Chloe
21 de diciembre. Hoy es el cumpleaños de Ethan.
Desde esa noche en el torreón de la cárcel, todo ha fluido mucho más entre nosotros. Ahora mismo se cumplirán dos meses desde que nos conocimos.
He decidido que como regalo le llevaré aquello que sé que más adora; mi pastel de chocolate. Además, tengo otra pequeña sorpresa para darle. Puede que no sea mucho, pero se que le alegrará, y a mi también.
Termino de preparar la bolsa donde está todo, y me hago una nota mental para comprar velas de camino a la cárcel. Un dos y un tres.
Cojo mi abrigo y mi bufanda y me dispongo a salir por la puerta. La verdad es que las temperaturas han bajado bastante.
—¿Pensabas ir a algún lado? — Escucho esa voz fría como el hielo, y mi mano se detiene a escasos centímetros de agarrar el pomo.
—Yo...yo solo voy a salir porque tengo mi voluntariado, ¿recuerdas? — Carraspeo e intento sonar lo más segura que puedo.
—Sabes que no me gusta que estés saliendo de casa si no es para comprar o algo estrictamente necesario. — Dice mientras acaricia mi pelo.
Las náuseas empiezan a invadirme. Así que intento hacer lo que hago últimamente; respiro y pienso en Ethan, en sus preciosos ojos azules y en lo bien que me siento cada vez que me abraza.
—Lo sé. — Digo respirando profundo. —Pero el deber me llama. — Fuerzo una sonrisa.
No le doy tiempo a que diga nada y simplemente salgo por la puerta.
Mientras camino hacia la tienda pienso en lo mucho que me ha hecho durante mis 18 años de vida, pienso en lo mucho que se jodió todo una vez mi madre murió. Definitivamente mi padre no volvió a ser el mismo. Sin embargo, no es una excusa para que hiciera todo lo que hizo.
Esto llegó hasta aquí.
Compro velas, y voy directa al edificio cubierto de verjas electrificadas. Paso el control como siempre y consigo entrar la tarta gracias a Olga. Ella ha estado haciendo mucho para que Ethan y yo pasemos tiempo juntos.
No quiero ilusionarme. La verdad es que siempre lo he mirado con buenos ojos, más después de conocer su historia, pero es verdad que últimamente, algo ha empezado a moverse en mi estómago cada vez que me abraza.
Supongo que serán cosas mías. Él ha estado ayudándome con lo de mi padre, hemos hablado algunas opciones para que todo esto pare de una vez. Él me hizo entender que no está bien lo que hace, que yo no lo merezco, y que no es mi culpa.
Divagando en mis pensamientos llego al torreón, y como siempre, lo encuentro mirando al infinito, al atardecer que se cierne sobre la ciudad. Así que sigilosamente dejo la bolsa sobre una mesa improvisada, que al parecer él había montado para ambos, y me acerco lo más lento que puedo a su espalda.
Debo ponerme de puntillas, pues él es más alto que yo. Pero lo hago y coloco las palmas de mis manos sobre sus ojos.
—¿Quién soy? — Susurro con dificultad en su oído mientras intento no perder el equilibrio.
Él agarra mis manos para quitarlas suavemente de su cara y llevarlas a su estómago, provocando que lo abrace por la espalda. Siempre me sorprende lo calientes que están sus manos.
Yo apoyo mi cabeza en la parte baja de su espalda y respiro su aroma.
—Mi pitufa. — Dice divertido mientras acaricia mis manos sobre sus abdominales. —¿Quién sino sería tan tonta como para intentar asustarme?

ESTÁS LEYENDO
Mini Historias
РазноеUna mini historia para cada pareja de enamorados o de amantes. Un par de párrafos para aquellos que están desesperados o que simplemente, deben aguantarse las ganas. Cinco o seis capítulos para dar rienda suelta a la pasión, el dolor y el placer.