𝗖𝗨𝗔𝗧𝗥𝗢 𝗗𝗘𝗠𝗢𝗡𝗜𝗢𝗦

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                El sol comenzaba a despedirse por el horizonte para darle lugar a la absoluta oscuridad. Las estrellas comenzaron a iluminar tenuemente el cielo, al igual que las farolas y velas de los pueblos, dentro de una casa una familia se despedía de uno de sus integrantes adoptados, el patriarca Rengoku acomodó con algo de brusquedad la ropa del pequeño demonio, quien, a pesar de aquel trato, podía ver claramente a través de ese hombre que ve como un padre.

Desde que Bael se presentó frente a la cofradía de demonios para aprender a ser un espadachín pasaron un total de 2 años. El demonio se veía demasiado maduro ahora, a sus 18 años recién cumplidos se iba a enfrentar a la prueba final que daría comienzo a su misión, su objetivo, su razón para seguir vivo.

Matar a Kibutsuji Muzan.

—Es hora. — avisa serio el hombre. — Estás listo.

— ¡Cuida tu cuello! — grita con profunda preocupación y una enorme sonrisa el hijo mayor, Kyojuro. — ¡También tu estómago! ¡Aunque estés lastimado mantén tu promesa de jamás comer a algún humano! 

—Ten cuidado con los horarios. — avisa con un tono suave el hijo menor, Senjuro. — Va a ser diferente ahí arriba, pendiente a los otros demonios, a los cazadores y a los horarios. Te deseo suerte.

—Gracias a todos, por estos 2 años juntos. — agradece con una reverencia. — Juro volver con vida, sobreviviré a esta prueba y así podré avanzar con mi misión.

— ¡Suerte en su viaje, joven Bael! — exclama fuerte Kyojuro.

El demonio asintió, se despidió finalmente con una acaricia a su cabello por parte del hijo mayor del clan Rengoku y luego le tocó a él hacer esa misma acaricia a ambos hermanos, un pequeño saludo que se inventaron en esos años juntos. Miró por última vez al patriarca que no cambiaba por nada esa mirada seria, llena de molestia y enfado... Pero al mismo tiempo ocultando un profundo dolor y negación.

—...No beba alcohol hasta que vuelva, señor Rengoku. 

— ¡¡No me des órdenes, mocoso suicida!! ¡Ya lárgate!

Sonrió ampliamente antes de salir corriendo hacia su destino. Sus pasos ni siquiera se escuchaban al correr, parecía desaparecer entre el viento por la velocidad que manejaba y el perfecto control con su respiración. Tomó solamente 3 pequeños descansos, pero su objetivo era llegar lo más rápido posible para ser el primero en subir, apenas llegó pasó en su versión más pequeña por debajo del amplio camino de glicinas y cuando llegó a la cima se encontró con un chico albino esperando, quien apenas lo vio salir del suelo como si nada se quedó paralizado por su presencia.

—Bienvenido, joven Bael. — saludan las mellizas de cabellos negro y blanco. El demonio ignoró al cazador para ir hacia las pequeñas niñas con una dulce sonrisa. — Su prueba final para ser cazador de demonios llegó.

—En el monte Fujikasane hay encerrados demonios que se han capturado con vida, pero que no pueden salir. — avisa la albina con un tono suave. — Usted deberá convertirse en la excepción. Sobrevivir siete días es la condición de la selección final, y la de usted es también la de no comer a ningún humano.

—Te deseamos suerte.

—Oi oi oi. — el chico albino de múltiples cicatrices se acercó a ellos aún en shock, pero con su mano en el mango de su espada. — ¿Qué broma es esta? ¿Por qué ese demonio tiene una espada y lo están dejando ingresar a la prueba? ¡¿Qué clase de basura es esta?!

𝐍𝐮𝐞𝐬𝐭𝐫𝐨 𝐃𝐞𝐦𝐨𝐧𝐢𝐨 || ᴋɴʏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora