Time skip

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Día 5: Time skip.

Vuelvo para traer otro one-shot de la SherLiam week del año pasado, este me llevó bastante, pero ya quedan solo dos, ¡muchas gracias por leer!

―¿Qué te parece? Ya sé que no fue fácil traer todo hasta aquí, pero el paisaje lo compensa ―le dijo Sherlock mientras contemplaba con orgullo el horizonte más allá de las colinas de South Downs Way, en East Sussex. La alfombra de césped verde y húmedo, sobre el cual había dispuesto un grueso mantel, se extendía hasta los lejanos acantilados que apenas llegaban a vislumbrar desde su posición.

     ―Es muy bello ―admitió William―. Aunque hubiese estado conforme con algo más sencillo, sin necesidad de venir hasta aquí.

     ―Es más sencillo que ir a un restaurante ostentoso, si me preguntas. Además nunca es mal momento para hacer un viaje.

     ―¿"Y así nadie vendrá a molestarnos"? ―completó sus pensamientos por él, dirigiéndole una mirada divertida, en tanto lo ayudaba a sacar la comida de la canasta y a ponerla sobre el suelo, a los pies de un gran árbol de ramas desnudas―. Si tanto querías tenerme para ti, Sherly, deberías admitirlo.

     ―Podría decir eso de ti también, o no hubieses aceptado sin rechistar.

     La mañana antes de que cumpliese los treinta y cinco años, William encontró una nota sobre el velador. Iba sin firmar, puesto que su novio sabía por descontado que reconocería su letra; en ella le citaba en la estación al día siguiente sin entregarle mayores explicaciones. «Prepárate y empaca algo de ropa», decía. Menos aún se molestó en comentar a dónde planeaba llevarlo.

     En realidad había estado esperando una sorpresa de su parte: a pesar de que aquella fecha correspondía a su verdadero cumpleaños, uno que no se molestaba en recordar ni mucho menos celebrar desde que se deshizo de su nombre, Sherlock tenía la costumbre de hacérselo notar con algún detalle. Era uno de aquellos gestos suyos que nadie que le conociera imaginaría, y otro de sus muchos secretos compartidos.

     Pronto descubrió que el plan era pasar el fin de semana en Eastbourne, ciudad ubicada a hora y media en tren desde la capital. A parte de esta corta distancia y del ambiente tranquilo que lo envolvía, William supuso que habría otro elemento escondido detrás de su elección. No obstante, no tenía prisa en descifrarlo. Ya que él se esforzaba en hacer de ese un día especial lo que correspondía era que no lo desperdiciaran.

     ―Puede que sea comprado, pero sabe bastante bien ―elogió Liam el pastel de zanahoria que acababa de probar. Lo habían conseguido en una panadería cercana a la posada en que estaban alojándose, antes de llegar ahí―. ¿No vas a comer?

     Sherlock, que por unos instantes le pareció completamente absorto, agarró el tenedor y acto seguido le arrebató un trozo del plato.

     ―Si me lo das en la boca comeré con ganas ―le propuso con una sonrisa tras devorarlo.

     ―Creía que era mi cumpleaños.

     ―¿No puedo pedir una insignificante retribución? ―dijo medio en broma―. Aunque si lo pides, te alimentaré yo a ti primero.

     ―¿Y de qué sirve si tengo que pedirlo? ―contraatacó―. Sobre todo cuando eres tú el que sacó la idea.

     ―No digas eso, Liam ―suspiró con una sonrisa irónica―. A veces me gustaría que me necesitaras tanto como antes.

     Soltó lo último haciendo una mueca y, seguidamente, se dejó caer sobre sus piernas juntas. William se vio obligado a colocar el plato con el pastel sobre la manta antes de derramarlo por accidente encima de su coronilla. Acostumbrado como estaba a sus pequeños y esporádicos caprichos, le desató el largo cabello negro y comenzó a acariciarlo con delicadeza.

Tú y yo estaremos bienDonde viven las historias. Descúbrelo ahora