Baile

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Contuvo el aliento al verlo sentado ahí, no se suponía que el debía estar enfrente suyo como lo estaba viendo en ese momento, lanzó una mirada interrogativa a su primo y este se encogió de hombros.

-Eileen vamos no puedes quedarte ahí parada - le habló Evie, ella parpadeó y miró a su amiga.

-Evie no quiero ir a allá -protestó, sin embargo su tío ya había ido a saludar y ahora ellos también debían de hacerlo.

-Buenas noches -saludó deteniendo su vista por unos segundos en el conde para después fijarlos en el resto de los acompañantes. se encontraban el resto de la familia Graham y el extraño mayordomo del conde.

-Buenas noches Eileen -contestó Jordan Graham, el padre de Evangeline -vamos sientense con nosotros -ofreció, pero Evie intervino.

-Iremos a pasear, Padre -avisó la chica de cabellos claros, el hombre suspiró y la miró con firmeza.

-Sólo tengan cuidado Evangeline -repuso, ella asintió y ambas se alejaron, pasaron junto a los demás invitados que descansaban cómodamente sobre los asientos mientras conversaban o jugaban a las cartas.

-Esto es extraño -comentó la castaña, Evie enfocó sus ojos almendrados sobre su amiga y se sentó en una banca, palmeó el lugar que estaba a su lado indicándole que se sentara.

-¿Por que lo dices? -Eileen se sentó junto a su amiga al momento que apretaba el collar que le había regalado Nate.

-No esperaba que él estuviera aquí -soltó, su vista estaba enfocada en el suelo y parecía tan ida en sus pensamientos, pero es que el verlo ahí dentro había provocado una mezcla de decepción junto con molestia.

-Mi padre insistió en invitarlo en cuanto supo lo de su compromiso -ella volteó rápidamente a ver a su amiga como si acabara de haberle hecho una aberración.

-¿¡Y Por qué no me lo dijiste!? -Evangeline estuvo a punto de soltar una lágrima por el repentino reclamo de su amiga hasta que ella la abrazó -lo siento Evie, disculpame -

-No halle manera de comunicartelo, lo siento -Eileen se separó y le fingió la sonrisa que mejor le salió.

-Descuida, después de todo no me molesta tanto verle -mintió pues en realidad se estaba muriendo de las ganas de salir corriendo de ahí, no quería ver al culpable de su infelicidad.

-¿Segura? ¿Entonces podemos volver adentro? -La castaña asintió dejándose guiar por sus impulsos cuando en realidad a lo único que quería entrar era para sacar a Joseph y a Taylor de ahí.

-Si, volvamos -mencionó en un hilo de voz, ambas chicas entraron y se encontraron con que habían organizado un pequeño baile.

-¿Tú sabías esto? -le susurró a Evie, ella movió la cabeza en señal negativa la miró confundida.

-De esto si no me acordaba -mencionó al momento que Taylor se acercaba hasta ellas.

-Eileen acompañame -pidió el joven de cabellos azabaches, ella miró de reojo a su amiga y notó el brillo que emanaban sus pupilas.

-Taylor, querido primo me encantaría, pero creo que sería más cordial invitar a bailar a Lady Evangeline -la nombrada se estremeció y un sonrojo adornó sus pálidas mejillas, el chico sonrió de lado y le tendió la mano.

-¿Me acompañaría, Lady Graham ?-le dedicó una sonrisa que terminó por derretirla, aceptó gustosa y miró a su amiga agradecida, ambos se alejaron siguiendo el sonido de la música y a Eileen no le importó mucho quedarse sola pues hacía ya mucho tiempo que venía descubriendo como se veían su amiga y su primo.

-Lady Eileen Evans, ¿podría acompañarme? -se giró para quedar de frente a la persona que le había hablado, un escalofríos recorrió toda su espalda y su respiración comenzó a turbarse.

-Si... -respondió a duras penas, estaba segura de que si le contestaba que no Joseph la haría dormir afuera esa noche. Lo tomó de la mano y él la condujo hasta el centro de la pista en donde se encontraban el resto de las parejas, levantó la mirada y buscó disimuladamente a su primo, éste se encontraba bailando de lo más entretenido con Evie, sonrió al verlos así pues al menos ellos lo estaban pasando bien.

-Lady Eileen -llamó Ciel, ella parpadeó y enfocó su oscura mirada en él, puso una mano en su hombro y la otra la entrelazó con la suya mientras que el conde recargaba la mano restante en la cintura de la joven.

-Linda noche -comentó para que aquel silencio sepulcral desapareciera, Ciel miró por una ventana por donde se colaba los rayos platinados provenientes de la luna.

-Ya lo creo -fue lo único que contestó, Eileen consideró que lo mejor sería quedarse callada pues apostaba todo lo que tenía a que el conde no era muy fanático de las conversaciones. Siguieron bailando en silencio y él parecía mantener la misma frialdad que siempre le había caracterizado, ella se preguntaba como sería su futuro matrimonio -si lograban realizar el acuerdo - al lado de ese chico, porque aunque no se atrevía a admitirlo en voz alta aún guardaba las esperanzas de quedarse para siempre al lado de Nate.

-¿Qué te sucede? puedo escuchar tu nerviosismo -vaya forma de seguirle el hilo a la conversación, pensó Eileen, y a decir verdad no estaba nerviosa sino incómoda, y eso no es lo mismo ¿cierto?

-Nada sólo estoy un poco cansada -miró de reojo a Joseph y enseguida se arrepintió de lo que dijo, si él veía que el conde se separaba de ella entonces le tocaría dormir con las chivas.

-¿quieres que paremos? -negó con la cabeza mientras buscaba una forma de seguir pegada a él, pues sentía la mirada de su tío clavandose en su espalda.

-No es lo que quise decir, es sólo que... ¿podrías acompañarme a tomar aire fresco? -La expresión de Ciel cambió a una de preocupación y ella sabía que le había pedido algo tan imprudente como lanzarse a un acantilado pero es que si no lo hacía su tío estaría regañandola todo el camino a casa.

-Está bien, pero no iremos muy lejos -sentenció, ella asintió agradecida y ambos salieron a buscar algún balcón. Eileen enredó su brazo con el de Ciel para que no se viera tan comprometedora su salida.

El cielo de las súplicasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora