Batallando con las pesadas ráfagas de viento que enredaban su cabello trató de bajar por el estrecho camino de piedrecillas que separaba los límites de su jardín del bosque. Entrecerró los ojos a causa de la gravilla que se desprendía por el aire. Ese recorrido por terrenos desconocidos resultaba incluso más difícil de lo que fue escabullirse mientras todos dormían. Todavía podía sentir el calor de sus mantas adheridas a su cuerpo cuando supo que la hora había llegado y tendría que abandonar su cómodo lecho, pero necesitaba responder a aquellas preguntas inquietantes que no dejaban de abrumar su cabeza con oscuras posibilidades a las que aún se resistía a creer del todo. Sin embargo ¿no habían sucedido cosas extrañas a su alrededor estos últimos días? Recordaba a la mujer que vislumbró a través de su ventana y la grieta que causó a la columna en la petite soirée. No imaginaba manera de pasar por alto todas esas señales de que algo turbio le rodeaba, por no decir que se hallaba en su interior. Sumado a eso se reproducía en su mente el momento en el que arrojó a Ciel algunos metros hacia atrás sin siquiera tocarlo, o al menos fue lo que sintió.
Caminaba tan concentrada en sus pensamientos que no se dio cuenta de cuándo abandonó el camino y se adentró en el bosque, hasta que sus pies se enredaron en una raíz que sobresalía de un cúmulo de hojas húmedas a las que fue a aterrizar de lleno. No puso sus manos para minimizar el golpe y el rostro, los brazos y el frente de su capa de viaje se le llenaron de una mezcla entre fango y hojas, incluso podía jurar que algunas de ellas fueron a dar al interior de su boca.
--¡Señorita Evans!--Llamó esa voz tan conocida. El pecho de Eileen se llenó con una sensación apremiante en cuanto lo escuchó--tengo rato llamándola, apenas la vi cruzar los límites del bosque traté de ir hacia usted pero caminaba demasiado rápido y no he podido alcanzarla hasta ahora--
Agradeció que fuera él y no Sebastián quien la levantara de ese sucio lugar. Aún en la oscuridad, Eileen pudo identificar el atisbo de una tímida sonrisa. Se hallaba un poco adolorida pero no lo dejó entrever pues la dignidad le dolía aún más.
--Este bosque es engañoso, tendrá que fijarse muy bien por donde camina--Murmuró Ciel. Eileen dejó escapar una risa falsa que similaba a un ronquido ahogado.
--Pude comprobarlo de primera mano--Entonces, sin preverlo ambos sonrieron y el peso de todos sus anteriores encuentros siempre tan decepcionantes e incómodos daba la impresión de desvanecerse y entre ambos quedaba solo ese aire de confidencialidad. De alguna manera, aunque habían tratado de evitarse y mantenerse alejados el uno del otro, sucedía algo que les hacía regresar.
--Venga por aquí, señorita Evans--le ofreció su brazo, con la excusa guiarla para que no sufriera otra estrepitosa caída. Ella lo aceptó y pudo comprobar que entre los dos ya no existía ese trato hosco y si bien Ciel se dirigía a ella con una tímida cordialidad, ya no se esforzaba por apartarla. Eileen no sabía muy bien cómo manejar ese cambio tan brusco aunque comenzaba a agradarle.
--Entonces... Acerca del tema aquel... --Eileen no estaba segura de cómo abordarlo, pero por suerte Ciel se apresuró a tomar la palabra.
--Como ya te mencioné anteriormente, tienes a un demonio viviendo en tu interior, creo que al menos parte de él--el pelo de la nuca de la muchacha se erizó y nada tenía que ver con el frío de esa noche sin estrellas. A lo lejos oía el gruñido de algún animal nocturno incapaz de asustarla gracias a la confesión del chico. Por un momento quiso detenerse y vomitar para intentar expulsar esa abominación que residía en su interior, aunque sabía que sería inútil.
--¿Y cómo fue? Quiero decir...¿Cómo terminó ahí?--sortearon algunas raíces que lucían inofensivas justo como la que provocó su caída. Ciel ayudó a Eileen a saltar un pequeño recoveco que podría ser el escondite de alguna liebre o algún otro animal, ella no se quiso preguntar cuál. Al saltar resbaló un poco pero él la atrapó antes de que ella impactara contra el suelo, por segunda vez durante esa noche. Contuvo el aliento al tener el rostro del chico tan cerca, incluso alcanzaba a ver algunos reflejos de diferentes tonos azulados en el ojo visible del Conde. Se ruborizó al darse cuenta de lo atractivo que aún lo consideraba, claro, cuando su semblante no adoptaba esa expresión rígida. El agarre a su alrededor le transmitía calor y el modo en el que todavía la estrechaba le hacía olvidar el motivo por el cual se encontraba en ese lugar, sin embargo, antes de que todo se tornara incomodo entre ambos decidió bajar la mirada para romper el trance entre ambos. Aquello funcionó pues Ciel la bajó con esmero cuidado, aunque no volvió a ofrecerle el brazo ya que casi llegaban a dónde él deseaba llevarla y las raíces escondidas no representarían más peligro para su acompañante.
--De eso no estoy seguro--respondió el Conde, a pesar de que ella ya había olvidado su pregunta inicial--Pero la Orden de la que está a cargo tu tío tuvo algo que ver, aunque debo decirte que para sellar eso en tu interior debieron de necesitar algún tipo de intervención... No terrenal--
El terreno comenzaba a convertirse en una extensa superficie llana atacada por la maleza. Eileen no reconocía el lugar. Era extraño siquiera encontrar ese tipo de paisajes en el campo, sin árboles a su alrededor ¿Qué tan lejos estaría de su casa? Ni siquiera alcanzaba a imaginarlo. Ciel percibió la latente inquietud de la chica mientras rodeaban una ligera colina.
--Todo tendrá sentido una vez que lo alcances a ver por ti misma--Ella asintió y trató de seguirle el paso. Tampoco quería hablar pues comenzaba a cansarse y el aire que entraba a sus pulmones era cada vez más escaso. No pudo evitar preocuparse al notar que a él le sucedía lo mismo.
--Si quieres podemos parar un rato, debes estar cansado--no quiso mencionar que lucía verdaderamente fatigado e incluso le había escuchado toser de manera desapercibida contra la palma de su mano. Ciel Phantomhive no poseía la mejor condición física y el camino debió de agotarlo más que a una persona promedio, sin embargo, insistió él mismo en ir a buscarla personalmente en lugar de enviar a Sebastian.
--¿Ah ? No se preocupe--contuvo otro absceso de tos--Un carruaje nos está esperando aquí cerca--
En efecto, apenas rodearon la colina divisaron al mayordomo parado a un lado del vehículo mencionado. Eileen sintió una punzada de pánico al ser consciente de lo que estaba a punto de hacer. Le daba la sensación de estar fugandose con él a mitad de la noche mientras su familia dormía plácidamente en sus cálidos lechos. Durante un instante se imaginó que así era. El sonido de la puerta del carruaje la sacó de su ensoñación y por un momento se sintió avergonzada, casi parecía que Sebastian leyó su mente pues cuando le extendió una mano para ayudarla a subir una sonrisa ladeada se dibujó en su rostro. No tuvo tiempo de seguir pensando en ello pues en cuanto se hubo acomodado, Ciel subió detrás y se situó en el asiento de enfrente. Eileen se ajustó el abrigo.
--¿A dónde vamos?--inquirió nerviosa. Esperaba entretenerse unos cuantos minutos hablando con Ciel y regresaría a su casa, tratando de que no descubrieran su ausencia. Sin embargo, sus planes se veían ofuscados por el repentino paseo que emprenderían.
--Necesito que vea algo, usted sabrá qué hacer después--sintieron el suave balanceo del carruaje poniéndose en marcha--Mientras tanto, debo contarle que su tío Joseph está a cargo de una Orden de fanáticos que adoran a un demonio como si se tratara de un pozo de los deseos--
<<Eso es imposible>> quiso replicar, pero una parte de sí misma sabía que si esa acusación señalaba a alguien tendría que ser a su tío. Ciel, al ver que Eileen se debatía entre las palabras que quería escoger se apresuró a hablar. Era consciente de lo complicado que sería creerle y a decir verdad, el mismo no había sido el más amable con la chica.
--No se apresure a sacar conclusiones, en un momento verá de lo que hablo--
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El cielo de las súplicas
FanfictionEileen es casada por compromiso, ella no desea ser esposa de aquel conde. Refinada, recatada, amable, elegante, delicada y servicial deben de ser las damas nobles pero hay una regla que nunca deben romper: No pueden desobedecer. ¿Se casará con el...