20. Pañal.

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Hi~ Como les comente, el sexo es un tema bien extensivo acá y ayer nos pudimos meter un poco más en la experiencia de Ash, pero hoy nos tenemos que meter más en lo que ha significado para Eiji, así que por favor les pido que vengan un poquito libre de prejucios considerando lo dura que es la situación y eso, más con paternidad encima. Ya vamos en 2/3 de la dinamica, chan.

Mil gracias por tanto.

Mil gracias por tanto

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—No, no tengo nada que decirle.

—Sí, tienes que decirle.

—¿Por qué no le dices tú en ese caso?

—¿Eso quieres? ¿De verdad?

—No. —Suspira—. No quiero eso.

Eiji se hunde sobre el sofá, su mirada navega alrededor de la lustrosa sala de espera, la tonalidad de las paredes es una vibrante mezcla entre azul y blanco, una serie de mesitas con soportes de cristales se extienden hacia la puerta del baño, hay revistas enfocadas a la salud mental tiradas en un canasto de mimbre mientras una especie de ¿música? ¿mantra? Retumban en la radio en busca de proyectar paz supone, sus bebés descansan en un portabebés doble a su lado en el sillón. Cada mes tienen esa sesión individual en su terapia de pareja y aunque Ash debería estar cuidando a sus bebés hubo una serie de problemas con la universidad que convocó su presencia con urgencia y por ende, ni siquiera alcanzó a buscar una niñera. No le importa mucho en realidad, le encanta pasar tiempo con sus hijos y hey, ¿qué mejor escenario que escuchen lo trastornado mentalmente que está? Los dioses ocultos en Izumo lo van a castigar por negligencia, lo asegura.

—¿Ei-chan? —La voz de su hermana retumba al otro lado del auricular, siendo franco, había estado evitando tener esta conversación porque anticipaba que llevaría a su madre y si bien, le dijo a Aslan que es su mamá a pesar de todo, no está seguro de si la quiere cerca de Jade y Dawn.

—Le diré, solo dame tiempo. —Sus zapatillas se arrastran hacia la orilla del sillón, una colilla a medio consumir pende entre los bordes y eso lo hace fruncir el ceño, su cultura tiene sumamente arraigada el respeto y no debería sorprenderle que los yanquis sean así.

—Te da miedo contarle.

—No. —Escamotea.

—Puedo escuchar el miedo en tu voz.

—¡Masako! —Gimotea haciendo reír a sus pequeños, al menos alguien se deleita con el sufrimiento.

—Te da miedo contarle por lo que pasó con tu esposo. —Odia que su hermanita lo conozca tan bien en la misma medida que lo ama—. ¿Él sabe?

—¿Ash? —Pronunciar su nombre deja un resqueme helado alrededor de su garganta, si bien ya pasó más de una semana desde el incidente todavía existe una espina incrustada en su corazón, (más que nada, en su autoestima)—. Tiene una idea de cómo es mamá pero no le he dado detalles en demasía.

All too well [Agosto de MPreg]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora