Capítulo 03 El regreso

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Moira estaba cansada del trayecto de regreso a su hogar, y sin el deseo de tolerar las réplicas de su padre por haber desaparecido de su radar por 5 años en los que ella simplemente quería alejarse de todo, fue encontrada y llevada ante su madre que no paraba de recordarle que tenía una misión que cumplir como cabeza de familia. La morena no quería responsabilidades, ni el liderazgo. Moira podría considerarse un lobo solitario o algo así, de todas formas, las alusiones a animales, ya sean canino o felino, tenían poco significado para ella. No quería las responsabilidades y ahora tenía que tomarlas le guste o no, especialmente al conocer más a fondo el último año a su prometida. Ebba era molesta e irritante, sumisa frente a otros y exigente cuando la morena y ella estaban solas. Para ser omega, Ebba sabía manipular a los que estaban a su alrededor, con suerte Moira había conseguido no marcarla, pero el tiempo se le estaba agotando. Si no pensaba en algo pronto, tendría que tener cachorros y dedicarse a satisfacer los caprichos de la rubia. Para distraerse un poco pensó en ir a visitar a Magnus, pues su padre apenas le mandaba unas fotos de él. Tras ir por el campus, olfateando a dominantes y sumisos en cantidad, ninguno llamaba particularmente su atención, hasta que captó la fragancia de las lilas, la vainilla y la primavera, olores extrañamente dulces y reconfortante... y algo más... Algo picante que conseguía encender su interior como una llama. El omega que desprendía esa fragancia estaba iniciando el celo. Por lo que, como cualquier alfa, de dejó guiar por el aroma de la necesidad, hasta encontrar a más de un dominante sobre una presa evidentemente a punto de ser tomada contra su voluntad. Omega o no, sea quien sea debería tener el derecho de decir que no. Entonces golpeó a los más cercanos a ella hasta llegar a un fortachón que trataba de abrir las piernas de su víctima.

— Ella dijo que la soltaran. —Dijo con un gruñido bajo y amenazador, sintiendo el miedo de la presa en el aire. Las feromonas en el aire eran pesadas. Se sorprendía de que la joven que era acosada estuviera lo suficientemente consciente para decir que no, cuando palpablemente su necesidad era abrumadora. Puede que fuera orgullo, pero la omega luchaba por su propio dominio algo admirable para quienes eran controlados por el instinto. —Mejor la sueltan antes de que los haga trizas.

— ¿Quién te crees que eres? —Gruñó el hombre fornido hasta ver los ojos amenazantes de Moira, e inmediatamente no pudo evitar la necesidad de agachar la cabeza a un ser más dominante.

—Vaya estúpido. —Suspiró al ver al sujeto irse sin hacer más alboroto. Al bajar la mirada y prestar atención a la muchacha, sus ojos se agrandaron al ver quien era. Puede que no la haya visto en casi diez años, pero no podría confundirla, especialmente por su fragancia inocente, dulce y cálida. Elise temblaba por el dolor de su necesidad, su piel ligeramente sudorosa y ruborizada. Moira la levantó en brazos, soportando su propio deseo. Era muy dominante y esa hembra necesitaba desesperadamente que calmaran su calor. Se dirigió a la parte trasera del campus gruñendo y amenazando con la mirada a cualquiera que quisiera reclamar a la joven, tras llegar a la parte más aislada, recostó a la joven bajo la sombra de un árbol. Se alegró de haber llevado ropa informal, que no le molestara en ensuciar. —Siempre metiéndote en problemas. —Se quejó y cerró los ojos, tratando de calmar las ganas que tenía de desnudar a la chica y tomarla en el césped. Elise abrió los ojos encontrando a Moira descansando con la espalda en el árbol, sus pestañas eran largas, su piel pálida de labios rojos, cabello lacio hasta los hombros y una figura elegante, delgada, pero con un busto considerable. Los genes la habían tratado bien, pues ahora en vez de una adolescente desgarbada, era una mujer muy hermosa. Pero lo que más llamó su atención, era sus ojos fríos. — ¿Mejor?

— ¿Cuándo regresaste?

—Recién... ¿Dónde está tu medicina? ¿O es que estás emparejada y el idiota no podía estar cuando lo necesitabas?

—Se me cayó la medicina y no tengo pareja. —Gimió al sentir la presión nuevamente en su vientre bajo. Estar cerca de un alfa y no haber clamado su celo la estaban enloqueciendo. —Me vidria bien ahora mismo... la medicina. ¡Dios! ¡Me duele! —Chilló al sentir más presión en su vientre, entonces vio que Moira se quitaba la blusa negra, mostrando su torso apenas con el sujetador de encaje del mismo color. — ¿Qué haces?

Tomando posesión de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora