El lenguaje del amor.

•CAPÍTULO 18•

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Alan

El enojo pasa a segundo plano en milesímas de segundo cuando veo como sus ojos se cierran y casi cae al suelo, cuando llego a su lado Marcos y la otra chica la tiene sujeta.

—Vamos a llevarla a la camilla.

—¡¿Qué le pasa?!

Hablan tan rápido que no los entiendo, no puedo leer sus labios y eso me estresa aún más. Los sigo, hasta que la acuestan la camilla.

—Todo esta bien, solo se desmayó, no te asustes. —me dice Carlos.

—Como que "solo" se demayó.

Marcos trae en las manos un algodón con alcohol y se lo da a Lyen para que lo huela, sus ojos se van abriendo poco a poco.

—Está recuperenando la consiencia. —me dice Marcos despacio para entenderlo.

—¿Qué pasó?

—Te desmayaste, no te levantes. —Lyen no hace caso y se intenta acercar.

Me pongo a su lado y la sujeto por los hombros para que no se levante.

—Alan. —sus labios se mueven susurrando mi nombre.

Sus ojos están fijos en los mios, nadie se mueve y es como si el tiempo se detuviera y entonces sus ojos se cristalizan y no aguanto más, la abrazo. No pienso en lo que pasó, no pienso en mi enojo, mis pensamientos solo son de ella.

Los minutos pasan y no la suelto hasta que deja de temblar. Me separo un poco para ver su rostro. Esta manchado por las lagarimas, paso mis dedos por su rostro limpiando lo más que puedo.

Veo como sus labios se mueven, pero los sollozos no me dejan leer sus labios.

—No te entiendo.

—Perdóname, por favor, lo siento mucho.

—¿Por que?

—Tenías razón, no perdí el trabajo por tu culpa. Me lo dijiste y no te creí.

—No pasa nada.

—Sí que pasa, tu me dijiste la verdad y yo no te creía. Lo siento mucho.

—Está bien, ya sabes la verdad y eso es todo lo que importa.

—¿Dónde estuviste? Te estuve buscando por todo internet y no te encontraba.

—¿Me buscaste?

—¡Sí! Incluso seguí a un chico pensando que ereas tú. —una sonrisa se dibuja en mi cara.

—No puedo creer que me buscaras.

—Claro que lo hice, no podía pensar en otra cosa que no fueras tú.

—¿En serio?

—Claro que sí, necesitaba pedirte perdón y.... verte.

—¿Verme? ¿Por qué?

—Cuando fuiste a mi casa, me dijiste que eras mi amigo, pero yo no lo sentía así.

—¿No? —la sonrisa desaparece de mi rostro.

—Sentía que era algo más para mi, desde el momento que te conocí y pelié con tu novia para defenderte.

—¿Algo más? —la esperanza crece dentro de mi como la primera lluvia de la primavera.

—Sí, algo como esto. —sus labios rozan los mios en un pequeño beso.

Mi corazón late desbocado, ella me mira esperando un respuesta por mi parte.

Esta vez quien se acerca soy yo, mi mano acarisia su mejilla mientras muevo los labios suavemente, sintiendo tantas emociones inexplicables que me hace sentir que estoy en un sueño.

—Nosotros preocupados y ellos besándose.

Cuando Lyen se separa veo sus mejillas de un color rojizo, se ve hermosa ruborizada. Señala detrás de mi y veo que mis amigos nos miran sonrientes.

—¿Recupersaste a tu Julieta, Romeo? —pregunta Carlos.

—Sí, que lo hice. —respondo sin que la sonrisa de me borre de la cara.