Capítulo 4. Dayana Robinson

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ADVERTENCIA: La siguiente historia es con fines de entretenimiento, nada de lo que está escrito aquí tiene que ver con la realidad, los personajes que van apareciendo son ficticios.

Me encuentro en el panteón de la gran ciudad, viendo como la gente entra y sale del lugar, llorando y recordando los tiempos de sus seres queridos, me dirijo a tres tumbas que se me han hecho familiares mientras río fribolamente frente a ellas, mi amada Amanda Narváez, mi querida Brendan Wynford y la más reciente; Chelsea Dafnez.

De mi traje sastre de color café, saco una luna de tabaco y mi encendedor de plata para prenderla frente a dichas tumbas, ahora los gusanos disfrutan su carne y las arañas tejen sus nidos en sus restos óseos, lo que en su momento disfruté con mucho placer, ahora la naturaleza las reclama.

A lado mío te vas parando, hermosa Srita. Robinson; con tu oscuro y largo vestido de la marca Armani y tacones cortos de la marca Gianvitto Rossi, tu rostro está cubierto con ese enorme sombrero.

"¿Que lamentable pérdida de éstas jóvenes mujeres no crees? Los Oficiales no han dado con el asesino, se dice que no encuentran huellas dactilares en ninguno de los cuerpos." Te dirijiste a mí.

"¡Si, es un lamento! Bendito quien las haya encontrado y quién las haya ultrajado" te dije, mientras fumaba mi luna de tabaco y el vao del oscuro y tétrico ambiente.

"¿Las conociste alguna vez? ¿Que te trae aquí a visitar sus tumbas? ¿Acaso eres tú quien las ultrajó? O ¿Acaso el morbo de saber que paso de trajo hasta aquí?"

"¡El morbo, solamente conocí a la Srita Narváez! Era... Muy buena amiga mía, sus padres han de estar destrozados por lo sucedido"

"Según la prensa, después de haber encontrado los restos en aquel deteriorado campo tras el instituto, el papá se volvió loco y termino en el manicomio, pues intentó matar a su esposa, muchos dicen que el asesino de la Srita Narváez fue su propio padre y otros la propia madrastra fue la causante"

"¡A veces....! La familia no es tan perfecta como parece... Unos se vuelven locos... Otros homicidas, a veces asesinos y muy pocas veces, fetichistas"

"¡Hablando de fetichistas! ¿No crees que es algo raro en sus muertes? Todas tienen un factor común, pues a la mayoría de éstas jóvenes, les hicieron falta las dos piernas"

"¿Porqué lo dices?" Te pregunté, mientras fumaba mi luna de tabaco.

"En Narvaez, encontraron degollamiento, apertura de la caja torácica, le hicieron falta los dedos, no encontraron el corazón, pero lo más curioso que no encontraron los restos óseos de sus piernas; de Wynford encontraron solamente el cráneo en el hotel y sus restos lo único que hayaron fue el cuerpo, no tenía dedos y menos la piernas y de Chelsea, en la carnicería abandonada no encontraron los brazos, parte del esternón algunas cosillas pero lo más curioso igual fue, que tampoco encontraron sus piernas"

Eras tan informada de los acontecimientos, pero no reflejabas inseguridad, te abriste conmigo y me seguías contando todo lo que habías visto, leído y observado, esas prendas oscuras que cargabas me excitaban, el viento sopló y tú enorme sombrero salió volando con él, y no te importó.

"¿Y que la trae por aquí a usted señorita? ¿Acaso es la asesina de las muchachas? O igual ¿El morbo la trajo hasta aquí?"

"¡Es usted una persona muy interesante! En su rostro se refleja la maldad tan oscura que lo cubre, me llamo Robinson; Dayana Robinson" me extendiste tu mano, manos suaves, cuello perfecto, cintura deleitable y de ella se unian unas piernas tan hermosas y perfectas.

"¡Es un honor y un placer, señorita Robinson! Una mujer joven como usted, hermosa y deleite no debería estar aquí sóla, hay muchos peligros en la gran ciudad, su vida corre peligro en éste vacío lugar"

"¡Muchas gracias por sus cumplidos, tiene mucha razón! ¿Gusta acompañarme a la salida? Y podríamos seguir hablando"

Te diste la vuelta y avanzaste unos pasos, yo había metido la mano en mi saco y así como lo saqué, tu cuerpo desplomaste en mis brazos, gotas de sangre corrían en ellos y caían al piso. Tu cuerpo inerte arrastre detrás de las lapidas y al poco tiempo me quite del lugar.

Solo recuerdo en mi andar llevaba una bolsa negra, y tu cuerpo a los buitres y cuervos dejé, bajo un charco de sangre y tal como dijiste, sin esas piernas que sujetaban en vida tu cuerpo.

Ciao ciao

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