[6] Alto ahí, enana

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Cuando acabaron, entre todos decidieron cómo se repartirían los servicios.

A los chicos les tocó preparar la pizza para la cena, mientras que a Clarisse, Ariel y Sunny lavarán los trastes que Elizabeth les llevaba ya que a ella le tocó recoger la mesa.

En la cocina todo se movía al compás de la enérgica canción que Sunny colocó. Mientras ella se dedicaba a guardar los platos, las dos señoritas no podían dejar de bailar.

—Cler, baila con nosotras. —pidió la joven Geller. —Ella es divertida. —se refirió a la pelirroja.

Cler las observó con escepticismo, aún sin poder decidir si Ariel es genuinamente genial como se ve, o es otra loba disfrazada de oveja.

—Mejor miraré desde aquí, me duele un poco las piernas. —sonrió.

—¿Mucho ejercicio? —preguntó Suny subiendo y bajando las cejas.

Ariel rió al compás de su mueca.

—Tengo una crema buenísima que te ayudará con la circulación. Ya sabes, luego del ejercicio tus músculos quedan adoloridos. —rió.

—¿Es la que vi en tu bolso? —preguntó Sunny.

—Sí, esa.

—Oh, justo te iba a preguntar cómo se llama.

—Si quieren la traigo. —ofreció.

Antes de poder negarse, Sunny habló.

—Te acompaño. —se secó las manos y se fueron dejándola sola.

—Genial. —resopló con fuerza.

Caminó un par de pasos hacia el teléfono de la dulce Geller y apagó el estridente ruido.

—¡Oye! Yo amo esa canción. —Cler saltó cuando escuchó esa voz tras ella. —Ponla de nuevo, por favor. —pidió amablemente recostado en el borde de la entrada con los brazos cruzados.

Sin ganas de discutir, ella lo ignoró.

—¿En serio fingiras que no me escuchas? —obtuvo silencio de su parte. —Cariño...

Clarisse no le hizo caso y se concentró en secar el mismo vaso de hace varios minutos.

—Cariño, creo que eso está más seco que el Sahara. —sonrió de lado.

Al darse cuenta, Cler dejó el vaso y agarró un plato. No se percató que Jeff se acercó y la abrazó por la espalda.

—¿Alguna vez mencioné que amo el olor de tu perfume? —inquirió besando su cuello.

Clarisse estaba apunto de girarse, pero los fuertes brazos de Kane la envolvieron por la cintura.

—¿Por qué tratas con frialdad a Ariel? Ella solo intenta ser linda. —susurró en su oído.

Al escuchar la mención, sacó fuerzas de dónde no tenía y lo empujó lejos.

¿Creer que sería lindo solo porque sí? Por favor, Clarisse, abre los ojos de una puta vez. Se dijo a sí misma con odio.

—No sé si lo sabías, pero quería estar aquí con mis amigos, y por desgracia apareciste tú. —dio unos fuertes toquecitos a su pecho con su dedo. —Ya es difícil para mí soportarte, no me pidas que aguante también a tu noviecita.

Jeff tambaleó confundido y un tanto adolorido, se frotó el pecho con la palma de su mano.

—¿Noviecita? —susurró a sí mismo. —Admito que la amo, pero...

El guión de mi vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora