Capitulo 7

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La anciana de baja estatura había acomodado al pequeño en una cama, lo observaba en su lamentable condición, pudo curarlo de sus graves heridas sin embargo Lucifer jamás podría recuperar sus extremidades faltantes.

- Pobre, pobre niño. Quien fue el ser en dejarte en tan malas condiciones. Lamentablemente debería de acabar con tu destino, tus días ya no será como antes - la anciana aun pensativa seguía preguntándose como este niño llego a su templo, aún más... en haberlo encontrado en la habitación de los artefactos. Sin duda alguna sentía presencias desconocidas allí que rápidamente se disiparon al haber ingresado y encontrarse con tal escena.

Ya había pasado tres semanas y Lucifer no despertaba, la anciana sabia porque, cuando lo encontró tenia sangrado cerebral. Dedujo que que estaba en una batalla, en una de vida y muerte. Puede que cuando despierte incluso no sea el mismo o en el menor de los casos haya perdido la memoria.

La anciana seguía disfrutando de su delicioso té, poco le importaba lo que le pasaría al pequeño después de despertar y ni vería el futuro para descubrirlo. En eso escucha un escandaloso grito que la hace atragantarse y escupir todo él té.

- ¡Pero qué diablos! - la anciana que se desplazaba encima de su bola de cristal se dirigía a los molestos gritos con rapidez, ingresando a la habitación - ¡pero que diablos te pasa, no grites así! -

Lucifer silencio sus gritos y miró curioso a la bruja, esta al ver los enormes y brillantes ojos ámbar del pequeño, pues ya sus dudas estaban claras. Le preguntaba al chico si sentía bien, si recordaba lo que había pasado antes de aparecer allí. Al no tener respuestas supuso que tenía problemas cerebrales, chasqueo la lengua.

Se acercó al chico, pero este intentaba alejarse temeroso, lo cual fracasó ya que le faltaban dos piernas y el brazo derecho.

- No te muevas pequeño, y me debes 50 millones de yenes por las atenciones médicas -

Este aun lo miraba sin comprender que decía, la anciana agarró por encima de la cabeza de Lucifer sus pequeños cuernos y recitando una lengua extraña lo hizo brilla.

Volvió hablarle, pero este la seguía mirando como si fuera una zopenca, así que definitivamente no entiende el idioma. Y señalándose así misma le enseñó que se llamaba Uranai Baba.

Había pasado un tiempo, en total 6 meses desde que Lucifer despertó, de vez en cuando Uranai Baba le hablaba y con ello Lucifer aprendía poco a poco el idioma terrestre.

Sentado en una silla de ruedas, no había espacio alguno en su mente que le había pasado, no recordaba nada, ¿quién era él? ¿Quién soy yo? Porque estaba así, acaso despertaba de un largo sueño, tenía tantas preguntas y como no entendía lo que le rodeaba nada le ayudaba.

Solo sabía que vive en un templo y que una grosera bruja lo cuidaba, que a diario discutían.

- ¡Oye tú! ¡Niño¡ - Uranai se acercaba a velocidad en su bola de crista que siempre levitaba, y agarrado por las puntiagudas orejas de Lucifer empezó a regañarlo - ¡cuántas veces te tengo que decir que no lances las flores a la chimenea! ¡Quieres morir mocoso! - salivando el rostro contrario por sus gritos, Lucifer con quejas agarro la mano que lo regañaba y la mordió con fuerza haciendo que la vieja caiga de cabeza.

- ¡Vieja fea soy sensible de las orejas, cuántas veces tengo que decirte que no las toques! -

- Entonces dejar de quemar las flores, las necesito para mis pócimas - esta se levantó hacia su cristal

- Es que me hacen estornudar y huelen horrible... como tus pies - este se pasó la mano por su nariz, como una costumbre por sus estornudos.

- ¡Que dijiste...! -

Pero el otro continúo hablando, diciéndole sus quejas.

- Además, aquí es muy aburrido. No puedo hacer nada ni por mi mismo, si iba a estar así mejor no hubiese despertado - Lucifer miro al suelo, la anciana comprendía, por alguna razón siempre lo llamaba niño, porque el pequeño no recordaba su nombre - y por las noches hay muchos ruidos, ¿es que experimenta con perros? Los gritos me despiertan, aparte de fea, también es malévola. Experimentar con animales está mal, yo por lo menos no abusó de usted exageradamente -

Eso era todo, la acaban de llamar animal. La poca pena que tenía se le fue al carajo y con el semblante oscuro, hizo levitar a Lucifer para su gozo acachetearle las nalgas con fuerza.

- Es que no tiene corazón ¡bruja malvada! - para sus lamentos lo volvieron a sentar - yo no me quiero quedar así, por favor... ayúdeme - con lágrimas agacho su cabeza, realmente era lamentable. Se sentía inútil, no hacía nada más que observar a los demás, aquellos seres que miraba en el templo y hablaban con pena sobre él, a ellos les tenía envidia, podía escuchar a lejanas distancias lo bien que se la pasaban haciendo cosas, aprenden, luchar, hacer amigos.

Por primera vez Lucifer deseaba eso, estaba solo en ese extraño mundo sin que nadie lo conociera y así pensaba que él moriría, siendo un don nadie. Que se apenaba cuando recibía atenciones para su cuidado, eso le hizo recordar la vez que se orinó, si, no quería llamar a nadie, no quería necesitar a nadie. y sin que se diera cuenta que por más independiente sea, no podría estar solo para siempre en el mundo. En algún momento iba a necesitar de alguien, esa mano de buen corazón que no se moleste en ayudarlo una y otra vez. No como esas jovencitas que por su excelente audio podía escuchar cómo a veces se quejaban ya que el necesitaba muchos cuidados, el siempre necesitaba algo que hacer. No podía quedarse quieto.

Y para Lucifer, ser una molestia era lo más desagradable que podía sentir. No podía hacer nada y quería hacerlo todo.

- Qué es lo que quieres - le pregunto Uranai Baba más calmada, entendía la desgracia del niño. Lo observaba sin ninguna pizca de sentimiento en su mirada y seria, espero la respuesta.

- Quiero aprender - levantó su cabeza aun llorando - quiero levantarme, quiero caminar - suspiro - ¡quiero ser alguien! -

Uranai Baba levanto una ceja, no pensó que esas palabras del muchacho tardaran tanto en salir y río escandalosamente. Se burlaba de él. Los llantos de Lucifer cesaron y miro sorprendido a la bruja, cómo se atrevía a burlarse de sus sentimientos.

- Tú, niño ¿Quieres ser alguien? - preguntó más para sí misma - pero si eres la cosa más desgraciada, no tienes piernas y te falta un brazo. Lo único que haces y puedes hacer es quejarte - seguía riendo escandaloso.

- ¡Deja de reírte bruja escéptica! - dolido y enojado respondió - no quiero quedarme en tu templo hasta morir para verte como se te cae la cara, ya muchas arrugas tienes - las carcajadas se detuvieron y le propinó un golpe en su cabeza que dejó a Lucifer revolcándose en su silla.

- ¡Mal criado, no vas a llegar con esa actitud a ninguna parte! - le grito esculpiéndole la cara.

- De verdad... que debo hacer, no quiero quedarme en esta silla de rueda - aún la cabeza baja por el golpe - se lo suplico -

por primera vez Lucifer mostraba algo de respeto a la anciana, estaba urgentemente necesitado. esto era, morir en la ansiedad o hacer algo con su vida. y por alguna razón Lucifer no podía abandonar la vida, aun cuando es un discapacitado de forma física sin explicación alguna para él, sentía unas fuertes ganas de levantarse y tocar las estrellas... eso era algo que lo hacía profundamente feliz. vivir... vivir, el quería vivir, él no quiere que los demás lo conozcan, él quiere conocer a los demás, mirar más allá que ese lago y esas arenas. sonreír de felicidad, llorar de felicidad, tenía unas inmensas ganas de experimentar sentimientos. ¿Qué era esto? se preguntó mientras apretaba su pecho.

Lucifer era un niño y a decir verdad, el nunca experimento que es la niñez. y cuando estaba en el páramo nunca tuvo amigos, siempre se alejaba, no confiaba en las personas. siempre estaba solo... justo como ahora.

La anciana con seriedad en su rostro pensó en las palabras de Lucifer. Y con una sonrisa traviesa de dijo...

- Entonces aprende a volar-

Érase una vez un hadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora