Los ojos grandes y naranjos se movían al rimo de la cabeza de Kyojuro. Senjuro observaba tristemente a su hermano cabecear. Recién eran las diez de la mañana y al parecer no había pegado ojo en toda la noche.
—Hermano—susurró Senjuro muy bajito. No queriendo sobresaltarlo—hermano despierta.
El pilar del fuego abrió los ojos de golpe, encontrándose con la mirada preocupada de su hermano. Bostezó despreocupadamente y se estiró como si se tratara de un minino. Se sentía agotado y le daba vergüenza admitir que se había quedado dormido casi en todos los rincones de la finca.
—¿Por qué no vas a dormir? —preguntó Senjuro acariciando su espalda—Yo puedo encargarme del almuerzo.
—No. De verdad que estoy bien, solo pasé una mala noche.
—¿Cómo todas las demás? —preguntó su hermano reprendiéndolo—Hermano, no has dormido bien durante semanas. Diría que incluso desde mucho antes de que Tanjiro se marchó. ¿Acaso estas preocupado por él?
El rostro blanco de Kyojuro se tiñó groseramente de rojo. Senjuro se le quedó mirando con risa en su rostro. Había lanzado esa oración sin expectativa alguna, nunca imaginó la semejante reacción en su hermano mayor.
—¡No! ¡Por supuesto que no! —exclamó Rengoku eufóricamente—Quiero decir, estoy preocupado, pero no para quitarme el sueño. Confió plenamente en las habilidades de mi alumno y doy por sentado que está bien.
—¿En serio? —preguntó Senjuro alzando una ceja.
—Así es.
—Muy bien— dijo Senjuro sabiendo que insistir no lo llevaría a ninguna parte. Entonces decidió cambiar el tema— sabes que hoy mientras pasaba por el mercado me encontré este pequeño panfleto.
El panfleto de color café quedó a la vista de los dos hermanos Rengoku. Los ojos de Senjuro brillaban de emoción por el contenido del papel.
—¿El festival de las luciérnagas?
—¡Si! De hecho, ya están poniéndose los puestos. Comienza en dos días más.
—Ya veo.
—Le comenté a nuestro padre si le gustaría ir, y me dijo que no tenía problema. De todas formas, me gustaría que pudiéramos ir los tres, pero...
Senjuro más que nadie sabía cómo estaba la relación entre su padre y su hermano mayor. Desde el día de la disputa, no se dirigían palabra alguna. Si bien los tres se reunían para las comidas, ninguno era capaz de generar algún tipo de conversación. El ambiente era tan tenso y frío que Senjuro sentía que hasta él podría cortar el aire con su espada.
—Ve tú con nuestro padre— dijo Kyojuro tomándole la mano para acariciar su dorso—No dejes que nuestra pelea opaque la relación que estas teniendo con él. De verdad me doy cuenta de que está haciendo un gran esfuerzo para ser un padre más presente para ti. No lo desaproveches.
Kyojuro le sonrió sinceramente, cosa que no hacía desde hace mucho tiempo. Eso dejó a Senjuro un poco más sereno. Apreció el consejo de su hermano prometiéndole traerle la comida que sirvieran ahí.
La noche anterior al festival, Rengoku se quedó en la sala leyendo algunos pergaminos que pertenecieron a su familia hace algunas generaciones. Desde que Tanjiro se había marchado intentó recopilar toda la información de la danza del dios fuego. Su familia no tenía mucho material, así que recurrió a algunos conocidos para poder reunir algo un poco más concreto. Lamentablemente, tras horas de intensa lectura, las letras comenzaron a bailar frente a su ojo derecho.
—Ya es suficiente— dijo el pilar alejando el pergamino de su vista.
Suspiró cansadamente y cerró por unos instantes los ojos. Entonces un pequeño bullicio lo despertó y se dio cuenta de que era la caja de su alumno que estaba en el centro de la habitación.
ESTÁS LEYENDO
Heridas Silenciosas
FanfictionKyojuro Rengoku ha logrado sobrevivir tras la misión del tren y el ataque de Akaza. Pensando que eso fue lo peor a lo que se ha enfrentado, el pilar del fuego se dará cuenta de las dificultades que le tiene la vida deparada para el futuro.