París

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Todos nos subimos en el segundo vagón del tren, con destino a la bella y romántica ciudad de París, Francia. El vagón se veia más tétrico desde afuera que de adentro, era cómodo y acogedor, para ser toda una tropa de gente, estábamos cómodos y había asientos para todos. Me senté en una mesa del vagón que tenía cuatro asientos, estábamos Joel, Hanna, Diana y yo, Diana estaba sentada a mi lado, ella agarró el puesto de la ventana.

Suena el pito del tren y esa máquina infernal empezó a volar y a andar a altas velocidad, a lo que la chica nueva llamada Zoi, se para en el centro del pasillo del vagón y dice:

- Sé que están asustados, pero, podría ser peor. - Al terminar la oración, sonríe y se sienta en su asiento que estaba a tres del nuestro.

Joel se apoya a la mesa y nos pregunta en voz baja:

- ¿Alguno sabe por qué vamos a París?.

Todos nos vemos y negamos con la cabeza, la verdad no tenemos ni idea de para qué vamos para París, es muy raro que vayamos para allá primero antes de ir a Polonia.

Me levanto de la silla y camino por el pasillo para acercarme a Zoi, para encontrar la respuesta. Al llegar a su asiento, estaba sola sentada en una mesa del vagón.

- Señorita, ¿Puedo tomar asiento?. - Le pregunto.

- ¿Por qué no?. - me responde sonriendo, invitándome a que tome asiento.

Me siento de cara a ella para entablar una conversación amistosa.

- Vienes para preguntarme para qué vamos a París, ¿Verdad?. - Me pregunta

- ¿Cómo lo sabes?. - Le pregunto impresionado. - ¿Eres Psíquica?.

- Solo es sentido común tonto. - Me dice riéndose. - Vamos para allá, porque Anders quiere que vean algo antes de ir a Varsovia, además, no me iba a quedar de brazos cruzados mientras la humanidad se hunde en devastación.

- Un gusto, soy Oswaldo Amaré. - Me presento extendiendo mi mano sobre la mesa.

- Mi nombre es Zoi, pero eso de presentarme ya lo hizo Anders, así que, el gusto es mío Oswaldo. - Me corresponde con un apretón de manos.

Nos sentamos hablar un rato, mientras llegábamos a nuestro destino, su poder es un poco peculiar, puede sentir los sentimientos y pensamientos de los seres vivos, hasta de los animales, es muy sorprendente. No quiso hablar de su pasado, de como obtuvo su poder de cuidadora, pero está bien, no a todos les gusta recordar momentos de tragedia, ahora hay que estar enfocados en el objetivo que nos une, salvar a la humanidad.

Me despido de ella por ahora y me levanto para poder ir a mi mesa para contarle a mis compañeros lo poco que se sabe de lo que vamos a hacer en París, para que estén preparados e informados. Apenas llego a la mesa, suena la voz del Pastor del Fuego:

- ¡Llegamos!.

El tren se detiene y no alcance a decirles a ellos, que es lo que íbamos a hacer aquí. Al bajar del vagón, el Pastor del Fuego no se baja del tren y solo se va en un portal de llamas con el tren, lo bueno, es que tenemos una nueva compañera en nuestro viaje.

París, estaba un poco dañada, las calles estaban sucias con casquillos, pero había gente limpiando las calles ya arreglando los sitios de comida, había civilización todavía, no estaban escondidos. Había personas en bicicletas andando por las calles y en carros, hay cadáveres de tanques alemanes por la ciudad, se ve que pelearon fuertemente para permanecer en pie, y, mi teoría de la torre Eiffel era cierta, no está la dama de acero.

- Siento tristeza en las personas de acá. - Dice Zoi mientras camina por la calle.

Estábamos en una calle en frente de la plaza que tenía la Torre Eiffel, tenía, porque ya no está la torre. Detrás de nosotros, venía una tropa de soldados franceses agotados, venían con uniformes actuales del ejército y antiguos de cuando la resistencia francesa peleaba contra los alemanes.

El Asesino de Cielos azulesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora