La fiesta seguía su rumbo, y por más loco que suene, éstas personas ni siquiera conocen a Clarisse Coleman, eso sí, se la están pasando de maravilla, ¿y cómo no? Si la organizadora fue la maravillosa Amanda Geller.
Sin sarcasmo, por favor...
Después de un rato, Clarisse no pudo estar más feliz por dejar de ser el centro de atención; pues, si bien casi nadie se acordaba de ella, ella si conoce a la mayoría, todos cineastas exquisitos, gente con la que quiere relacionarse, pero no de este modo.
Ahora, Cler, sumergida por completo en su mundo, ignora por completo varias cosas dado a que está entretenida por sus buenos recuerdos del pasado junto a Jeff.
Entre las cosas que ignora, está el hecho de que Amanda y Diego están hablando sobre su caso a escondidas.
—Amy, no te metas. —exigió firme el señor Geller.
—¿Y yo te haré caso? —bufó, a lo que su esposo frunció el ceño. —No creerás que te haré caso, ¿o sí? —volvió a preguntar.
—Amanda, no. —habló firme. —Esta vez no.
—Esto es absurdo, todos ustedes están locos.
—Es su decision.
—No está pensando con claridad. —arremetió con angustia en su voz.
Amanda Geller quiso irse a confrontar a la menor, pero su esposo no la dejó, tomándola por el codo con firmeza, pero sin ejercer alguna presión, con suavidad.
—Tienes razon. —cedió con pesar sin soltarla, en cambio, puso ambas manos en sus brazos, subiendo y bajando sobre ellas, acariciándola. —Tambien creo que es la mayor estupidez jamás pensada, pero, por sobre todo, es su decision, y solo nos corresponde apoyarla. —sonrió con pesar.
—¿Y si se lastima? —esa es su única preocupación. No quiere que nada malo le pase a una de sus pequeñas.
—Estaremos ahí para ella, apoyándola y guiandola. Le daremos mejores ideas.
—Está bien. —cedió soltandose con cuidado. —Pero que ella me lo diga.
Sin dar tiempo a su esposo para reaccionar, corrió hasta la muchacha.
[...]
—¿Cler, cariño?
Al ver que Amanda se acercaba directo a su chica, Kane instintivamente se metió entre ambas cubriéndola con su cuerpo, quedando muy cerca a la señora Geller.
Amanda se quedó en shock por un instante, pero se recuperó rápidamente para sonreirle. Quiso llevar la fiesta en paz y dejar ese arrebato atrás, pero está vez, su esposo fue más rapido.
—Te acercas un centimetro más, Kane, y tu cuerpo quedará inconciente antes de tocar el piso. —dijo con rudeza. —Retrocede.
Kane lo observó al mayor por un segundo directo a los ojos; su mirada irradia molestia, y sin duda no está jugando.
La mirada Geller...
Con algo de miedo, no le quedó de otra que retroceder un poco con Clarisse tras él.
—¿Amanda? ¿Pasó algo? —preguntó una pelinegra muy roja queriendo cambiar de tema para aliviar el ambiente.
Al hablar, los Geller la miraron a la vez, fue ahí cuando lo sintieron:
Su Cler no está bien.
Ella jamás llama Amanda como Amanda, ella suele decirle Amy, tía Mandy, o señora Geller, pero esto último lo dice con un dejo sarcasmo de vez en cuando.