•CAPÍTULO 5•

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¿Lyen? ¿Estás bien? —Alan se preocupa cuando no respondo.

Me quedé lela al verlo y olvidé que estaba en la llamada.

Sí, perdón ¿A dónde quieres llamar?

A un taller de autos.

Dime el número.

Usa sus manos para señalarme los números y yo los marcó en el celular y le doy a llamar, escuchó los tonos y espero paciente, pero mi mirada no se separa de la suya.

Me sonríe y yo me siento derretir.

—Taller de autos "Rueda y pedal" ¿Qué desea?

—Buenas, llamo desde una agencia de sordo-mudos a petición de Alan Torres.

—Ok, ¿Cuál es el motivo de su llamada?

Quieren saber para que llamas.

Para ver cuando puedo pasar por mi coche.

Repito su respuesta en voz alta.

Espere un momento, reviso.

—Está bien —digo en voz alta antes de pasar al lenguaje de señas—. Nos responden en un momento.

No te preocupes, yo espero.

—¿No eres impaciente? —le saco conversación.

En realidad sí, pero como tengo una buena compañía en este momento puedo esperar, incluso el tiempo se me haría corto.

Tardo un momento en darme cuenta que habla de mi, en cuanto lo entiendo me ruborizo.

—¿Señorita? —la voz al otro lado de la línea me hace despertar.

—¿Sí?

—Ya corroboré la información. A raíz del accidente tuvimos que cambiar una pieza por completo y ...

—¿Accidente? —lo interrumpo, la preocupación me invade.

—Sí, el dueño del auto tuvo un accidente.

¿Tuviste un accidente? mi pregunta sorprende a Alan.

Sí, pero no fue nada.

—¿Seguro? ¿Fuiste al hospital?

Sí, solo me llevé un par de raspones.

Dejo ir un suspiro de alivio, sin saber que estaba reteniendo el aire. La preocupación me había llenado el pecho.

—¿Señorita? ¿Sigue ahí?

—Sí, lo siento. Que me estaba diciendo.

—Que puede pasar a recoger el auto mañana.

Puedes pasar a recoger el auto mañana.

Perfecto, voy a pasar por la tarde.

—Dice que va a pasar a buscarlo en la tarde. —le digo a la otra línea.

—Está bien, adiós.

El hombre al otro lado de la línea cuelga y me quedo mirando la pantalla del computador, Alan tiene su mirada fija en mi.

Ya colgó. —le digo esperando que cuelgue, pero eso no pasa.

—¿Cuánto tiempo de llamada me queda?

La pregunta me sorprende, deslizo mi mirada al temporizador antes de responderle.

—Seis minutos.

—¿Te molesta que me quede hablando contigo el tiempo que falta?

Mi cabeza detalla todo lo que me queda por hacer, aún me falta por terminar el papeleo, pero entre hacer los archivos y conversar con Alan obviamente elijo a Alan.

No me molesta, tengo mucho papeleo aburrido por hacer, y tú eres más entretenido.

Me alegra matar tu aburrimiento.

—¡No lo quería decir así!

—Lo sé, solo bromeaba.

Se quedó mirándome por un momento supongo que esperaba que pusiera un tema de conversación.

No habías llamado más.

—Sí lo hice, pero no me habían pasado contigo.

Por supuesto, las llamadas son aleatorias. Soy idiota.

Mis mejillas querían explotar por la vergüenza.

—Lo siento, se acabó el tiempo. —mentí, aún quedaba un minuto con 50, pero no soportaba la vergüenza.

—No te robo más tiempo. Hasta luego, Lyen.

—Hasta luego, Alan.

Solo cuando colgué fue que me di cuenta que quería seguir hablando con él. 

El lenguaje del amor.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora