La castaña se sentó en uno de los asientos del aeropuerto. No podía parar de mirar su reloj de pulsera, y movía sus dedos al ritmo del tic-tac del reloj. Eran ya las tres de la tarde con 12 minutos. Su vuelo partía en cosa de minutos y aún no había ni rastro de Lauren: quizás todo había sido un sueño, quizás Lauren nunca la quiso ni como amiga ni como la chica de las cartas.
O quizás Lauren no sabía que era ella, y no quería sufrir una decepción. Si, esa era la opción más viable. El corazón de Camila ya estaba lo suficientemente herido, podía aguantarlo otra vez sin problemas.
Iba a volver a su país natal, iba a seguir persiguiendo sus sueños e iba a dejar a Lauren atrás para siempre. Camila pensó que sería pan comido.
—Pasajeros del vuelo 254 con destino a Cuba, favor dirigirse a embarque dentro de 1 minuto—anunció por el altoparlante una voz femenina. Camila suspiró. Lauren no iba a llegar, no podía seguir engañándose a si misma. Una lágrima rebelde rodó por su mejilla, y la chica la secó inmediatamente.
Tomó su equipaje y se dirigió a la máquina detectora de metales. Su teléfono vibró en su bolsillo, decidió ignorarlo, totalmente ajena al mensaje que Lauren había enviado recientemente.
"Te quiero Karla Camila Cabello Estrabao"
Se dirigió con paso firme al embarque, sujetando con fuerza sus maletas y con los sentimientos a flor de piel. Cuándo oyó su voz
—¡Camila!— gritó alguien detrás de ella. Se volteó y divisó los hermosos ojos de Lauren Jauregui corriendo hacia ella — ¡Por favor no te vayas!
Camila no cabía en si de felicidad; era ella, y había llegado. Lo siguiente que vió fue una maraña negra cubriéndole los ojos y un fuerte golpe en la espalda; al parecer Lauren había corrido a abrazarla y la había derribado en el piso, donde no podía negarle un abrazo a su chica.
—Camila— dijo la oji-verde levantando la cabeza y mirándola a los ojos — Te quiero mucho, chica de las cartas.
Le dio un suave beso en la mejilla, las lágrimas escapaban de los ojos de ambas. Ninguna podía explicar con palabras el sentimiento que las invadió a ambas, la felicidad y todas la emociones fuertes que estaban viviendo. Ni siquiera un diccionario podía ayudarlas a suplir la necesidad de palabras de ambas.
—Yo también te quiero Lauren.
ESTÁS LEYENDO
La Hija del Zapatero (Camren AU)
FanfictionElla decide que la única forma de llamar su atención,... era mediante cartas.