La Guaira

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 Aun tristes por la perdida de nuestro compañero. Teníamos que seguir nuestro camino hacia la Guaira, o todo nuestro esfuerzo y sacrificio habría sido en vano.

Se podían ver grandes explosiones y sonidos irreconocibles provenientes de la ciudad cercana de la guaira, que es Caracas. Solo espero que mi padre esté bien... Ya siguiendo adelante por la autopista del infierno, se veía despejada y eso es algo que no nos impresiona, ya que, la ciudad de Caracas se ve de todo, menos tranquila.

Para bajar los nervios, decidí hablar con mis amigos, ya que el estrés y la ansiedad me van a matar, así que me volteo a verlos y les digo:

—¿Se encuentran bien?, ya falta poco para llegar a nuestro destino— Les pregunto de forma despreocupada y serena para no preocuparlos más.

—En realidad, estamos cada vez más seguros que vamos a morir, así que se podría decir que bien.— Responde Christopher por los demás, ya que todos están en shock.

—Eso me alivia mucho...— El carro frena de golpe y al voltear hacia delante. Me di cuenta el porqué del frenazo.

—No creo que salgamos de esta— Dice Joel mientras se baja de la moto y prepara su rifle.

Lo único que se oía del grupo de malvivientes que bloqueaban el camino eran gritos de odio y muerte hacia nosotros en diferentes idiomas, así que añado algo para calmar los ánimos en el carro:

—Ni sirven para ponerse de acuerdo para insultarnos.

A lo que Anders añade bajándose del techo del carro— No es el momento Oswaldo, no es momento de eso.

Para más faltar, empezó a llover, así que aquí morimos, si o sí. Solo espero que mi padre esté bien.

Las tropas enemigas empezaron a correr hacia nosotros, mientras una voz se escuchaba de fondo como una música anunciando nuestra muerte... Nuestra triste e insignificante muerte. Traje a mis amigos a morir, que clase de persona soy, ¿En realidad soy lo que Joel espera que sea?, no creo.

Anders mira atentamente a las tropas junto a Joel, pero, algo lo inquieta, creo que es la música que surgió con la lluvia.

—¿Por qué tardaron tanto?— Exclama Anders a la nada.

Todos nos quedamos confundidos y de un momento a otro se escuchó una voz de una mujer llena de ira diciendo,

—¡Agárrense fuerte!. Joel entra en la camioneta de golpe junto a Anders y cierra la puerta y Anders añade:

—¡Esto se va a poner bueno!, ya llegaron Los Cuidadores.

—¿Los Cuidadores?— Preguntamos todos sin saber que carajo está hablando el Zorro desgraciado.

Empezó a temblar y los enemigos empezaron a disparar a lo loco. Lo único que podíamos hacer era mantener la cabeza abajo y rezar. Pero como soy un puto curioso levanto la cabeza y no nos disparaban a nosotros, sino a un gigante de madera, o sea, ¡¿Qué carajos?!. Un puto titán de madera, no, mejor dicho hecho de árboles.

Nos empezó a levantar con su mano gigante dirigiéndonos a su cabeza.

Fue ahí donde mi amigo Cesar se puso filosofo y exclamo:

—¡El coño de la madre!.

Al llegar a la cabeza del titán, este abrió su boca improvisada y nos dejó caer en ella. Bueno hasta aquí llego la historia, aunque me deje llevar por el rostro de los guardianes y estaban calmados, porque si me guiaba por los de mis amigos, todos estaban desmayados. Así que la historia sigue.

En realidad, el titán era relativamente vacío y mientras caíamos, él generaba una especie de amortiguador para que no cayéramos de coñazo. Así que era de los nuestros, lo único fue que después del último amortiguador de árbol, caímos duro.

El Asesino de Cielos azulesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora