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—¿Qué mierda fue lo que hice? —Chan susurró con la respiración agitada, miró hacia el techo e intentó calmarse

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—¿Qué mierda fue lo que hice? —Chan susurró con la respiración agitada, miró hacia el techo e intentó calmarse. Su mano temblaba, lo que había hecho no estaba bien. No era la primera vez que se había quedado mirando los labios de su mejor amigo aunque odie admitirlo. Lo tomaba como un juego, como parte de su imaginación, nunca se le pasó por la cabeza hacer algo al respecto. Por lo menos, no desde que se convenció que lo que sentía por Felix era un amor fraternal, el mismo amor que la gente siente por un hermano, por un primo, por un familiar en sí. La situación seguramente lo había sobrepasado, porque completamente cuerdo, jamás habría hecho eso.

Felix por su parte, estaba quieto hasta que observó como la maldita araña se burlaba de él pasándose de una esquina a otra. Corrió por el sillón y saltó hasta el pasillo. Empezó a golpear la puerta del baño con fuerza. Pero Chan solo quería que dejara de golpear. No podía abrirle, no quería abrir, no aún. Necesitaba pensar, no era fácil intentar comprender todo en un minuto. Solo había hecho una técnica para que guardara silencio, tal como lo habían hecho en aquella película de amor. No, Chan negó, solo había sido culpa del momento, de los gritos, a él le gustaba Tzuyu, estaba enamorado de ella, por eso le pidió matrimonio.

Aunque, ahora el anillo que le pertenecía estaba en el dedo de Felix, quien no podía deshacerse de el por una razón no cuerda, y que según una mujer, era un anillo de amor que nunca se equivoca —¡Ah! No puede ser, me volveré loco. —murmuró, era una locura. Hace una semana todo hubiera sido relativamente normal ¿Por qué ahora no? ¿Por qué lo había callado con sus labios? Tranquilamente podía haberle puesto su mano en la boca.

Llegó un momento en que Felix se cansó de pedirle que abriera, estaba teniendo problemas también, aún no podía creer lo sucedido. Se sentó en el piso, lejos del cadáver de la araña por la que tanto había sufrido minutos atrás. Toda su mente estaba procesando el beso o por lo menos lo intentaba, sentía cosquillas, pero cuando vio el anillo en su propio dedo quedó confundido. —Quizás el anillo tiene razón y Chan sí siente algo por mí pero esto está muy encerrado en su corazón. —suspiró. —Aún así no puedo ser egoísta o iluso, se casará con otra persona y al final todas serán ilusiones mías que me hundirán más. Creo que me volveré loco. —sacudió su cabeza, sacando los pensamientos que no le servían. Así se mantuvo un buen rato, colocándose de pie, moviéndose de un lado hacia el otro hasta que de nuevo se dio cuenta de la araña y no hizo más que subirse al sillón, muerto de asco. Por un momento olvidándose de lo que había pasado en ese mismo lugar.

Pero el tiempo pasaba y el silencio era muy difícil de soportar. Cansado de que Chan lo ignorara, se sentó al otro lado de la puerta. —Sé que estás confundido, pero yo no estoy pensando nada malo sobre ti. Es la situación. Vimos la película, el anillo. Es demasiado para procesar. —Felix aferró sus manos, dándose fuerza. —Sé que me quieres como un amigo, somos los mejores amigos. Amas a Tzuyu. Este roce no significó nada ¿si? Deberíamos olvidarlo.

Chan respondió. —Sí. —que por lo menos dejó a Felix más tranquilo. Se puso de pie y observó la puerta un rato. Era el primer beso que compartían. Por supuesto que era algo grande, pero si Chan sufría, él no podría ser feliz.

Un rato después, alguien llegó a la puerta y tocó fuertemente. Felix observó la puerta y suspiró, con el dolor de su alma fue a abrir. Primero pasó con cuidado para no pisar la fea araña. Esquivando también la lámpara que había caído, la cual recién notaba que estaba hecha trizas.

—¿Quién? —se le ocurrió preguntar antes de abrir, uno nunca sabía quién podría estar al otro lado.

—Soy yo Lix, ábreme la puerta. —Felix miró el interior y estaba desordenado, pero no tenía tiempo para recoger todo. Se arriesgaría.

—Changbin hyung. —lo abrazó con fuerza apenas apareció al abrir. Al soltarlo lo hizo pasar.

—¿Qué pasó aquí? —era la pregunta que Felix esperaba. —¿Por qué hay palomitas en el suelo, una araña muerta y una lámpara quebrada?

—Es que estaba con Chan, una película, mirando una película y...

—¿Está el anciano aquí? ¿Dónde está que no lo veo? No me digas que está en tu habitación y que todo este desorden es porque... —se le comenzó a desfigurar la cara y Felix entró en pánico.

—No, quita esas ideas locas de tu cabeza. —exclamó asustado.

—Aquí estoy enano. —espetó mientras salía de donde se encontraba como si nada hubiera pasado. Observó a Felix y le hizo un pulgar arriba, que decía que estaba todo bien.

—¿Estabas en el baño? Cochino.

—Es normal, como si tú no fueras.

—¿Por qué tienes tu mano vendada? —decidió preguntar, ignorando la respuesta obvia del baño.

—Bueno es que había una araña y la maté, después me caía y me doblé la mano, pero solo es dolor, nada grave. —respondió Chan más calmado, ahora. Cuando escuchó que alguien había llegado se asustó tanto que tomó un pedazo de género y se lo enrolló en la mano para esconder el anillo. No quería que nadie se enterara de tan inusual problema, sobre todo si involucraba a Felix. Changbin era demasiado protector por lo que de seguro lo castra y lo dejaría sin descendencia si se enterase.

—Bueno, ojalá no sea grave. —dijo Changbin, después de todo lo quería mucho, a su manera pero lo quería. Volvió a mirar a Felix, preguntando si quería que le preparara algo de comida. Este respondió con monosílabos ya que solo veía a Chan haciéndole señas raras que al principio no entendía. Quizás se había vuelto loco pensó, hasta que comprendió que era para que escondiera el anillo. Lo único que se le ocurrió fue esconder su mano en el bolsillo.

Con cuidado de no mostrar más de lo debido, limpiaron la casa. Changbin empezó a cocinar para ambos ya que había traído cosas del supermercado porque sabía que Felix no es de las personas que están al pendiente de si hay comida en el refrigerador. Bastante soñador y despistado pero indudablemente una cualidad muy tierna. Changbin sonrió.

—Felix. —tomó el cuchillo grande, apuntándolo. —¿Por qué tienes tu mano en el bolsillo? No la has sacado en ningún momento. Algo escondes, déjame ver. —dejó el arma corto-punzante en la mesa y se acercó a tironear la mano del bolsillo mientras este miraba a Chan con cara de terror porque si este se enteraba que el anillo tiene que ver con él, de seguro le corta el dedo para perder la relación. Y eso no podía suceder, debía proteger a su mejor amigo. —Felix ¡Muéstrame la mano! ¿Qué escondes?

 —Felix ¡Muéstrame la mano! ¿Qué escondes?

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Tu anillo no sale de mi dedo ► ChanLixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora