Una Semana para Enamorarte (KIRIBAKU)

1

—¡Que te calles de una puta vez, maldito nerd! —dijo Bakugo dirigiéndose a Deku, que no dejaba de hablar de la graduación—. ¡A nadie le interesa lo que digas!

Es en esos momentos en los que me pregunto, ¿en serio me he enamorado de él?
Pues sí, lo he hecho.

Y aparte, es mi mejor amigo.

Aunque no creo que yo le interese en absoluto. Ni siquiera creo que sea posible. ¿Bakugo gay? Imposible.

Con lo varonil que es seguro que conseguirá a alguna chica mejor que yo.

—Hey, Kirishima, ¿te vienes con Kaminari y Sero a jugar Verdad o Reto? —dijo Mina, sacándome de mis pensamientos.

—Sí, claro. ¿Bakugo viene?

—No, dice que es una estupidez jugar a ese juego de niños. —Puso los ojos en blanco.

Me levanté y le seguí hasta su habitación.

Kaminari y Sero estaban cotilleando en su escritorio cuando entramos.

—¡Oye, vosotros dos! ¡Os dije que no tocarais nada!

—Sí, sí, lo sentimos, ¿verdad Kaminari? —Le dio un codazo a Denki, que seguía urgando entre sus cosas.

—¿Eh? Sí, claro.

—Kaminari, colega, no es nada varonil de tu parte cotillear las cosas de una chica —le dije.

Nos sentamos alrededor de una mesita en el suelo y comenzamos a jugar.

—Vale, empiezo yo —dijo Ashido—. Kirishima, ¿verdad o reto?

—Verdad.

—¿Es verdad que te gusta alguien de la clase?

Esa pregunta no me la esperaba, así que sin penar respondí:

—Sí.

—Uuuuy, Kirishima, que donjuan estas hecho —insinuó Kaminari.

—¿Y quien es? —dijo Sero.

—Oye, que ya he respondido la pregunta de Ashido.

—Pues te hago yo otra. ¿Quien es?

—Oye, eso no vale.

—Como no nos lo digas —me amenazó Ashido— tiraré todos tus batido de proteína por el desagüe.

—¡Oye, no es justo!

—Pues dínoslo.

—¿Es Mina? —pregunto Denki.

—¿Qué? ¡No, que va!

—Pues dinos de una maldita vez quien es.

No quiero decirselo. No quiero que nadie sepa que me gusta Katsuki Bakugo. Tampoco quiero que sepan que me gustan los hombres. No es porque no crea que lo aceptaran, o que les dejaré de caer bien, es que aún no estoy preparado para decírselo.

Pero tal vez sí se lo cuente a ellos.

Venga, va, ¿qué es lo peor que podría pasar?

—Me gusta... Bakugo.

Un silencio muy incómodo llenó la habitación de Ashido. Todos se quedaron mirándome con cara de incredulidad.

Sabía que no debía haberlo hecho.

Entonces, Ashido rompió el silencio.

—¿Te gusta... Bakugo? ¿Bakugo Katsuki? ¿El Bakugo que se pasa el día gritando a los demás y diciendo que es el mejor de todos? ¿Ese Bakugo?