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—Chan ya ha pasado una semana

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—Chan ya ha pasado una semana. —Felix estaba sentado en la mesa intentando comer una combinación de recalentado de los días anteriores. Chan estaba preparando el jugo así que se apoyó en la mesa mientras jugaba con el tenedor. —Tzuyu vuelve pasado mañana ¿Qué hacemos? Tu anillo, ambos anillos. —observó su dedo, se había acostumbrado a ver su mano con el anillo de oro. No podía decir que el dolor en el pecho había aminorado con el tiempo. Le dolía, el compromiso era algo importante. Era el muro que jamás podría pasar.

—No te preocupes. —le dio un abrazo. No es que le molestara que Chan lo abrazara con fuerza y con el cariño que mucho tiempo deseó que fuera algo más. Odiaba sonrojarse cada vez que sentía como el rostro de Chan se acercaba peligrosamente, o como su aliento golpeaba su cabello o su cuello. El recuerdo del maldito beso lo estaba matando, a pesar de que había intentado olvidar. Obviamente no todo era tan fácil y al entender que eso no pasaría, decidió guardar el beso en lo más profundo de su corazón.

Ahora solo se preocupaba de que no le afectara en su concentración con el estudio ni en el límite de sus sentimientos no correspondidos.

Felix se alejó torpemente y tomó un trozo de carne que se metió a la boca con una mueca. No sabía cuantas veces había comido lo mismo. Observó que ahora, Chan estaba limpiando unas cosas en el lavaplatos, concentrado tarareando una canción que seguramente había escuchado una vez. Le corría el agua por su brazo y caía al piso.

Suspiró, recordó como el agua bendita no había funcionado. La visita a la casa de Minho solo hizo que se confundiera aún más. Chan se había comportado de forma celosa, no encontraba otra forma de explicarlo. La posición de su brazo y su rostro lo decía a gritos. Aunque sinceramente prefería equivocarse, las ilusiones en su cabeza solo provocaban que la incomodidad creciera.

—Felix... —Chan le estaba hablando, parpadeó rápidamente y se sentó correctamente en el asiento. El rostro de su mejor amigo mostraba que seguía estudiándolo y para ser francos, le estaba afectando demasiado. —¿Necesitas otro abrazo?

—No es bueno que hagas esto. —susurró Felix, tomando el vaso de jugo que tenía a su costado.

Chan se enderezó y asintió. —Veo que no has comido demasiado. En realidad te entiendo. Yo tampoco comería algo que pase tragando toda la semana. ¿Te parece si vamos a comer?

Felix asintió de buena gana. A los minutos ya estaban saliendo.

•••

—La gente de aquí nos está mirando raro. —Felix picó el brazo de Chan. El restaurante en el que estaban comiendo era elegante, pero no tanto como para tener que usar un traje. Seguramente estaban siendo observados por culpa de su mejor amigo. Dirigió su mirada a la camarera que estaba preparando unas órdenes, obviamente estaba sonriendo y reía junto a una amiga mientras los apuntaba ligeramente. Rodó los ojos cuando notó como se levantaba la falda y desabrochaba un botón de su blusa. No era vulgar, pero para Felix era un comportamiento típico de mujer de baja clase.

Tu anillo no sale de mi dedo ► ChanLixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora