Me encontraba sentado frente a una carnicería, recordando viejos tiempos y te ví haciendo fila, cargaba una pijama de color rosa, la blusa era de mangas cortas con tirantes blancos y tú shorts de noche con pompas de color negra, me quedé vigilando con discreción mientras fumaba mi luna de tabaco.
Piernas cruzadas y brazos estirados a plena luz de día posados en el respaldo de aquella banca; como cualquier san Juan sin pecado alguno, volteaba a verme, pues sentías mi mirada como si de alguna forma me conocieras, tu cuerpo esbelto, muslos gruesos y finos, marcaba aquel triangulo conectado entre tus rodillas para bajar aquellas piernas firmemente torneadas.
Pechos medianos pero firmes, brazos gruesos pero uniformes, entre tú estómago y tu caja torácica se formaban unas ligeras curvas montañosas pero agradables, al verte de espalda podría ver aquella curva entre tú cintura y tu espalda, glúteos redondos y de agradable tamaño, cabello rizado y castaño a la vez. Piel de tono fresco y claro, cargaba una muñequera de tela (más bien era una dona pomposa para el cabello).
Te estaban atendiendo y no dejaba de ver tu espalda, tus glúteos, tus piernas; te imaginaba en mis formas de como cocinarlas... sentado en aquella banca vi como salías de la carnicería y te ibas hacia las calles aledañas derechas... dejé que avanzaras un poco más y después... me puse en marcha, te seguí con 3 metros de distancia para que no sospecharas mi cacería, te ibas moviendo de un lado a otro, entraste a una frutería y yo me quedé esperando en la esquina de aquella calle, de forma discreta.
Saliste de la frutería y reanudaste tu andar y yo, hice lo mismo era una persecución sigilosa, como cuando el tigre acecha a su presa entre los altos matorrales de la selva, en aquellas calles tan transitadas te fuiste metiendo a un pasillo, yo por mi parte, me metí de lado contrario, te detuviste viendo unas flores y volviste a reanudar tu camino, pasaste cerca de mi, sin sospechar que te estaba siguiendo, así que dejé que avanzaras un poco más y te perseguí nuevamente; llevabas ambas manos ocupadas con bolsas de las compras del día, doblaste a la izquierda, luego a la derecha, después a la izquierda nuevamente y llegaste a unos semáforos.
Te encontrabas esperando el turno y no te dabas cuenta que la sangre de la carne, marcaba una delgada linea goteada, era el rastro perfecto para seguirte los pasos, el semáforo cambió de turno y continuaste y al mismo tiempo yo había reanudado mi marcha, un hombre que caminaba presurosamente, de las prisas nuestros hombros habian golpeado y sólo me dijo que tuviera más cuidado... pobre idiota.
Por un poco más te perdía el rastro, pero aquellas carnes no dejaban de sangrar, mis pupilas se dilataban cada vez más, y seguí tu andar, entraste a un edificio y subiste las escaleras, mismas que yo subí entraste a un departamento, pegué mi oido en la puerta y no escuchaba absolutamente nada, así que toque dos a tres veces y espere a que salieras.
Abriste la puerta y solo asomáste tu rostro y de un solo golpe abrí por completo la puerta ¡Vaya ironía! La puerta te golpeó en la cara y caíste al suelo con la boca ensangrentada, te encontrabas confundida en ese momento, y miré a los lados para asegurar que nadie me había visto.
Entré y cerré la puerta, la aseguré con una silla y mientras yacía en el piso tratando de levantarse, pude ver más de cerca esas piernas, me acerqué a ti y te tome de los cabellos halando tu cara hacia atrás para ver ese pequeño cuello, acerque la nariz a él y sentí el olor de tu piel y de tu miedo, te puse la otra mano en la boca para no dejarte hablar o peor aún... Gritar socorros o auxilios.
Comenzabas a sudar y lamí tu sudor, se sentía salado, sazonado por el miedo del momento y y comenzabas a sollozar me podías piedad, me pedías que no te hiciera daño ¡Pobre inepta, no sabes con quien estás tratando! Ejercía más presión en tu cabello y te lo halaba con más fuerza hacia atrás, comenzaba a sentir aquel dulce aroma de tu transpiración.
Sentía tu respiración acelerada, tu cuerpo temblando del mismo miedo, cada vez que jalaba de tu cabello te ibas al suelo así que te arrastré hacia aquél respaldo de aquella silla metálica y seguía ejerciendo fuerza... Comenzaba a escuchar el crujir de tu espalda y sólo gemías del dolor, con el cabello agarrado te jale hacia adelante y nuevamente hacia atrás con mayor fuerza que logré escuchar el tronar de tu cuello.
Quedaste inmóvil, quedaste inerte, de tu boca comenzaba a emerger sangre y como si se tratara de un beso, empecé a succionar esta misma... Tan dulce, tan cálida, ese sabor peculiar a hierro, tomé aquél enorme cuchillo de cocina y de un zarpazo desprendía tu cráneo de tu cuerpo, en mis manos solo quedó tu cráneo mientras esta se vaciaba de sangre.
Aventé tu cráneo al lavaplatos y procedí a levantar tu cuerpo degollado para ponerlo, en aquella barra de cocina, comencé a oler tu cuerpo de izquierda a derecha y de derecha a izquierda, al llegar a tus piernas, tomé aquél cuchillo y te corté un trozo de aquéllos muslos tan jugosos y perfectos, para después llevarmelo a la boca, la sangre derramada de aquel trozo la succione y comencé a masticar aquel trozo de carne.
Tomé nuevamente el cuchillo y te corté los pies para succionar aquel tuétano de los huesos, tomé uno de tus pies y con el mismo cuchillo corte los dedos y me los fui llevando a la boca uno a uno... Tomé el otro e hice lo mismo, empecé a destazar cada parte de ti y lo fuí poniendo en el lavaplatos, para luego lavarlos y guardarlos en la nevera.
Me quedé con tus muslos y comencé a despellejarlos hasta dejaros músculos expuestos e ir rebanando cada uno, era una total carnicería como muchas, tomé agua de la misma llave para hervirla y meter los trozos en aquella olla, tomé aquella despensa de verduras y comencé a prepararte en una suculenta sopa.
Si fuera chef de televisión, sería el éxito por el ritmo que llevaba cocinandote, los restos que sobraban los fui guardando en una bolsa negra de la misma compra hecha por ti misma.
Ahora me encuentro en mi lúgubre cabaña, mientras oía la radio y sonaban las noticias... "mucama encuentra cabeza de huésped de la habitación 408".
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#CRUROFILIA
HorrorUn misterioso joven asesino con un extraño trastorno fetichista narra sus deseos por comer carne humana y se hace pasar por una persona de buen corazón abordando a las mujeres para seducirlas y luego matarlas para comérselas, en su diario hace menci...