Capítulo 35 - El Valor de una Promesa.

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Tras varios minutos de agonía, la esfera cristalina de aislamiento que había creado el Profesor Hideki Tanaka, terminó completamente teñida de un color rojo escarlata. En repetidas ocasiones, las gemelas intentaron eludir a sus oponentes para rescatar a Kazuya, pero fueron repelidas por los equipos asignados a la misión, cayendo derrotadas tras levantarse en numerosas oportunidades.

No obstante, cuando Hideki se disponía a culminar con el sufrimiento de su víctima, un espantoso escalofrió recorrió su cuerpo tras percatarse de múltiples presencias cercanas que se dirigían con una actitud hostil al "Valle de los Ángeles", haciendo que este perdiera la concentración y terminara deshaciendo la técnica.

—¿Qué demonios está ocurriendo aquí? Se aproxima un ejército hacia acá —inquirió Tanaka preocupado.

—No puede ser, Miyamoto viene para acá —expresó Kazuya con numerosas heridas por todo su cuerpo, siendo atendido inmediatamente por sus hermanas, quienes se arrastraron hasta su posición para intentar ayudarlo.

—¿Qué hace tu superior aquí? —consultó Hideki envuelto en un profundo odio.

—Conociéndolo, quiere deshacerse de nosotros. Para ese ser tan despreciable, somos como unas ratas de laboratorio; él solo se ha limitado a secuestrarnos, torturarnos y mantenernos en miseria; utilizando a nuestra hermana civil como una protección para que no le hagamos el daño que se merece —explicó Kazuya en agonía.

—¿Y querían que los inocentes que constantemente secuestraban pasaran por lo mismo? —inquirió Sophia enfurecida.

—No. Nosotros solo trasladábamos a las personas de las aldeas en decadencia económica, con el objetivo de venderlas a familias ricas del "Reino del Este"; teníamos la intención de que tuviesen una vida digna por su tiempo de servicio. Debemos pagar una deuda millonaria por nuestra libertad, no se nos ocurrió otra forma —argumentó Maki.

—Siguen siendo personas despreciables —musitó Hideki.

—¿Y qué hay de todos ustedes? Dudo muchísimo que se centren en ayudar a esas personas a sobrevivir, a tener recursos para comer o atender sus enfermedades. Los reinos siempre ignoran a los más vulnerables y se enfocan en mantener a salvo a los privilegiados. Tampoco tienen derecho a juzgarnos, no son superiores a nosotros —expresó Asuka con lágrimas en los ojos.

—Tienes toda la razón, el "Reino del Norte" está repleto de fallas que debemos mejorar. Por consiguiente, no puedo objetar ante esa afirmación, nosotros no somos superiores a ustedes —indicó Rin con serenidad.

—¿Qué debemos hacer en esta situación? —consultó Jaden.

—Tienen que irse. Los hombres de Miyamoto no son tan poderosos, pero sí nos superan en número. Además, ustedes no deben luchar batallas que no les corresponden —expresó Kazuya tratando de colocarse de pie.

—Musashi, todavía te desprecio. En mi opinión, no existen justificaciones para vuestros actos, pero no me iré de aquí sin acabar con ese tal Miyamoto —expresó el Profesor Hideki con decisión.

—¡Estoy con usted! —exclamó Zane envuelto en rabia e impotencia.

—¡Familia Musashi! —vociferó un señor de edad avanzada luciendo un elegante traje de color marfil, el cual lo hacía destacar de sus subordinados, quienes iban de negro azabache.

—¡Suelta a Emma! —gritó Kazuya enfurecido, visualizando cómo el bastardo la arrastraba por el suelo con una cadena.

—Es muy decepcionante verlos en ese estado. A pesar de todo el tiempo que invertí en ustedes, fueron derrotados con relativa facilidad. Definitivamente, no son soldados perfectos, así que me desaceré de la basura —expresó Miyamoto tratando de apuñalar a la mujer, siendo detenido por la rápida reacción de Asuka, quien colocó su cuerpo para recibir el daño, ocasionándole una herida profunda en el pecho.

Tierra de Héroes. El Camino del GuerreroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora