CAPITULO NUEVE

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CAPITULO NUEVE

Vivimos en un mundo que quiere creer en la justicia. Ciega y tercamente. ¿Justicia legal? ¿Justicia divina? Cada individuo decide a que creer o rezar. Cada quien decide en que volcar sus creencias o anhelos, a quien le da las riendas de su vida.

Y aunque ciertamente nuestro mundo nunca ha sido y nunca será el más licito, correcto o moral, si rezamos y si nos regimos por la ley. Una ley que aquel que se atreva a romper u ignorar, paga con su vida.

Papá no solía ser la clase de hombre que hablara mucho. Era cariñoso y cuidadoso a su manera tanto conmigo como con mi madre. Sin embargo, nunca fue alguien desbordante de amor.

Pero si hubo algo que me enseño después de que me descubriera en mi habitación con Jungkook a los 16 fue que la ignorancia no me eximia de la justicia. La ley de la mafia dicta que una mujer debe guardarse para el matrimonio; una mujer debe de ser digna y pura para quienes sus padres decidan darla en matrimonio.

Yo no cumplí la ley y rompí las reglas que dictan nuestra herencia.

Esa noche, después de una charla inexpresiva llena de tortuosos silencios papá dijo que se encargaría de mi y mi error cuando volviera casa.

Pero él nunca volvió. Murió esa misma noche junto a mi madre en un ataque de los rusos junto al capo de la organización.

Debí de haber aprendido. Debí de haber ignorado esos viejos sentimientos que me cegaron aquella noche que me encontré con Jungkook en el bar. Debí de a aprender que la justicia divina es tan poderosa como la ley de la mafia.

Aunque mi vida y la de todos que viven en el lado oscuro de la ciudad, esta regida por una sola ley; la voz del capo.

El silencio hace zumbar mis oídos de una manera casi dolorosa. Estamos tan alejados de todo que no hay ruido alguno en la habitación, pero no es el silencio que cubre a la mansión lo que me hace sentir mareada y agobiada; es el ruido en mi cabeza.

Es el miedo. El pánico. El reconocimiento.

Con el estomago revuelto, parpadeo aturdida y miro a Namjoon que yace ante mí. Sus ojos se han cerrados y su cuerpo entero parece que se a desvanecido. Pero una parte de mí, siente que en cualquier momento se levantará y me envolverá con su mirada oscura y afilada.

Mareada, mi cuerpo se siente pesado cuando caigo sobre mi trasero y mis piernas me arrastran lejos de él.

Mis ojos no se apartan de su cuerpo.

No lo pierden de vista mientras intento apartarme y siento que todo da vueltas a mi alrededor.

Lo sabe...

Sabe lo de Jungkook...

El simple pensamiento me da nauseas.

La habitación se cierra cobre mi y el aire me falta.

Estoy acabada y ni siquiera el anillo en mi dedo o los votos dados ante Dios me salvaran.

Aspirando aire con dificultad jadeo e intento controlar el miedo que comienza a envenenar mis venas. Aturdida, mi mirada salta por toda la habitación como si buscara un lugar dónde esconderme; o por dónde escapar.

Pero de pronto, todo se siente como una enorme caja fuerte en la que estoy encerrada. Una jaula.

Sal de ahí...

Sal de ahí...

Gimo ante el dolor de estomago que me causan las náuseas.

Mis ojos se dirigen a la puerta del baño, pero mi cuerpo actúa como si fuera un acto instintivo y me tambaleo mientras me pongo de pie pese a lo débiles que se sientes mis piernas. Las voces continúan retumbando en mi cabeza y con la vista borrosa doy erráticos pasos hacía atrás. Namjoon sigue sin moverse. Las leves respiraciones que exhala se combinan con el latido feroz de mi corazón.

MAFIA; esposa de papel, carne y hueso {KNJ}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora