Capítulo Final El nuevo orden

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Se levantó en su forma humana cubierta de sangre y con lo poco que le quedaba de energía se obligó a expulsar las balas de su cuerpo, cada una saliendo y dejando una hilera de sangre por los agujeros por donde salían, cuando se aseguró de estar libre de ellas, su cuerpo se tambaleó y fue sujetó por Elise, ambas jóvenes desnudas y con sangre cubriendo parcialmente sus cuerpos. Elise ocultó sus ojos cubiertos de lágrimas en el hueco entre el hombro y cuello de su compañera, respirando profundamente. Moira estaba herida de gravedad y completamente debilitada y odió al hombre que yacía muerto en un rincón. Moira era su hija, pero él la veía más como un peón para sus planes. Él no amaba a la morena, la quería utilizar y la veía desechable. ¿Esa era la naturaleza de los alfas y los omegas? ¿Los dominantes y los sumisos? No vivir los unos para los otros, sino en total conveniencia. El líder de la familia Hunt era el representante de los alfas y los omegas en el mundo humano, todos tenían que rendirle pleitesía, ahora estaba muerto. Moira ganó. Moira era la nueva líder. Moira debía dominar de ahora en adelante, cosa que se demostró al ver a los pocos hombres armados a su alrededor, todos ellos soltando sus armas u arrodillándose ante ellas.

—Viniste, aunque te dije que no lo hicieras. —Susurró débilmente junto a la oreja de Elise.

—Soy tu compañera, omega o no, lucharé contigo.

—Eso veo... Eres una hermosa loba.

—Soy una loba, eso es... impresionante. La verdad no creí que pudiera, pero atacaron el hotel y tuve que huir, necesitaba pensar en algo y esto era lo único que tenía en la mente. Era como un gran poder naciendo en mí solamente cuando pensaba en ti y en nuestra conexión. Sabía dónde estabas, podía sentirte muy claramente.

—Yo también podía sentirte, fuerte, poderosa, agresiva y hermosa... Además de totalmente mía.

—Soy tuya y eres mía, Moira, lo éramos desde que nacimos... Estábamos destinadas a estar juntas.

—Para siempre, mi amor. —Dijo y dio un beso en los labios a Elise, soltándose del abrazo y caminando lo más dignamente que podía mientras soportaba el dolor de sus heridas, quedando frente a los hombres que antes eran dominados por su padre. —Yo soy alfa sobre otros alfas, su líder y el de todos los omegas que pisan estas tierras. Desde ahora se hará mi voluntad. ¿Quedo claro?

—Sí, alfa.

—Quiero que salgan de aquí y anuncien lo que ha pasado, que les digan a todos quién gobierna ahora. Elise es mi pareja, por lo tanto, ella rige después de mí, así como mis hijos y sus hijos. Mi poder es absoluto.

—Como diga, líder.

—Ahora largo de aquí. —Demandó y ellos corrieron velozmente, por lo que Moira soltó su agotado cuerpo y cayó al suelo.

— ¡Moira! —Gritó Elise y se arrodilló a su lado, colocando la cabeza sobre sus muslos, mirando a su pareja ojerosa y completamente pálida. —Moira, bebé... Despierta, por favor.

—Estoy bien... No te preocupes... Sólo estoy... cansada.

—Moira... ¿Qué puedo hacer para ayudarte?

—Ya lo hiciste... Viniste por mí... Me ayudaste a ganar... Gracias, compañera.

Moira cerró los ojos, se sentía a salvo en los brazos de su compañera, completamente segura de que nadie más podría separarlas. Los sueños en su estado debilitado eran los mismos. Ella frente a una pequeña altanera niña con el rostro lleno de pecas y cabello naranja. Ella siempre la veía de lejos, cuidándola, imaginándose su vida en el futuro, en conocimiento de que estaba destinada a esa infanta. Elise era todo lo que ella quería, una compañera que la desafiara, que jugara con su paciencia, con la que pudiera decir que era su igual y no un peón. Eso era lo que quería para su descendencia. Especialmente cuando de ella nacieron dos infantas, ambas de cabello moreno. Una de naturaleza alfa y una omega. La más agresiva ya mostraba potencial de ser una líder, la otra era mucho más calmada y dulce, incluso más que Elise. Lo sorprendente es que ellas cambiaban de forma intermitente de lobos a humanos, ambas consiguiendo las características del licántropo que habían sido en la antigüedad. No únicamente eso, los alfas y los omegas habían recuperado paulatinamente esas habilidades. Algunos creando sus propias manadas, sin estar ocultos de los humanos. Se dividieron en territorios, todos con sus respectivos líderes, no obstante, Moira seguía siendo la más poderosa, y sabía que sus hijas también lo eran, no importaba las luchas que enfrentara por el territorio, ella siempre ganaba. Su mansión cambió a un territorio más amplio, creando su propia guarida, encontrando a los que eran como ella, para darles un lugar seguro. Ella era su líder. Por supuesto, no a muchos humanos les gustaba el orden modificado de las cosas. Ahora la palabra beta se había convertido a todos los de naturaleza licántropo que no podían transformarse, y los humanos volvieron a ser sólo humanos. El nuevo orden había empezado.

Tomando posesión de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora