Sabe A Cerezas

Capítulo 1 🍒

Nunca, nunca, nunca...

Repetía una y otra vez aquel muchacho de pelo blanco. Sabía sus diferencias y similitudes, sabía que pertenecía pero, no quería aceptarlo.

Aquella nieve, blanca, fría, sin embargo tenía forma tan perfecta, cosa que no tenían sus pensamientos. Pensaba en algo más allá que, una simple terapia de psicología, o, un suicidio, le temía a la muerte; tan solo de imaginar que después de morir cargaría con el mismo pesar que le provocaba tanta inseguridad descartaba a la muerte como una posible solución a sus momentos de profunda sensación de asco.

Interrumpió su meditación, secó sus lágrimas, bajó de la ventana y llamó a una de las tantas chicas que cogen con él.

- ¿Puedes venir? - preguntó directamente

Utilizaba a las chicas como excusa para atrapar algo que solo haría desarrollar su personalidad como en realidad es.

*Terminó la llamada*

Pocos minutos después eran solo gemidos y jadeos en aquella habitación. Dejó claro que sólo sería sexo. No permitiría una relación aunque su desespero fuera tal para una, sabia que sería una a base de mentiras.

Luego de terminar, despidió a la chica y tomó una ducha. Y como siempre volvió a su momento de éxtasis, de meditación, y como no, las lágrimas amenazaban otra vez con salir, sumado a las pocas ganas de retenerlas fueron suficiente para provocar un llanto capaz de llenar mares o ríos.

Secó su piel pálida, se envolvió la toalla a la cintura y salió del baño hacia su armario, con detenimiento escogía su atuendo. Su ropa especificaba a la perfección sus sentimientos, toda era de color negro. Pocas prendas alcanzaban a tener algo blanco o de algún otro color. Decía que el color negro expresaba todo su miedo, su vacío. Se aferraba al negro como manera de aniquilar sus sentimientos de color arcoiris.

Reprimir sus emociones no sería la mejor manera para encontrar una solución a lo que él llama un problema.

Acomodó su habitación, cambió las sábanas de su cama, recogió la ropa tirada en el suelo, organizó las cortinas, limpió su escritorio y se sentó para comenzar a grabar un vídeo en directo que tenía pendiente en el día.

Así era su rutina todos los fines de semana. Llorar, sexo, bañarse, organizar y grabar, los días entre semana solo se añadía ir a la escuela. Su rendimiento académico ya no era el mismo de antes, dejó de hacer tareas, sus seminarios, y habían días que se ausentaba a la escuela sin excusa alguna. ¿Qué cómo podría ser famoso con tan baja autoestima? Simplemente...

Dicen que: detrás de una sonrisa hay una tristeza profunda... y ese, era el caso de Marck.

Doce de la noche, seguia despierto a pesar de las altas horas. Al amanecer tenía que ir a la escuela, era día de examen, la odiaba pero no quería reprobar el año.

- ¿Porque? - aún seguía dudando

En su casa el ambiente era tranquilo, pocas discusiones, se podría decir que ninguna. Sus padres se amaban. Su padre era empresario de una de las empresas de grabaciones más famosas de su país, y su madre era la secretaria, por tanto su economía era bastante elevada y podía darse los lujos que quisiera.

Pero ¿porque simplemente no hablaba con sus padres de tal molesto problema?

Ahí estaba el problema. Los padres de Marck eran conservadores, en realidad no le importaban que estilo de vida tomaría o que ropa se pondría su hijo, pero si, cosa que no tolerarían, más su padre que su madre, era la homosexualidad en su hijo. A menudo recalcaban que mancharía el apellido de la familia.

Por dicha barbaridad, el pobre Marck pensaba tan mal de si, se tenía asco por haber nacido homosexual.

Después del examen, Marck, se reunió con un grupo de amigos en la escuela, incluido en él su mejor amigo, Brandom. Hablaban de lo que harán el fin de semana. Rato más tarde Marck llamó a Brandom retirándose del grupo camino a la salida de la escuela.

- ¿Quieres pasar la tarde en mi casa? - preguntó sabiendo la respuesta

- Está bien - dijo con una sonrisa reflejada en su rostro.
Juntos, caminaron hasta casa de Marck, no era demasiado lejos. Entraron, subieron las escaleras hasta llegar a su habitación. Marck lanzó la mochila a una esquina de este, Brandom por respeto colocó la suya en cima de la cama.

- ¿Como te sientes? - preguntó Brandom con un semblante preocupado

- Estoy bien - dijo seco. Dejó más que claro que le pasaba algo. Normalmente ese no era su comportamiento con su mejor amigo.

Brandom prefirió callar, no quería insistir para no provocar una discusión que llevaría como protagonista los golpes. Al contrario, caminó con pasos delicados hasta él y lo abrazó, quería mucho a su mejor amigo y movería cielo, mar y tierra por él.

Rompieron el abrazo y se distanciaron lo suficiente para mantener sus narices unidas. Estuvieron así unos segundos hasta separase definitivamente.

Después de un silencio incómodo y un poco extenso, interrumpió Brandom

- El examen estaba fácil - mencionó expresando ternura

- Si - se notaba la amargura del peliblanco

Aún no comprendía que le sucedía a Marck, era como si ya no lo quisiese, su recequés era peor que la del desierto del Sahara.

- jajajajaja - solo risas salían de la boca de Brandom

- Que da tanta risa - preguntó Marck con cierta inquietud

- No es nada, solo recordé aquel Halloween que pasamos juntos. Aún no supero tu manera de caminar por el disfraz - dijo entre risas

A Marck esto le vino bien, su semblante amargado dio un cambio radical a uno de ternura, sin dudas Brandom sabía cómo manipular perfectamente los sentimientos del peliblanco, de manera sana.

Esa era una de las fechas más importante de esta relación de mejores amigos, ahí fue donde todo dió un giro de 180 grados y... Comenzó algo que conllevará un problema casi incapaz de resolver.