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Antonio Benito siempre estaba al tanto de las miradas. No solo cuando se hizo famoso y tuvo muchos fans, sino desde la infancia, cuando comenzó a cantar en un coro. Por ende, sabía muy bien cuándo alguien lo estaba observando. Siempre sabía cuándo tenía a alguien mirando. Y ahora mismo, mientras hacía su papel de "The Wolf", notaba muchas miradas sobre él.

No solo las del director y las personas encargadas de supervisar todo, sino que también notó una mirada fija en su nuca. Era una de esas miradas que dan miedo, intensas.

Cuando Benito, sintiéndose observado, se confundió nuevamente con una línea, el director gritó "¡Corten!" por cuarta vez. Benito pidió un descanso para repasar el guion una vez más.

Pero en vez de leerlo de nuevo (pues ya se sabía de memoria no solo sus líneas, sino también las de los demás), fingió que lo estaba repasando mientras observaba su entorno.

Y fue entonces cuando cruzó su mirada con Brad. En ese momento, se sonrojó por alguna razón extraña y apartó la vista rápidamente. No podía mirarlo por más de tres segundos. Sus ojos azules eran tan penetrantes que pensaba que, si lo hacía, le congelarían el alma. Se deshizo de esos pensamientos raros y volvió a concentrarse en su papel.

Cuando terminaron de grabar las tres escenas, ya era tarde. Se sorprendió de lo lento que podía ser el proceso de grabación, al notar todo el procedimiento de montar una escena y cómo cada detalle era trabajado para que todo fuera perfecto para el espectador.

El trabajo del día para Bad Bunny estaba terminado, y se sintió satisfecho. "Creyeron que podrían intimidar a Bad Bunny, pero no", pensó de manera victoriosa. Todo el equipo estaba despidiéndose y muchos ya se habían marchado a sus respectivos destinos. Solo quedaban los encargados de limpiar.

Decidió que también era su momento de irse, pero recordó la ropa que le había prestado Brad y que aún no había devuelto. Recogió la ropa que había dejado en su camerino (olvidándose de lavarla, por lo que aún olía a él), pero pensó que no era gran cosa. La planchó como pudo con la plancha de su caravana y se dirigió a la caravana de Brad, que, por cierto, no estaba tan lejos.

No sabía por qué, pero creyó que Brad, como los demás actores, ya se habría ido a su mansión. Sin embargo, al ver la luz encendida en la caravana, se estremeció.

Lo primero que pensó fue que tal vez se había olvidado de apagar la luz, pero cuando estaba a unos pasos de la puerta, oyó unos gritos al otro lado y luego ruidos, como si algo se hubiera caído. Lleno de curiosidad, decidió escuchar.

—¡Pero también son mis hijos! —se oyó un grito muy fuerte.

—No puedes hacerme esto, no puedes apartarlos de esta manera de mí —esto último sonaba más como un lloriqueo triste.

Cuando Benito notó que era una discusión y no un tema de vida o muerte, comenzó a alejarse rápidamente. Pero justo cuando estaba por irse, tropezó accidentalmente, causando un ruido fuerte. Entonces, escuchó a Brad decir:

—Creo que están llamando a la puerta, necesito irme. Pero nuestra conversación aún no ha terminado, perra —dijo esto último con mucho odio.

Al oír unos pasos acercándose, Benito entró en pánico. Se enderezó rápidamente y recogió la ropa que había dejado caer por su torpeza. Cuando el actor abrió la puerta, miró a Benito con expresión cuestionadora. Benito, tratando de aparentar que no había escuchado nada, dijo con voz tranquila:

—Hey, Mr. B— Brad Pitt... —se maldijo internamente por tartamudear—. Le traigo el conjunto que me prestó tan amablemente.

Brad Pitt miró primero la ropa y luego al cantante, y fue cuando Benito notó algo: el actor había estado bebiendo. "Genial", pensó.

Dímelo antes de que me vaya Donde viven las historias. Descúbrelo ahora