021. "No me hables."

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Una larga noche la de ayer para Mila. No quiso contestarle a Lauren con miedo a que palabras sobre sus sentimientos salieran disparadas, sin embargo estaba dispuesta a conversar con Lauren en el recreo del desayuno.

Una vez terminó de vestirse y arreglarse, bajó las escaleras rápidamente, encontrándose con su padre tomando un café y con un par de tostadas al lado de la taza. Le sonrió, fue a la cocina, se tomó una pastilla para aliviar el leve dolor de cabeza que tenía en las mañana, y despidiéndose, tomó sus cosas y se dirigió al instituto.

― ¡Normani! ―gritó, al no darse cuenta chocó con un grandulón que pasaba en frente suyo. Este la miró malvadamente y siguió caminando con su grupo de matones. Afortunadamente no la tomaban en cuenta.

Mila suspiró y gritó nuevamente. Se rindió cuando no obtuvo respuesta alguna; quería ver a Lauren.

La primera clase la aburrió de sobre manera, historia era como para acomodar su cabeza en ambos brazos, apoyada en la mesa y tomar una linda siesta. Sí, y lo hizo.

El timbre sonó y todos salieron corriendo.

'Lo más probable es que ya todos tengan pareja.", pensó Camila.

― Soy una perdedora. ― se susurró.

〰〰〰

― Lauren...―

Dos minutos. Si le preguntaran que qué estaba haciendo ahí, ella diría "Nada" y saldría corriendo, porque no querría ser más humillada.

Pero si Lauren se dignara a siquiera girarse y verla, su felicidad aumentaría aunque sea así, un poquito.

Que mal que no era así.

La de ojos verdes estaba con Lexie en su salón, ya todos habían salido y sólo ellas quedaban. Era el receso del desayuno por supuesto, nadie se quedaría sin comer.

― Por cierto, si quiero el cachorrito. ―le sonrió ella. Y ahí fue cuando Camila entró en pánico, y se golpeó mentalmente. ¿¡Cómo no podía darse cuenta que Alexandra no era quien le mandaba las cartas!? Parecía estúpida tratando de juntar piezas cuando ninguna encajaba.

La castaña vio como Lexie frunció el ceño, confundida. Claramente no entendía nada.

― ¿Qué cachorrito? ―rió leve.

― El que nombraste en la carta, ―le hizo un gesto. ― vamos, ya sé que eres tú.

― Uh,.. Lauren, yo no te he enviado ninguna carta. Y perdóname pero, tampoco te he ofrecido un cachorrito.

La cara de la pelinegra era de completa decepción, ¿qué acaso nunca descubriría a esa chica? Era anónimo y Lauren odiaba jugar.

Entonces Camila decidió entrar. Carraspeó y lentamente, se puso al lado de Lauren.

― Hola, soy Mila. ―le sonrió a Lexie. Miró a Lauren y esta la miró con el ceño fruncido. ―Eh,- vine a hablar con ella. ¿Po-drías dejarnos solas? ―trató de ser lo más simpática posible para que su odio no se notara ni en lo más mínimo.

― Claro, nos vemos, Laur. ―se despidieron, el pecho de Mila ardió en celos cuando la pelirroja la besó en la comisura de los labios de su chica.

Una vez estuvieron solas...

― Me has dejado en visto, no me hables.

Fue más seca que un desierto, habla en serio.

― ¡Oh, por favor!

― ¿Por favor qué? Te dije que dejaría a Lexie si te molestaba y simplemente, no contestaste. ¿Por qué?

― No creí que lo harías, no lo harás, estoy segura de ello.

― No pensaba que lo decía de verdad hasta ahora, ¿te has dado cuenta?

― ¿De qué?

― ¡Ella no me manda las cartas, maldita sea! No sé quien cojones es y la paciencia se acaba en algún momento.

― Lern, a penas y lleva dos cartas.

Los ojos verdes fueron a los chocolate. Rió levemente, sintiéndose estúpida.

― Tienes razón, me estoy comportando como una tonta. ―se sentó en un banco y suspiró, tallando sus ojos.

― ¿Qué harás? ―comento Camila luego de unos segundos.

― Voy a... dejarle en claro que no quiero nada con ella.

La Hija del Zapatero (Camren AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora