Día 5 secretos

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Después de amarse mutuamente ambos descansaron en su cama y tranquilamente conciliaron el sueño satisfechos. Sin embargo, el rubio despertó antes pues quería encargarse de cierto asunto. Por esto dejo la alcoba sigilosamente y colocó una nota en la mesa de noche que decía lo siguiente:

-Salí a comprar algo, volveré para el almuerzo. Con amor, Liam

-Bueno, al menos sé que no se perderá- pensó Sherlock mientras admiraba la bella caligrafía de su amado.

Mientras tanto William se encontraba recorriendo las calles de nueva york en busca de un regalo para su pareja como agradecimiento por la maravillosa cita que tuvieron. Iba pensando en eso cuando una niña se acercó a él de manera veloz.

-¡William, el llorón!- dijo la pequeña emocionada mientras lo abrazaba.

-Señorita Helena es un gusto verla de nuevo, su vestido es muy bonito.

-Ese parche te sienta bien, ¡es como si fueras un pirata!-mientras se alejaba

-Creo que alguien ha leído muchos libros de esa temática.

-Son mis favoritos , que puedo decir. ¿Por cierto que haces aquí solo?

-Estoy buscando un regalo para mi pareja, vine en secreto

-¿Oh? Hay una chica especial

-No es precisamente una chica- dijo risueñamente

-Ya veo- dijo con completo entendimiento

-Ha hecho mucho por mí y quiero regresárselo de alguna manera

- Ya sé que puedes darle, ¡Todos aman el chocolate!

-Buena idea, ¿Sola aquí de nuevo?

-Me dieron permiso para salir sola- dijo ella con el pecho inflado.

-ya eres toda una señorita.

Entonces mientras hablaban iban observando las vitrinas de las tiendas y comentaban lo hermosos que se veían lo artículos en estas. Finalmente se detuvieron en un local que vendía toda clase de chocolates.

-Muy bien, como experta en golosinas es mi deber orientarte en esto.-dijo ella orgullosamente.

-Muy bien señorita Helena guíeme.

-Por supuesto- aseveró ella mientras sus ojos brillaban.

Cuando entraron a la tienda ante ellos de presentó el agradable aroma del chocolate y las bellas formas agasajaron a sus ojos. El vendedor les preguntó si buscaban algo en particular y Helena con voz segura señalo que necesitaban unos chocolates para la pareja de William.

-Oh ya veo, necesitan estos de acá- mientras les enseñaba unos chocolates con forma de corazón.

-Waa son perfectos- dijo emocionada Helena.

-Y lo mejor de todo es que vienen en diferentes sabores- dijo el señor

-Llevare tres onzas de cada uno-pidió William

-¿No es mucho? – señalo Helena

-Sherly, aunque no lo parezca tiene cierta debilidad por las cosas dulces

-Me gustaría conocerlo.

-Se llevarían bien, él es una buena persona

William pensó en su amante mientras escogía los chocolates y la sensación agradable en su pecho se quedó durante varios minutos mientras observaba como el vendedor hacía su trabajo. Helena solo observaba esa sonrisa preciosa que estaba enmarcada en el rostro del rubio y pensaba que el amor era muy lindo. Después de obtener la bolsa con los chocolates Helena le dijo que sería bonito acompañar el regalo con unas bellas flores.

Así que se dirigieron hacía una plaza donde una señora estaba vendiendo rosas y Helena tiro de la mano de William para que fueran a comprar una.

-Esto seguramente le gustará a Sherly.

-Por supuesto pues tú se la regalarás. Por cierto ¿podrías hablarme más de él?

-Básicamente es mi luz, aunque él diga que yo soy mas resplandeciente. Me acompaña cuando me siento abatido. La música que hace con su violín es hermosa y el es un hombre muy guapo también, el cabello largo le queda estupendo. Cuando yo quería desaparecer de este mundo él vino como un ave de esperanza.

-Suena como alguien increíble.

-Lo es y lo amo con todo mi corazón. Es por su forma de ser conmigo lo que más quiero.

-¿Entonces que más esperas? ¡ve con él!

-Gracias por ayudarme- mientras se inclinaba en agradecimiento.

Después de que Helena se despidiera William se dirigió al apartamento que compartía con su amado. Una vez allí con voz aterciopelada llamo a la puerta y Sherlock rápidamente abrió. Sus ojos se iluminaron al ver los obsequios que traía el rubio consigo y se quedó sin palabras.

-Sorpresa, Sherly- mientras se los entregaba

-Liam, no sé qué decir

-Solo tienes que besarme- mientras cerraba su ojo.

Entonces Sherlock beso con delicadeza a su amante quien sonrió dulcemente. Mientras se besaban se fueron trasladando hacia el interior del departamento. Después de que estuvieran adentro se separaron y el hombre de cabellos oscuros dejo los objetos encima de la mesa.

-¿Te he dicho que eres mi timón y mi vela, mi barca, mi mar y mi remo?- le dijo William mientras acunaba el rostro del otro en sus manos

-Y tú eres la respuesta que no encontraba entre mi silencio

-Esas son las cosas que compartimos como un secreto

-Nuestro pequeño secreto. Ahora comamos esos deliciosos chocolates que escogiste para mí.

Entonces se acercaron a la mesa donde estaba la bolsa y la rosa la cual Sherlock olió para embriagarse con su aroma. Aquella flor le recordaba a su Liam y recordar que era suyo lo llenaba de felicidad. Comieron tranquilamente los dulces y de vez en cuando se besaban para compartir el sabor.

-Liam realmente sabes escoger los mejores regalos.

-Tuve algo de ayuda, de una pequeña amiga.

-Debo agradecerle por acompañarte.

-Su nombre es Helena una señorita muy amable.

-Todos son atraídos hacía ti, no puedo culparlos

-¿A qué te refieres?

-Pues eres la ternura que día a día me enciende el alma

William se sonrojó furiosamente y se quedó sin palabras ante lo dulce que podía ser su pareja. Por eso para que no fuera tan evidente se comió cuatro piezas de chocolate de una vez y casi se atraganta de no ser por Sherlock quien le ofreció un vaso de agua.

-Eres tan lindo, Liam.

-Y tú tan dulce que siento que me inundo de tu dulzura

Entonces Sherlock se rio nerviosamente y cubrió su sonrojo pues el rubio provocaba en él esas emociones. Ambos se comportaban como unos tortolos según palabras de Billy a quien no habían visto desde hace dos días y como si lo hubiesen invocado este apareció en la puerta.

-Señor ponytail y señor William, ¡Estoy aburrido! ¡Juguemos a las cartas!

-ignóralo

-Ya sabe que estamos aquí- dijo risueñamente William mientras iba abrir la puerta.

-¡OH!¡chocolates!- mientras desvergonzadamente iba a servirse

-¡Son míos!- reclamó Sherlock mientras le quitaba la bolsa

-No seas tacaño señor ponytail

-Liam los compró para mí

-¿Dónde quedó el hombre generoso que enamoro al señor William?

-Eso es jugar sucio, está bien toma tres y vete

-Después de una partida de cartas- mientras colocaba sobre la mesa un mazo que tenía en su bolsillo.

Entonces Sherlock con todo su pesar lo dejo quedarse y jugaron por al menos una hora hasta que Billy quedó satisfecho.

Sherliam Week 2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora