Abrió sus ojos y lo primero que vio entre toda esa oscuridad fue la pared frente a su cama, detalló ésta hasta toparse con aquel dibujo infantil de una mariposa sobre una flor enmarcado en esa misma pared como única decoración que siempre lo recibía cada vez que se despertaba. Sus ojos dorados brillaban con esa iluminación al igual que sus marcas, lo notó cuando se vio los dedos y estos destacaban levemente por el suave brillo. Era una luz demasiado débil, no servía para iluminar un lugar, pero sí para notarlo y eso es un problema para él porque no puede camuflarse con su entorno.
Se sacudió un poco para deshacerse de las sábanas que lo cubrían cómo a un sushi y como un gusano se arrastró fuera de estas para finalmente bajarse de la cama. Su sexto sentido era muy desarrollado, le advertía de muchas cosas y una de esas era la llegada de la noche y del día. Era seguro salir, era seguro merodear, el único problema era que podía sentir el aroma de algunos cazadores de demonios y su cabeza dolía un poco por la presencia de las glicinas rodeando el lugar. Estaba muy débil mentalmente, pero su determinación era tal que no le importó pasar por este dolor y se mentalizó con una sola cosa:
—"Cuando sea cazador... sufriré mil veces más."
Un dolor que debía pasar y soportar sin quejarse. Su existencia es un error que debe corregir como un legado, como el último demonio puro que quiere acabar con Muzan. No le mintió a Ubuyashiki sobre ese pueblo que protegía con su familia, los extraña demasiado en estos momentos, pero desde que decidió cazar a los suyos se convirtió en un traidor y el dolor de no poder volver a su lugar de origen... no se compara con el que sentiría si no hiciera nada, si hubiese bajado la cabeza y quedado con sus hermanos y hermanas.
Recordar a su familia y sus últimas palabras fue lo que le trajo aquella gran tristeza. Hace un mes que se separó de su familia para seguir con su misión y hace 1 semana que convive con el jefe de la cofradía de los cazadores de demonios. Aún no se acostumbra a esa inquietud de ser constantemente vigilado, tampoco puede ver a los ojos de esas niñas porque le causa inquietud y estar junto a ese hombre... le da paz, una que no sabía que necesitaba. Nunca lo vio con asco o se dirigió a él con odio, todas las veces que hablaron se dirigió a su persona con mucho respeto, calidez y una hermosa sonrisa, pero no eran sentimientos falsos, Bael podía sentir que todo era genuino y eso provocaba un suave calor en su pecho, justo donde debía estar su corazón.
Unos suaves golpes en la puerta lo pusieron alerta, tenso. Su nariz se movió velozmente para olfatear a la otra persona al otro lado de la puerta y reconoció el aroma de las niñas que lo escoltaron a esa habitación. Con brusquedad limpió como pudo su rostro con las sábanas y a pasos dudosos abrió la puerta lentamente.
—Esperamos que haya disfrutado su primer día aquí. — saluda una de forma cordial.
—El señor de esta casa pide su presencia inmediatamente.
—Está bien. — no tenía que recoger nada en ese cuarto, así que simplemente salió y cerró la puerta a sus espaldas. — Las sigo...
Las niñas lo guiaron por los oscuros pasillos, sosteniendo una la lámpara que ilumina su camino en dirección a su padre. El demonio detrás de ellas solo puede ver al frente hasta que llegaron a una zona abierta con vista al exterior, ahí, quedó maravillado cómo siempre con el enorme árbol de flores rosas que soltó algunos pétalos por el movimiento del viento nocturno. La luna brillaba intensamente en lo alto de aquel manto oscuro, casi como un segundo sol que traía calma al demonio y esperanza por todas las noches poder disfrutar aquel espectáculo... que en cualquier momento se convertirá en el último. Logró atrapar uno de esos pétalos en el aire y lo admiró como la gema más preciosa que pudo ver. La dejó caer delicadamente y evitó pisarlo al pasar sobre este cuando de pronto se detuvo al igual que las pequeñas.
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𝐍𝐮𝐞𝐬𝐭𝐫𝐨 𝐃𝐞𝐦𝐨𝐧𝐢𝐨 || ᴋɴʏ
Hayran Kurgu[Obanai Iguro y Sanemi Shinazugawa x Male Demon Oc] Del odio al amor hay un solo paso, pero en su caso hay dos katanas amenazando con rebanar su cuello. Nadie puede explicar aquella conexión que hay entre ellos, pero empezó como una hoguera. Los tro...