Augstober [Drabbles/One-shot] [BL][ST] [Bycreel]

Día 4: Llanto Emergente

Sentía que ya no podía más.

Sentía que en cualquier momento iba a romper en llanto, no lograba comprender porque tenían que pasar por esto. ¿Acaso no era mejor simplemente dejarlos y así ellos poder vivir en paz?

—Hey, campeón— la voz de su hermano le saco de su pequeño trance. Tenía una sonrisa y no noto cuando la puerta fue cerrada. Ahora los gritos se escuchaban un poco menos pero aún así se lograba oír la discusión de sus padres. —Sabes, hay algo quiero enseñarte— no respondió y solo le siguió con la mirada. Su hermano busco algo para colocarlo en la grabadora. —He quemado un nuevo disco, ¿Quieres oírlo conmigo? Estoy seguro que te encantará la música que he escogido— con una pequeña sonrisa asintió. Jonathan lo encendió, subió a un volumen lo suficientemente considerable para que las voces de sus padres ya no se escucharán. Ahora lo único que podía oírse era la música de su hermano.

Sus ojos adquirió un pequeño brillo fascinado con la música. La sonrisa del mayor se hizo más grande al ver que había obtenido un efecto positivo en él.

—¿Te gusta?

—Me encanta.

La felicidad en su rostro fue suficiente para que el corazón del mayor de los Byers se sentirá más tranquilo. Movió la cabeza siguiendo el ritmo así como hacia su hermano menor.

Más tarde, la oscuridad era dominante en su habitación. Era muy entrada ya la noche, lo único capaz de filtrarse de luz era atrás de la cortina una vez que la ventana fue abierta.

Un peso se hundió a un lado del pequeño Will, el viento levanto un poco la cortina dejando entrar un poco de luz. Una mano se acercaba al rostro del menor, limpio las lágrimas que se deslizaba de sus ojos cerrados. Sabía que estaba durmiendo así que no había problema en dejarse ver.

—Oh, pequeño Will— su voz grave se escuchó en apenas un susurró. —Ni siquiera en tus sueños puedes ser feliz— su mano se deslizo en una suave caricia de su mejilla hasta su frente. El ser cerro los ojos y quitó la pesadilla que le atormentaba. Sonrió satisfecho cuando le sintió más tranquilo. —Mucho mejor, ¿No?— su mano volvió a su mejilla y le acaricio, el pequeño pareció removerse.

Cuando el menor abrió los ojos adormilado observo su ventana abierta mientras la cortina danzaba con el viento. Por un momento en su cabeza se pregunto si había cerrado o no su ventana antes de dormir.

Limpio el resto de lágrimas que aún quedaban en sus ojos, se levantó a cerrar la ventana intentaría consolidar el sueño de nuevo aunque no deseaba dormir si las pesadillas iban a repetirse.

Sin saberlo, en la terraza del edificio de enfrente alguien le observaba con una sonrisa.

—Tranquilo, esta noche no soñaras con pesadillas. Ya me he encargado de eso, pequeño Will— sus piernas se balancearon en el aire. —Ten dulces sueños— fueron sus últimas palabras al aire antes de saltar al vacío.