aproximadamente.

-Corta el rollo. ¿Qué debo hacer?

-Vamos entendiéndonos. Vas a tener que ir a trabajar a un... ¿cómo decirlo? A un puticlub. El dinero que ganes me lo darás. Necesito veinte mil pavos para mi nuevo coche, así que ya los puedes ir reuniendo. De lo contrario ya sabes...

-No, no. Espera... ¿Un puticlub? Estás loca si crees que voy a ir a trabajar allí. Tú estás enferma.

-En ese caso, todos sabrán que eres una pervertida asquerosa. Y una bollera.

-No soy lesbiana.

-Esa captura dice lo contrario.

La miré con infinito odio. Tenía la imagen, ya podía arruinarme la vida en medio segundo. Estaba acabada. Por otra parte, me pedía que trabajara en un local para putas, a cambio de que no la enviara. ¡Era de locos! Pero tenía una idea.

-Oye, Alice. Me lo he pensado y acepto en conseguir el dinero, pero con una condición.

-Dispara-puso los ojos en blanco.

-En vez de trabajar en un... eso, quiero hacer algo diferente. Me haré una cuenta de youtuber anónima. En mis vídeos, saldré cortándome, mintiendo sobre que mi vida es una mierda y haciéndome la víctima. Cuando consiga más de diez mil visitas, empezaré a cobrar.

-Te doy un mes, niña rata. Si no cumples tu palabra...

Su mirada era asesina. Tragué saliva.

-Te juro que lo haré.

-Más te vale.

Se alejó, moviendo demasiado las caderas. Se le movía mucho el culo y todos los chicos se quedaban mirándola, babeando por ella.

Me dirigí al aula al que me tocaba ir. Al llegar, toqué la puerta y pasé.

-Llega tarde, Boomers.

El profesor de Historia, un tal Charles Sink, era el más friki de todos. Apasionado por la informática, tenía tres o cuatro páginas web. En una de ellas colgaba fotos dando clase, además de trabajos, deberes, resúmenes, esquemas y recursos para estudiar. Las otras eran sobre proyectos. Y os preguntaréis cómo demonios sabía mi apellido. Era mi vecino, vivía en la casa de al lado de la mía y lo peor es que me conocía bastante. Demasiado, diría yo. Sabía los secretos más oscuros de mi persona. Y tenía buena memoria, una muy buena memoria.

-Venía del baño-contesté.

-Ya veo... Te ha venido Andrés, ¿verdad? Ay, recuerdo la primera vez. Estaba en mi casa y de repente escuché un chillo. Cuando le pregunté a tu madre, me contó lo que había pasado. Imposible olvidarse, ¿cierto?

Risas y más risas. En el primer día ya tenía un retraso (o sea, que había llegado tarde) y me habían humillado como nunca. Genial.

Fui a sentarme al lado de un chico que estaba solo.

-Hola-saludé.

-Buenas-me dirigió una mirada mientras se apartaba el flequillo a un lado. Me resultaba muy familiar, aunque no comprendía por qué-, soy Daniel Fox, pero todos me llaman Dany.

Daniel Fox. Todo encajaba. La mente se me iluminó y lo recordé todo.

Diario de una pequeña suicidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora