Game AU!
Las manos de Protoss se movían levemente intentando deshacerse de los pequeños insectos voladores que merodeaban cerca de éstas mientras el usuario dendro investigaba una nueva especie de hongo cuya formación aparentemente fue a causa de las irregularidades que habían estado pasando en el bosque. Contrario a lo que tenía en mente, dicho fungi no tenía ningún efecto en él, hizo los estudios pertinentes, lo olió, lo probó, lo hizo jugo, y por último lo quemó, y no obtuvo ninguna reacción, en otras ocasiones al hacer este tipo de experimentos ya estaría viajando alto con hadas y colores brillantes por todos lados. Con un sello sobre su libro lo clasificó como seguro para el consumo, dando por terminado su trabajo. Salió de su casa dejado ventanas y la puerta abierta, pues tenía que dejar de el humo del hongo al ponerlo al fuego se saliera, no era dañino, pero no deseaba que su lugar oliera a eso por mucho tiempo.
Estiró sus brazos y cuello hacia los lados, había pasado un tiempo considerable en una posición y necesitaba darles un descanso a sus músculos. En ese momento llegó una de sus más confiables guardas forestales con documentos un poco amarillentos por el tipo de papel en el que habían sido escritos.
—Hey, Oto. Aquí está lo que me pediste.
El mencionado hizo oídos sordos al apodo.
—Déjalos sobre la mesa —señalo detrás suyo hacia su casa—. Cuidado con el humo, no hace daño, pero no es muy agradable sin las especias necesarias.
La chica asintió con la cabeza y se dispuso a entrar donde le indicó su superior. Protoss recibió al viajero y a su comida de emergencia, quien venía con prisa alarmado por algún suceso. Su escucha se había centrado en el joven cuando captó un fuerte sonido desde dentro de su casa. Exaltado por el ruido entró rápidamente solo para encontrarse con su amiga inconsciente en el suelo.
—Aether, repite lo que me dijiste —pidió al muchacho que ahora estaba parado detrás de él para ver también que sucedía.
—Ah... Encontramos a dos chicas en mal estado de salud. En el lugar que fueron a recolectar comida lo único que había era un par de hongos estelares y la nueva especie.
Protoss suspiró. Parecía ser que su investigación tendría que ser reabierta.
La muchacha abrió los ojos con lentitud. Le ardían y el resto de su cuerpo no se estaba mejor, le dolía, sentía pesadez, además de tener la cabeza caliente. Estaba en su casa, aunque no la podía reconocer por completo por alguna rara razón. Hizo un pequeño quejido que fue fácilmente percibido por su cuidador momentáneo el cual en seguida acudió a ver su estado.
—Despertaste. ¿Cómo te sientes? —tocó su frente con la parte posterior de su mano—. Sigues hirviendo. Toma esto.
El chico de amante del morado le ofreció un menjurje de color verdoso en un vaso. Su amiga hizo el intento de agarrar el embace, pero no tuvo éxito, de hecho, su mano ni siquiera estaba cerca de donde lo tenía sostenido Protoss. Sin querer hacer más esfuerzo, la joven se echó de nuevo en la cama con la mirada en un punto muerto en el techo, de la nada sus ojos comenzaron a moverse de manera errática como si diversas cosas le estuviesen llamando la atención. El pelirrojo ya había visto este comportamiento antes: estaba teniendo alucinaciones.
—Ven, esto hará que las hadas te dejen en paz —colocó uno de sus brazos por detrás de ella en la parte superior de su espalda como un soporte para levantarla un poco y darle la medicina en la boca.
Después de eso solo pasaron los minutos sin más; él terminaba de hacer ajustes a su descubrimiento sobre la nueva especie de hongo, y ella seguía en cama balbuceando cosas sin sentido y riendo.
Resultó ser que el casi recién descubierto fungi causaba estragos únicamente en féminas de la especie humana causándoles síntomas parecidos a los de un resfriado común añadiendo alucinaciones al entrar en contacto con él ya fuera por medio del olfato, tacto o gusto. Esto lo comprobó gracias a las dos chicas afectadas, además de su propia compañera, con la diferencia que los efectos en aquellas dos no fueron tan fuertes y, de hecho, se comenzaron a sentir mejor en un par de horas. Entonces Protoss supuso que fue culpa del humo concentrado en su casa que provocó que Reader enfermara. Se sentía culpable, fue un descuido suyo el nunca imaginarse que podría pasar algo así, hasta pareciera novato. ¿Pero podía culpársele? A decir verdad, era la primera vez que sucedía algo de esa índole y prácticamente primera vez go en que se equivocaba.
Selló el nuevo documento. Esta vez como no apto para consumo humano y con demás especificaciones o advertencias pertinentes. Luego de dejar el papeleo a un lado listo para ser mandado a la Ciudad de Sumeru, volteó a ver cómo se encontraba su compañera, le había llamado la atención que hacía unos minutos dejó de hacer ruido. Creyendo que se había quedado dormida se topó con una muy fija mirada en él, o más bien, en su cabello. La joven estiró torpemente las manos como intentando alcanzarlo. Protoss se quedó inmóvil analizando la situación por breves instantes, de los cuales después, un tanto dudoso, se decidió por una opción a actuar.
Se sentó en el banco que estaba cerca de la cama y agachó su cabeza un tanto expectante a la reacción de la muchacha. Ésta sin pena acarició sus suaves y esponjosos cabellos con gentileza combinada con un poco de torpeza por su estado. Protoss quiso comenzar a dejarse llevar por lo cómodo que se sentía entre sus manos, pero al percatarse de ello rápidamente recobró la compostura.
—Menos mal no recordarás nada después...
No conozco bien a Protoss, pero apuesto todas mis protogemas a que tiene un poco de parecido con Tighnari.
Naho, ya casi termino el tuyo.
Una Niluo?