Capítulo 6

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Título: Reaccionando a las malas decisiones de una noche.

— El dolor que tengo en la cabeza no se compara ni un poco de cuando pienso en Josh, así que ya sabrán cómo estoy — decía Laila tumbada en una esquina de la cama, estaba muy pero muy mal.

Las ojeras que tenía estaban tan pronunciadas que fácilmente podían pensarse que era el maquillaje que se le había escurrido en los ojos.

  Su pelo, estaba reseco y con olor a alcohol, y, para incluir un extra, su cabeza parecía que iba a explotar en cuestión de segundos.

Lo irónico de todo esto, era, que se suponía que la que menos bebería sería Laila y el que tenía más probabilidad de emborracharse era Stephen.

Pero no, nuestro idiota protagonista tenía su sistema sin una gota de alcohol. Al parecer Ernest empezó a ablandar muy rápido a Step.

— Jajajaja, me da gracia verlas así — dijo Stephen burlándose claramente de Laila y también de Rubí. Aunque la morena muchacha no padecía de los síntomas tan exagerados que tenía la “pequeña come-libros”.

  Sólo poseía una leve jaqueca, producida por la poca bebida que tomó, y también del susto que pasó.

  De todas formas ella no les había comentado ni una sola palabra a sus amigos. Se escudaba pensando de que se burlarían, no le cogerían importancia.

Sí claro, ¡Un asesino serial en Brookfield!
 
Eso no se había visto por lo menos en los 1300 años de antigüedad que tenía su preparatoria.

— Andas muy callada Rubí. ¿Te pasó algo en la fiesta? — le había preguntado Laila, que sostenía un vaso de agua en su mano derecha, mientras en la izquierda reposaba una pastilla. Para calmar los dolores.

— No bueno…, yo…, estuve en la hoguera TODO el tiempo. Entonces no pasó nada, absolutamente nada. La noche fue muy aburrida. — “sí muy aburrida”, pensaba Rubí. Al menos era lo que ella misma se quería creer.

— ¡Oh vaya! Al menos tú tuviste una jornada más…, tranquila. No querrán saber la vergüenza que pasé. — decía Laila. Se refería sin lugar a dudas su primera experiencia en la bebida.

  Sí, la primera y problamente la última porque después de lo de Tom, se dió cuenta que emborracharse apesta.

— Wow, Laila se desencadena. ¿Se puede saber que locura hiciste en la fiesta? — le sonsacó Stephen.

La pequeña muchacha se sonrojó desmesuradamente, y se empezó a esconder en las sábanas blancas de la cama de Rubí. En una tonta forma de escapar de Step.

  Pero…, obviamente el chico, al ver como su amiga se iba sin responderle, decidió cogerla por las pantorrillas y propinarle unas cuántas cosquillas.

Ante esto Rubí solo podía pensar: ¡Dios! Qué maduros…

Las risas que soltaba Laila inundaban la recámara de Rubí.
 
Era tan estridente que en varias ocasiones la madre de la morena muchacha tocaba la puerta para saber qué hacían.

— ¡Paren ya! Maldita sea, mi madre por poco nos regaña. ¿Pueden parar sus estupideces? Además, Laila, ¿A tí no te dolía la cabeza?

— S-sí — decía entrecortadamente, por la “guerra de cosquillas” que había tenido.— pero Stephen… es mi medicina. Gracias a este tonto, creo que el dolor cesó un poco.

— ¿A quién le dices tonto? ¡¿Eh?!, Verás de qué está hecho este tonto…

— Bueno, bueno, ya. Antes de que se muelen a golpes, quería preguntarles si por fin han buscado información de Josh.

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