28. Juegos.

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Hi~ Subo esto bien temprano porque trabajar/estudiar todos los días convirtió este en mi día de invernación para poder sobrevivir, así que iré a morirme por allá. Pero no antes sin dejar este capítulo que lejos es uno de mis favoritos, la verdad me apegue mucho en el fic y aunque sí ha sido más pesado mantenerlo que otras dínamicas porque de verdad me metí demasiado encima, me siento muy contenta de haberlo podido terminar practicamente. Otra vez, gracias a cada participante del fic, probablemente no me hubiera mantenido tan motivada e hypeada sin el apoyo y afecto de tantas personas especiales para mí a quienes referiré al cierre, pero ha sido bakan estar en esto y ha sido aún más bakan tenerlos acá. Así que es hora de ir cerrando. 

Gracias por tanto.

Ash no sabía que los humanos podían volar, de hecho si se identificaba en demasía con esa metáfora del leopardo congelado era por lo mismo

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Ash no sabía que los humanos podían volar, de hecho si se identificaba en demasía con esa metáfora del leopardo congelado era por lo mismo.

Volar era una noción que implicaba libertad mientras que su carcasa congelada era la obvia antítesis.

Para personas como Ash «libertad» era un concepto casi fantasioso, como si se encontrara a la salida de un laberinto del que no ha podido salir, cada decisión que ha tomado es una bifurcación doblada que lo ha arrastrado ahí dentro: desde que eligió contarle a Jim sobre el entrenador Wilson, cuando se escapó de la casa de su tía, cuando vagó por las calles hasta que finalmente lo acogió el proxeneta de Dino, sí, cada elección lo llevó a esta ruta inequívoca dónde sabe que algunos afortunados poseen acceso a la presunta libertad (porque los escucha reír afuera) pero Aslan no, y por mucho que anhele no saldrá volando, así que tiene que seguir vagando y vagando.

Sí, Aslan no creía que los humanos pudieran volar.

—¡Si voy a morir, prefiero morir intentando algo!

Hasta que conoció a Eiji.

Al principio no podía creer que el extranjero tímido que apenas podía sostenerle la mirada en el bar estuviese arrancando esa rancia tubería ya que bueno, Ash había planeado entregarse para qué Skip y el desconocido pudieran salir. Pero ahí se plantó frente a un muro con una maldita terquedad que lo sacó de quicio ¿acaso enloqueció? Ni siquiera había una colchoneta. Entonces su mirada de ciervo se desvaneció para ser destronada por una fiereza que lo dejó boquiabierto, hasta él mismo concibió una desbordante electricidad bombeando en su propio cuerpo, sus ojos brillaron y Eiji brilló en toda esa transformación, corrió y bastó un abrir y cerrar de ojos para que estuviera...volando. Eiji en serio voló igual que el fénix resurgiendo de las cenizas, alcanzando la libertad, aunque terminó demasiado pronto, se grabó por siempre en el corazón de Aslan.

Hermoso, fue lo primero que pensó.

Eiji era hermoso y volaba.

Lo deslumbró de sobremanera que esos ojos temerosos que tanteaban a través del bar al conocerse pudieran brillar así, era más fuerte de lo que creía, incluso sino pertenecía a su mundo o si Arthur lo terminaba de atrapar junto a Skip no creía que importara, Eiji hizo un milagro al extender de sus alas invisibles, ahí supo que sería un error subestimarlo y por ende nunca lo hizo. Tal vez se malinterpretó su afán por resguardarlo, pero jamás fue desde la fragilidad de Eiji, sino de la suya. Al verlo enfrentar a su madre comprobó esto de nuevo, Eiji simplemente ardió, se permitió arder, voló hasta quemarse con los rayos del sol y resurgió como ese fénix que vislumbró cuando lo conoció.

All too well [Agosto de MPreg]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora