𝓐𝓶𝓪𝓹𝓸𝓵𝓪𝓼 [𝓖𝓪𝓻𝓭𝓮𝓷𝓿𝓮𝓻𝓼𝓮]

Capítulo 3: Acuerdo

No pudo leer más, ni hacer más por el día, solo se quedó mirando fijamente a la pared frente a él, analizando una y otra vez lo que acababa de conocer.

Harry Potter, el idiota Cuatro Ojos que conoció en la infancia, a quien detestó fielmente durante esos años, era aquella única persona en el mundo que podía salvar su vida, no era para menos, cualquiera estaría aturdido.

─ Amo Draco, no ha cenado nada, le traje un aperitivo y sus pociones, bébalas, por favor. ─Tam volvió con una charola, en ella llevaba una sopa caliente y fruta picada.

Draco ni siquiera desvió la mirada, a pesar de que el aroma era muy fuerte.

─ Amo Draco, llamaré al sanador si no me contesta.

El rubio arrojó el periódico como reacción y al fin volteó a ver al elfo.

─ No lo llames. ─Se puso de pie y fue directamente al armario, buscó un abrigo el cual se colocó de inmediato y salió de la habitación.

─ ¡Amo Draco! ¿A dónde va? ─Gritó el elfo cuando lo vio tomar su varita. Un segundo después había desaparecido.

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El ambiente era muy frío, pero eso no importaba, ni siquiera el barrio poco lujoso por el que estaba caminando.

Llegó hasta el condominio de su interés e ingresó a paso asegurado a pesar de que le dolía severamente la cabeza y sentía que iba a vomitar.

Subió hasta el quinto piso y buscó la puerta correcta, una vez llegó inhaló profundamente y llamó.

No pasó mucho tiempo antes de que abrieran.

─ ¿Malfoy?

Draco se resistió a salir huyendo. Volvió a respirar profundamente antes de responder.

─ Hola, Granger, ha pasado un tiempo.

Hermione sonrió.

─ Al fin te acuerdas de los amigos.

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Rita Skeeter.

Harry ya la consideraba su más grande enemiga, incluso peor que Voldemort. La horrible mujer acababa de revelar al mundo mágico que era un floricultor de amapolas. Lo cual armó un alboroto en la comunidad. Afortunadamente, todavía no sabía todos sus secretos o no tenía idea de cómo hubiera acabado.

Resopló con frustración y estaba a punto de ir a la cama cuando el timbre sonó.

Al abrir la puerta, quedó anonadado, nunca imaginó que Draco Malfoy aparecería en la puerta de su casa a tan altas horas de la noche y mucho menos que tuviera esa expresión de vacío. Y todavía más sorprendente, que pareciera muerto en vida.

─ ¡Malfoy! ─exclamó contrariado─. ¿Qué haces aquí?

El rubio enfocó su mirada en él, continuó en silencio por un momento y después suspiró, deseando que su vida hubiera sido distinta, haber tomado mejores decisiones para no tener que estar a punto de hacer lo que tenía en mente.

─ Potter, he venido a hablar de algo importante.

Harry frunció el ceño con sospecha. Preguntándose si en verdad Malfoy sólo pensaba hablar o quería algo más, por si las dudas, afianzó el agarre de su varita que guardada bajo su manga.

─ Habla, entonces.

Draco carraspeó.

─ ¿No me dejarás entrar? ─preguntó arqueando una ceja.