Liyue era una enorme ciudad bañada por el sol. Su arquitectura elegante y enorme de tonos carmesí daba la impresión de que dividía la ciudad en dos; una parte superior a la que accedías por unas escaleras y la parte baja llena de restaurantes y puestos de mercaderes. Nada que ver con Monstad, una pequeña ciudad tradicional. En Liyue no había una estatua del aconte, me pregunte si tenía que ver con lo que había pasado recientemente. Ganyu me llevo a comer a un restaurante donde probé cosas nuevas y deliciosas, si la carne de mora ya me había parecido increíble aquello era otro nivel. Aunque es cierto que la gente de Liyue era amigable, sentía que no eran tan acogedoras como en Mondstad, y además, habia una especie de tensión en el ambiente, quizá por el estado en el que se encontraba Liyue por los eventos recientes.
Después de comer acompañé a Ganyu a su despacho, en un edificio alto y bonito, donde redactaría una carta para Mondstad. Justo antes de entrar nos cruzamos con un rostro conocido.
- ¡Kequing! - Ganyu parecía encantada de verla. Yo, no tanto.
- Ey… - musité
La sonrisa de Kequing se esfumó en cuanto me vió. Creo que muchas palabras se pasaron por su cabeza, pero finalmente suspiró.
- Me alegra que estés a salvo, Boris.
- ¿Boris? Oh… - Ganyu se quedó pensando - Yo me encargo de él lin… Kequing - se corrigió la del cabello celeste rápidamente. La contraria había enrojecido ligeramente. Yo enarqué una ceja, y estaba a punto de preguntarles qué estaba pasando cuando la del cabello lavanda se adelantó.
- Nos vemos esta tarde pues, ya me contarás, Ganyu.
La medio Adeptus asintió y entramos a su despacho.
Ganyu tenía mucho trabajo. Apartó una pila de papeles y con una velocidad impresionante redactó una carta que luego le dio a un chico para que la enviara.
- Bennett, yo debería trabajar un rato. Puedes irte si no quieres quedarte aquí, pero en la tarde me encontraré contigo. No te escapes, por favor.- No lo haré.
- Eso espero, confío en tí.
Salí a la calle a explorar la ciudad. Estaba emocionado, y realmente apreciaba que Ganyu no me hubiera retenido todo el día. Si yo fuera ella probablemente no habría sido tan confiado, pero era cierto que no pensaba irme. Ahora solo quedaba esperar. No podían llevarme a Mondstad así que alguien me tendría que ir a buscar.
Me paseé admirando la ciudad y los escaparates de las tiendas. Luego bajé al puerto y me senté en la madera a mirar el mar. Inmenso y sobrecogedor. El agua me recordó a Bárbara, pero su elemento era diferente a aquella inmensidad. Su elemento era dulce y delicado, como un río de aguas claras, mientras que esta agua era destructora y salada. Ahora el mar estaba en calma, pero ¿qué podría hacer en una tormenta? Pensar en aquella inmensidad me sobrecogió. Mis pies se movían en un vaivén sobre el agua, y disfruté del momento. Aunque amo estar con gente nunca me ha importado estar solo, de hecho, lo disfruto. Nadie me juzga ni me mira, ni tengo que fingir estar bien cuando no lo estoy. Cuando estoy solo puedo estar triste o callado, y no tengo que darle explicaciones a nadie. Me estaba levantando cuando algo me empujó y caí al mar. Ni siquiera puede reaccionar antes de que el agua salada se colara en mis pulmones. Estaba fría y hacia que me ardiera la garganta y la nariz. Nadé hacia arriba hasta lograr sacar la cabeza. Alguien estaba sobre la madera y me tendió una mano que me ayudó a subir.- Lo siento, lo siento - se disculpaba cuando oímos a alguien quejarse en el agua.
Yo no era el único que había caído al parecer. Ayudamos al tercer chico a salir del agua. Yo aún tosía un poco y estaba comenzando a sentir frío.
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La suerte es para los necios [TERMINADA]
FanfictionNo me sorprendió ver una espada apoyada en la pared del comedor. Mis ojos se iluminaron con un brillo fugaz bajo la tenue luz del atardecer, que se filtraba entre las cortinas blancas. Cuando rocé el mango del arma mi visión emitió un ligero destell...