Capítulo 43: Pequeña Plática

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—¿Te llamó la atención el chico de Kamomedai? —Puso por fin las palabras sobre la mesa Hinata, dando un pequeño respiro al comenzar a jugar con sus dedos y sus ojos cafés se direccionaron hacia abajo, en un modo de querer acomodar todo sin llegar ...

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—¿Te llamó la atención el chico de Kamomedai? —Puso por fin las palabras sobre la mesa Hinata, dando un pequeño respiro al comenzar a jugar con sus dedos y sus ojos cafés se direccionaron hacia abajo, en un modo de querer acomodar todo sin llegar a ser difícil.

La habitación se quedó en silencio, la cara de Shoyo poco a poco se fue tiñendo de rojo, y su corazón se vio enjaulado en medio por no recibir respuesta de su Alfa. Kageyama no movió ni un músculo, que Hinata tuvo que voltear a verlo y así poder controlar qué era lo que exactamente pasaba. Sin esperarlo, sólo se topó rápidamente con los ojos azules ajenos bien abiertos, con la mirada perdida y sin entender del todo lo que ocurría.

—¿Hablas del número 5? —consideró, poniéndose serio y recuperando su compostura al ver a Hinata asentir, expectante. Kageyama apartó la mirada por unos segundos, tomando su tiempo para responder, antes de asentir.

Hinata bajó la mirada al suelo una vez más.

—Eso pensé... —murmuró, tratando de no sentirse mal y sólo queriendo hundirse un poco más. Kageyama dio un carraspeo, tras entender tarde el rumbo de palabras con el que Hinata estaba llevando las cosas, y quiso aclararlo todo antes de que un malentendido se hiciera presente.

—Pero no es de la forma en la que estás pensando, mi gusto hacia ti es completamente diferente —organizó sus ideas, dejando salir un sobresalto al de menor estatura tras dar un pequeño sonido con su boca, y sus labios se entreabrieron—. Si describiera a ese número 5, diría que es un Pequeño Gigante... —realizó una interpretación venidera por completo para darle más seguimiento y Hinata dio un pequeño recordatorio pasajero que viajó por su mente—. Mide como 1.70, y es extraño ya que nunca lo he visto en mis revistas —decretó con destreza, haciendo recordar a Hinata el pasatiempo de Tobio. Claro, no se le extrañaría que Kageyama tuviera todos sus estantes llenos de revistas enfocadas al deporte.

—¿Así que es sólo como un «koaaa, ese chico salta demasiado alto y es muy bueno»? —tradujo a su manera Shoyo, dando una media sonrisa tras tirar de lado una de sus preocupaciones al hablar con él. Kageyama asintió en modo afirmativo esa conclusión con destreza y dio un vistazo hacia el techo, echando sus manos hacia atrás para ponerlas sobre el futón y recargarse.

 —No lo vi mucho jugando, pero sin duda es de los mejores entre tantos jugadores de primera, si nos enfrentamos a él y su equipo en las nacionales, definitivamente tendremos problemas —demostró con palabras, dejando que un escalofrío recorriera la columna vertebral del joven de menor estatura, y tuvo que tragar grueso al querer contener su inexplicable emoción—. Quizás sea cien veces mejor que tú... —finalizó, logrando que Hinata sintiera esa flecha estrellarse en su pecho, y en lugar de asustarse, esa vez, el enojo colmó sus venas y se vio obligado a reclamar.

—¿¡Tenías que decir eso, tonto!? —amenazó Hinata con destreza, dando una rabieta al enfurruñarse y ni siquiera cohibiéndose cuando esos fuertes ojos azules decidieron dirigirle la mirada. Hinata ciertamente enojado era alguien lindo, con sus delgadas cejas arqueadas y su cara de querer cometer un crimen de odio. Kageyama entendía bien las diferencias entre las personas increíbles que llegaría a conocer en la cancha y que eran mucho mejores, y Hinata Shoyo—. ¿No bastaba decir que era de los mejores? ¿¡Tenías que echármelo en cara!? —reclamó, dando un resoplido al inflar sus mejillas y lograr una pequeña sonrisa en Tobio—. No, ¿verdad?

El Mánager Del Karasuno [KageHina] | Omegaverse \ En EdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora