Ethan
Cuatro semanas, cuatro semanas me he estado escabullendo a la cocina para hablar con la castaña. Es mucho más de lo que parece la verdad, no es la gran cosa, pero por lo menos me entretiene mientras paso los días en el "hotel de 5 estrellas".
Esta es una de esas noches que tampoco me interesan. Solo una noche más, supongo.
La luna en cuarto menguante, plateada, brillante, como siempre que decido mirarla. Como si tuviera el anhelo de brillar cada día más, y más. Eso me parece desde hace un mes aproximadamente.
Las temperaturas ya han descendido, y el manto nocturno del frío noviembre es lo único que cala en este tejado tan viejo. En este lugar pasé mi primera noche cuando llegué. Descubrí esta parte antigua de la cárcel, pues en realidad, había estado abierta desde el siglo XVIII. La cosa es que la habían ido reformando, a excepción de este pequeño torreón, repleto de antigüedades, y con un tejado que permite ver toda la ciudad. Definitivamente, desde que llegué, este ha sido mi único lugar de desconexión.
Un cigarrillo en mi mano, al que doy una calada cada pocos minutos. Una sudadera en mano, o mejor dicho, puesta, debido al frío que azota esta noche.
Deberías haber ido a la cocina.
Simplemente ya no me interesa.
Lo repito una y otra vez.
Tengo que buscar la manera de dejar de hablar con esa pitufa. Me cae demasiado bien, y debo ahorrarle el golpe.
Mientras pienso en lo mío, escucho de repente pasos y veo como una figura se acelera al borde del balcón donde me encuentro. Hay un pequeño muro, aunque inestable.
Esto va a ser interesante. ¿Quién de todos los gilipollas con los que convivo quiere acabar con la diversión tan rápido?
—No puedo más. — Susurra la persona que se apoya con ambos brazos en la barandilla y se deja caer de rodillas al suelo.
Mierda. Esa voz...
—¿A qué juegas pitufa?— Intento decir con toda la tranquilidad del mundo. Se me da bien mantener la calma, pero no me hace puta gracia ver como está. Apenas lleva ropa puesta.
—Joder.— Dice mientras se seca las lágrimas, e intenta cubrirse el sujetador que lleva puesto. —¿Tu...tu...no deberías estar en tu celda?
—Pues sí. — Le doy otra calada a mi cigarrillo. —He ido a por pastel de chocolate, pero como no lo encontraba, decidí sustituirlo por otro grupo alimenticio. — Sonrío mientras señalo lo que queda de mi cigarro.
—Entiendo. — Responde ella mientras solloza e intenta taparse un poco más.
Sinceramente no se que coño le habrá pasado, pero está claro que bien no está, y no quiero saber qué hubiese pasado si yo no hubiera estado aquí.
—Creo que debería irme. — Dice mientras se da la vuelta temblando.
—¿A dónde se supone que vas? — Pregunto tranquilamente mientras tiro mi cigarro al suelo y lo piso para apagarlo.
—A...a casa. — Solloza.
Es obvio que no quiere ir, aunque hay algo que me dice que más concretamente, no quiere volver. Teniendo en cuenta como está vestida no puede vivir muy lejos. Pongo mi mano en el fuego a que ha salido a escape. Tampoco hay que ser un genio para deducir por qué.
—Toma. — Le lanzo mi sudadera y me doy la vuelta. —Póntela y me iré. Aquí arriba, justo bajo esa parte del torreón hay un pequeño colchón, lo suelo utilizar cuando no quiero quedarme en la celda. Hace frío, pero tengo muchísimas mantas.
![](https://img.wattpad.com/cover/318151035-288-k452413.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Mini Historias
RandomUna mini historia para cada pareja de enamorados o de amantes. Un par de párrafos para aquellos que están desesperados o que simplemente, deben aguantarse las ganas. Cinco o seis capítulos para dar rienda suelta a la pasión, el dolor y el placer.