23. Apoyo.

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Hi~ Siento que ya no nos queda nada, estoy considerando hacer un epilogo porque me volví adhesiva a este pobre fic, de verdad me acostombre a escribirlo a diario, spi, puede ser agotador y todo lo que quieran, pero pucha que lo echaré de menos. Oh well, para hoy solo me queda recordarles que traten de no ser tan violentos en los comentarios porque ya lo veo, eso, muchas gracias por leer.

¡Espero que les guste!

Ash Lynx está acostumbrado a perder a quiénes ama y sin embargo, no acostumbra a las despedidas

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Ash Lynx está acostumbrado a perder a quiénes ama y sin embargo, no acostumbra a las despedidas.

Las despedidas no forman parte de su vida.

Nunca da un adiós.

No alcanzó a despedirse de Griff cuando murió en el consultorio de Dawson con una bala atravesada en el tórax, los ojos de Skipper se llenaron de lágrimas antes de que se pusiera frío, realmente helado y falleciera encima de su regazo, su «lo lamento» quedó atorado bajo su lengua al presionar el gatillo y atravesar a su mejor amigo en el pecho. La muerte es su pan de cada día y no debería dolerle tener que despedirse si en el fondo, siempre lo espera, la muerte es ese fantasma constante al que si bien, puede elegir ignorar no se va, (nunca del todo). Así que no debería resultarle doloroso despedirse si lo anticipa. Las personas se van sin preámbulos, están un instante y al siguiente se esfuman, inclusive antes, su madre ni siquiera estuvo en su infancia y lo abandonó sin explicación.

Pero con Eiji nunca fue capaz de despedirse, ni siquiera cuando le entregó un discurso roto a Blanca sobre nunca volverlo a ver.

—Lo estoy dejando volver a su propio mundo.

Fue lo que le dijo a Sing.

Aunque no fue del todo sincero, porque aun estando dispuesto a no verlo jamás se encargó de que estuviera a salvo bajo el cuidado de Max, Ibe, Jessica e inclusive la pandilla. No tenía las pelotas para ir por él mismo, porque sabía que apenas viera a Eiji no podría separarse nunca más. Pero entonces...

«Mi alma siempre estará contigo».

Le escribió una carta de amor que lo hizo aferrarse con garras y dientes a la vida una vez que Lao lo apuñaló y lo incitó a seguir adelante, a recordarse a sí mismo que no era un leopardo, a querer tener un cierre, una despedida o quizás, un inicio. Así que mierda, llamó a Max y a emergencias y consiguió sobrevivir. No era justo, Eiji se merecía una despedida, y no una malditamente cobarde como la que le dio en el hospital.

Sa-yo-na-ra.

Ni siquiera pudo contener el llanto cuando se lo dijo, fue patético, le hizo trizas el corazón. Y cuando por fin creyó que podría desvanecerse (así como todos sus seres amados se desvanecieron sin previo aviso).

—A...Ash...

—Eiji.

Ahí estaba ese terco otra vez (y no debería sorprenderle si Eiji se las había arreglado cientos de veces para desafiar al destino y quedarse a su lado). Fue demasiado, su llanto angustiado, la desesperación arremolinada en sus ojitos cafés mientras intentaba despertar y hablar, pero Ash siempre hacía esto, ¿no es cierto? Rompía el corazón de los dos por sí mismo. Aun así, Eiji trató de detenerlo, estirándose en esa delgada bata de hospital para llegar una vez más hacia Aslan y saltar sus muros in-saltables y hacer lo imposible posible otra vez. Pero entonces, llegaron Charlie e Ibe y le dijo que huyera. Porque así es Eiji, para Eiji anteponer y amar a Ash es natural.

All too well [Agosto de MPreg]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora