Distancia

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Holaaaa, tarde pero seguro ❣️

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Holaaaa, tarde pero seguro ❣️

  Bajó corriendo las escaleras lo más rápido que su cuerpo adormilado le permitió. Apenas halló tiempo de meter sus pies en unos zapatos bajos desgastados y envolverse en una bata que cubría lo que dejaba ver su delgado camisón. Detrás de ella, Hollie prefería quedarse esperando noticias acerca de la recién llegada.

--No quiero conocerla sin tener armas--se limitó a decir, por lo que designó a Eileen como la encargada de recopilar esa información. En realidad no quiso confesar que una parte de ella se sentía amenazada ante la presencia de esa chica en la casa, su puesto ya no se sentía tan seguro a pesar de la relación que tenía con su señora ¿por qué razón Joseph habría mandado a traer a otra Maid?

Cuando Eileen alcanzó el pie de la escalera, la visión que la esperaba la dejó sin aliento. La mujer que Joseph contrató era la definición de belleza etérea. Brillaba cómo si un aura le rodeara, casi como un ángel. Poseía piel de mármol, tersa y sin marcas de imperfecciones, un par de ojos violetas brillantes y una figura alta y elegante. Se sintió abrumada con tan sólo pararse frente a ella, avergonzada de su apariencia corriente y su ropa vulgar. Le daba la impresión de que ella con su uniforme impecable y su aspecto radiante era la dueña de toda la mansión y los demás simples sirvientes que se postrarían a sus pies para servirla.

--Eileen--Joseph examinó su aspecto con aire reprobatorio, pero decidió pasarlo por alto--Esta es Ángela Blanc, la nueva Maid--

Quiso replicar que no ocupaban una nueva dama de compañía, que Hollie era suficiente, sin embargo, algo en la belleza angelical de esa mujer le ordenó permanecer callada y entregarse a ella sin reparos.

--Espero que este lugar sea de tu agrado--murmuró condescendiente. Ángela le dedicó una sonrisa complacida y Eileen juró que podría quedarse durante horas contemplandola.

--También es mi deseo que así sea--sintió una oleada de calor al oír aquella voz meliflua por la que estaría dispuesta a dejarse influenciar para cumplir con la voluntad que se le impusiera.

Entonces Joseph tocó el hombre de la dama y le indicó que irían a la cocina, que todavía tenían mucho por recorrer y que luego le mostraría las habitaciones. Así, Eileen se quedó sola rodeada por un silencio abrumador que aún conservaba la penetrante esencia de una criatura divina.

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Cuando el jefe de Scotland Yard llegó con su equipo al lugar donde yacía el cadáver, Ciel Phantomhive ya casi terminaba de réunir las pistas necesarias para establecer el patrón del nuevo asesino; todos los atacados eran jóvenes que rondaban entre los quince años y los veintiuno, pertenecientes a los barrios más humildes de Londres. Lo que le inquietaba era descubrir que el asesino no mostraba preferencia por algún género, siendo que por lo general éstos se inclinan por uno a la hora de escoger a sus próximas víctimas. Como los precedentes a ella, la chica fue arrojada a un páramo solitario donde la maleza tomaba posesión del terreno, sin heridas en el cuerpo salvo los labios arrancados y la carne de alrededor masticada.

--¿Se puede saber qué haces tú aquí?--Oliver Brown, jefe de Scotland Yard lo miraba desde arriba con una expresión malhumorada. La vena de su frente volvía a saltarse justo como la última vez que se vieron--No queremos ningún aficionado husmeando por aquí--

--Entonces puedes regresarte, dudo que el olor de aquí sea de tu agrado--se incorporó y le miró con aburrimiento, era al menos una cabeza más alto que el hombre--Aunque tal vez quieras llevarte el cuerpo, ya tengo lo que necesito--

El joven oficial que permanecía detrás de su jefe dio un respingo asustado en el momento que el bastón de Oliver impactó en la tierra, muy cerca de sus propios pies, sin embargo, Ciel permaneció impasible sin mostrar signo alguno de sorpresa ante el arrebato del hombre, pero detrás del pañuelo que protegía su nariz del aire fétido se atrevió a esbozar una minúscula sonrisa que pasó desapercibida para el resto, incluso Sebastian parecía divertirse.

--Te quiero fuera de aquí--Ciel levantó el brazo derecho haciendo ademán de englobar el espacio, como referencia de que en efecto, se encontraban fuera--¡Largo! Y no quiero saber que vuelves a meterte con mi trabajo--

El rostro de Oliver se volvía rojo con cada palabra que escupía, pero Ciel ya le daba la espalda, no era la primera vez que dejaba hablando solo al jefe de Scotland Yard ni ventilaba su ineptitud para resolver algo que no fuese un robo de vecindario. No era agradable toparse con él ni robarle sus pruebas, pero sus esfuerzos obedecían a alguien mayor que la autoridad de ese hombre y no podía permitirse fallar.

--Tienes lo necesario para elaborar una lista de sospechosos--le murmuró a Sebastián en cuanto alcanzaron el carruaje--Las pruebas que encontramos en el cuerpo de la chica y el testimonio del carnicero te servirán--

--¿Quiere que comience ya?--Ciel asintió antes de subir al carruaje y cuando se volvió, Sebastian ya había desaparecido. Chasqueó molesto, olvidó decirle que esperaban invitados para cenar esa noche, pero confiaba en qué él se las arreglaría aún si no le avisaba, siempre lo sorprendía. Se acomodó en el asiento y se dejó mecer por el movimiento del vehículo sobre las calles empedradas que mostraban ciertos desniveles en esa área de la ciudad. Entonces se permitió pensar en ella, beber del último recuerdo que aún bullía incontrolable en su cabeza. Cuando la vio lo único que quiso fue correr hacia ella y tomarla entre sus brazos, el mismo deseo de los últimos tres años mientras ella se le aparecía en sueños y lo llevaba a otra realidad. Sin embargo, aquella era la suya. Fría, gris y monótona. Eileen Evans no podría figurar en ella porque rompería todos sus esquemas y se metería por cada fisura para arrastrarlo hacia ella, pero su decisión estaba tomada desde esa mañana en la que rompió un compromiso que suponía sería de mentira. O eso suponía. Hacía ya dos meses que se presentó en la fiesta de una pareja de recién casados, Taylor Evans y Evangeline Graham, con la intención de sorprender a un traficante de opio en pleno acto, sin embargo, contaba con que ella estaría ahí y se permitió perder el rumbo de sus objetivos para fingir un poco de normalidad a su lado, tan sólo durante unos instantes. Apenas bailaron una pieza cuando Joseph apareció y le ordenó que se alejara de su sobrina, que ya había manchado su buen nombre por todos lados.

<<--Estás arruinando su vida y ni siquiera parece importarte-->>recordó oír al viejo, una acusación que no se atrevió a negar pues sabía que llevaba algo de verdad en ella, así que se limitó a desearles buenas noches y se dio media vuelta para retirarse, con la ridícula esperanza de que Eileen gritara su nombre y le pidiera que se detuviese, sin embargo, esa petición nunca llegó y cuando estuvo en su casa se juró aceptar las palabras de Joseph y mantener su distancia de cualquier miembro de esa familia. Y seguía dispuesto a cumplirlo, aunque algo dentro de sí saliera y se arrastrara hasta alcanzarla, a pesar de que estuvo a punto de mandar su convicción por la borda al verla abrumada ante su inferencia, y al igual que Eileen, él no trató de detenerla cuando se marchó.

Miró a la piedra que decoraba el anillo de la familia Phantomhive, nunca supo ni se dio idea alguna del motivo por el que cayó en la propiedad de Eileen, pero claro, el anillo sólo fue otra mentira más a la lista. No pidió su mano para recuperarlo, habría sido más sencillo mandar a Sebastian para que lo robara y nadie siquiera se daría cuenta de la presencia del intruso, pero fue más fácil decirle eso a Eileen al dejarla, darle esa excusa, porque no estaba seguro que ella soportaría la oscura verdad que crecía como plaga en el sótano de su casa.

Espero que les haya gustado, cuídense mucho.
Nos vemos el siguiente domingo ❤️

El cielo de las súplicasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora