Capítulo 32 - Kazuya. El Mercenario del Reino del Oeste

26 11 0
                                    

Reino del Oeste. Aldea del Clan Musashi. 30 de Agosto, 10 años antes.

—¡Atrápenlos inmediatamente, ninguno escapará de aquí! —exclamó un imponente hombre alto, con una amplia cabellera blanca y unos ojos de color verde militar.

—¡Por supuesto, Señor Miyamoto. Traeremos a esos niños enseguida! —gritó simultáneamente un grupo de hombres fornidos, vestidos con un elegante traje de color negro azabache.

En tan solo quince minutos, la "Aldea Musashi" fue arrasada en su totalidad por aquellos criminales. Sin embargo, Kazuya, Maki y Asuka se las arreglaron para librarse momentáneamente de sus perseguidores, corriendo exasperados para salvar sus vidas; aunque sus esfuerzos comenzaban a sentirse en vano tras percibir algunas presencias extrañas que les pisaban los talones.

—No lo vamos a lograr —comentó Asuka con acentuado terror en su mirada.

—¡Asuka, sigue corriendo! —contestó Kazuya con la respiración agitada, sintiendo los horribles escalofríos que recorrían su espalda al percibir la cercanía de sus posibles captores.

—¡Están comenzando a rodearnos! —manifestó Maki con un tono de voz tímido, temblando ante la múltiple presencia de los delincuentes.

—¡Están allá! —vociferaron los hombres trajeados, acercándose a la localización en la que se encontraban los muchachos desde diversos ángulos.

—Mierda, ¿qué se supone que deba hacer ahora? —musitó Kazuya aterrado, abrazando fuertemente a sus hermanas como una señal de protección.

—Tranquilícense. Enseguida los reuniremos con Emma, sé que estará feliz de tenerlos cerca —comentó uno de los captores, quién arrancó a Asuka de los brazos de Kazuya, jalándola fuertemente por su larga cabellera plateada.

—¡Me hacen daño! —chilló tratando de liberarse.

—¡Suéltala desgraciado! —reclamó el muchacho abalanzándose contra su enemigo.

—Eres un inútil. Tú no puedes proteger a nadie —expresó el individuo empujándolo, para luego colocarle su pie encima de su antebrazo, fracturándolo por la excesiva presión que ejerció sobre él.

—Llévenselos —ordenó Miyamoto con un tono de autoridad, mientras Kazuya se retorcía entre gritos desgarradores.

Laboratorio de Investigación A13, Reino del Este. Cuatro días después.

El espacio que había dentro de la celda de contención era ínfimo, la comida resultaba repulsiva y los maltratos excesivos estaban a la orden del día. Aquel lugar parecía el infierno en la Tierra; cada nuevo amanecer se traducía en numerosos experimentos a los cuales todos los reclusos eran sometidos, sin excepción alguna. Nadie quería vivir, puesto que toda la esperanza se les arrebatada apenas eran capturados.

—¿Qué hicimos para merecer esto? —preguntó Maki entre lágrimas, mirándose continuamente las marcas alrededor de su cuerpo.

—Nacer, ese fue nuestro pecado —contestó Asuka enfurecida, recostándose de uno de los rincones de la celda.

—¡Bastardos, algún día me las pagarán! —exclamó Kazuya golpeando los barrotes con sus puños, siendo castigado inmediatamente por una fortísima descarga eléctrica que le provocó varias quemaduras internas.

—¡Kazuya! —vociferaron las niñas, acercándose al instante para auxiliar a su hermano.

—Emma —musitó Kazuya con los ojos entrecerrados.

—Ella no está aquí, estás delirando por el dolor tan insoportable que sientes —explicó Maki chequeando el pulso de Kazuya con sus dedos.

—Emma —repitió, señalando a una chica sumamente delgada que estaba siendo arrastrada por una cadena de acero amarrada a su cuello.

Tierra de Héroes. El Camino del GuerreroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora