•CAPÍTULO 3•

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Llegar a casa, después de pasar mi primer día en el trabajo y encontrar a mi familia con un pastel y globos gritando sorpresa, es normal, muy normal.

Oh al menos lo es en mi familia.

Les encanta celebrar todo, hasta el cumpleaños de una planta, aunque solo creo que buscan una excusa para hacer una fiesta.

Pasan dos horas para que por fin me les pueda perder, me escondo en la azotea, pero no pasa mucho para que mi hermana pequeña me encuentre.

¿Qué tal el trabajo?

Sonrío cuando me habla en ese lenguaje que se convirtió en nuestro código secreto.

Bien.

—¿Hablaste con muchas personas?

Con 31.

—Wow, esas son muchas llamadas ¿Cuál te gustó más?

La curiosidad de Lucía me hace sonreír.

Una niña que quería hablar con su abuela; un chico que quería saber como seguía su gato, el cual estaba en la veterinaria y otro chico que quería hablar con su novia.

—Awww que lindo, y ese chico... ¿Le declaró el amor a su novia a través de ti?

No, en realidad cortaron.

Mi hermana me mira con confusión.

—¿Sí fue una llamada triste por qué está entre las favoritas de tu día?

—Porque me gustó hablar con el chico.

—¿Era guapo?

—Eres muy pequeña para estar pensando si los chicos son guapos.

No lo digo por mi tonta, lo digo por ti.

¿Quieres que tenga novio?

—Solo si no te aleja de mí.

—Nadie me va a alejar de ti. —le digo en voz alta antes de lanzarme hacia ella y comenzar a hacerle cosquillas.

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¡Al fin tengo mi propio escritorio!

Al llegar hoy al trabajo, mi jefa me esperaba con un escritorio organizado y una gran sonrisa, por ahora va bien mi día esperemos que siga así.

El sonido en mi escritorio me hace sentarme apresurada, tengo trabajo.

Me coloco el auricular antes de tomar la llamada.

Buenos días, soy Lyen ¿A qué número desea llamar?

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Son las 4:35 y mi mirada no para de centrarse en el reloj. He pasado todo el día pendiente de la hora, cada vez que suena la computadora me ilusiono pensando que será Alan, pero hasta ahora no ha llamado.

Ese hasta luego me dejó esperando que llamara como tonta.

—Lyen, me alegra que te hayas adaptado tan bien. —la voz de mi jefa me hace separar la vista del reloj.

—Sí Sahara, gracias a ti

—No te quites méritos, Lyen. Eres muy buena tratando a las personas.

—Gracias.

El sonido de una llamada me desconcentra de la conversación.

—Te dejo trabajar. —se despide.

Me coloco el auricular, tomo la llamada y repito la frase ya común.

Hola Lyen, mi nombre es Peter, quiero llamar a la escuela de mi hijo.

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Los minutos pasan con rapidez y la llamada que llevo esperando todo el día no ocurre, dejándome un poco entristecida. 

El lenguaje del amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora