Miedos

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Viernes. Una semana había pasado desde su primera clase con Julia y no había podido ir a otra, porque coincidían justo cuando ella estaba trabajando en el bar así que no le quedó otra que anotarse a las de Joaquín. Un cambio radical para nada beneficioso, porque las clases de Julia le gustaban mucho más y las vistas ni se comparaban. Por mucho brazo y abdomen marcado a ella no se le movía ni un pelo, cara de póquer, completamente inmune. Lo mismo que le pasaba a Antoni cuando quería tentarlo con un pedazo de brócoli.

Después de dejar al susodicho acicalándose en el sillón e ignorándola por completo, salió para el gimnasio; no había clase programada así que pensaba hacer un poco de cinta, otro de soga y después darle libre a la bolsa un rato. Agarró el celular, conectó los auriculares y buscó algo de música. Le gustaba el rock en todas sus variantes. Pop rock, hard rock, grunge, alternativo y tanto nacional como internacional, así que se decidió por una lista de AC/DC.

Se subió a la bicicleta al salir del edificio con «Highway to hell» en los oídos a todo volúmen y empezó a pedalear, tratando de poner la mente en blanco o al menos intentar no pensar demasiado en las cosas que le preocupaban, como ya tenía por costumbre.

Se repetía siempre que cada uno hace lo que puede, cómo puede y en el momento que le sale, pero es que ella sentía que nunca le salía. Que nunca podía siquiera buscar placer sin sentirse culpable, sin recordar todo lo malo que había en su cuerpo. Todas esas palabras que escuchó durante tanto tiempo la ataban de pies y manos cada vez que quería dar un paso más, haciéndola caer de cara contra el piso. Es que muchos años con las mismas ideas en la cabeza sólo lograba que después costase un mundo desarraigarlas.

Dejó la bicicleta dentro del gimnasio y caminó hasta los vestuarios. Cuando abrió la puerta y se encontró con Julia sentada en el banco atándose las zapatillas, casi le da un paro cardíaco porque ella era muy sensible a las sorpresas y esa no se la esperaba para nada. Ni ahí. Y su sensibilidad evidentemente era extrema porque se quedó parada, estática, como si estuviera alucinando. Fueron unos segundos, pero los suficientes para sentir su cara empezar a arder de la vergüenza.

—¡Hola!— saludó la rubia, y su voz la sacó del trance en el que estaba.

—Hola— respondió tímidamente, mientras dejaba su mochila en uno de los casilleros después de guardar el celular adentro y sacar su botella de agua. Esas simples dos acciones las demoró lo más que pudo, estiradas como chicle, porque no quería darse vuelta y que Julia le viese la cara roja como un tomate. Pero de repente sintió su voz al lado suyo y no pudo evitar dar un respingo. Mierda, o se calmaba o le iba a dar algo en serio. ¡Que era una simple mujer intentando mantener una charla con ella, por el amor de Dios!

—¿Día de rutina o sólo ganas de pegarle a la bolsa?— le preguntó mientras la veía vendarse una de las manos.

—No, nada de rutina. Tenía pensado un poquito de cinta, de soga y después si, darle duro a la bolsa— le respondió con una tímida sonrisa y esquivando su mirada, en el mismo momento en que cerraba la mochila.

—¿No te estás olvidando de algo?— preguntó divertida, sonriendo de forma natural y con sus ojos fijos en ella. Y no sabía a qué se refería porque su perfume la estaba drogando, al parecer, porque su cabeza no podía unir dos palabras seguidas para al menos responder un miserable y vergonzoso «¿de qué?», y en vez de eso, cambió el peso de su cuerpo a la otra pierna y le sonrió nerviosa, muy nerviosa, mirando para cualquier lado como asegurándose de que le hablaba a ella o buscando eso que se había olvidado—. ¿Las vendas?— siguió hablando Julia, levantando sus manos para mostrarle a qué se refería.

Las vendas, claro.

Ese era uno de los momentos en los que mientras más se esforzaba por vencer su timidez, más le costaba. Y lo que empezaba como un intento de parecer una chica segura y relajada, terminaba siendo un lío de pensamientos vacíos, silencios en su cabeza y titubeos.

De lo que antes era | YA A LA VENTA FISICO/EBOOKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora