Capítulo 2

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Años después...

-¿Qué le vamos a dar a Maya para su cumpleaños?- preguntó la mamá en un susurro. No quería que su hija se enterara de la sorpresa que le tenía prepara para su cumpleaños número 16- Ya casi se vuelve mayor.

-Bueno, pues es tiempo de continuar con la tradición de la familia y de este lugar. -alzó un poco la vista de su periódico del día -Tenemos que darle el brazalete que te dieron a ti cuando tenías 16.- contestó el papá sacando humo de su pipa, era adicto y no podía dejarla.

-¿Cómo ha crecido?, recuerdo que ella era nuestra pequeña pero ahora es toda un damita.- la mamá trató de que no se le partiera la voz de la emoción o por lo menos de que las lágrimas no se cayeran.

Era un día perfecto para sembrar una rosa en el jardín de la casa. A Maya le encantaban esos detalles, rosas blancas en el patio la hacían sentir bien en los momentos difíciles.

Estaba centrada en colocar de forma moderada la tierra cuando escuchó que la puerta de madera que daba de la calle al patio se movía. Se tensó al instantes, dejó a un lado sus cosas y se colocó cerca de la puerta, detrás de un matorral de orquídeas y esperó a que la puerta se abriera más para poder atacar.

Cuando cumplió 13 años la tuvieron que enviar a clases para defenderse de alguien, siempre corrieran riesgo decía el papá. Estaba preparada para cualquier cosa.

Un hombre delgado, con la cara marcada de los años, vestido de negro, con unos guantes estaba entrando cuando Maya no esperó más y atacó.

El hombre trató de hablar pero Maya no se lo permitió, en cuanto pudo el hombre se levantó del suelo y salió corriendo sin esperar algo más.

Maya estaba lista para ir con sus papás para contarles lo sucedido cuando vio un foto tirada en suelo, en la parte posterior tenía escrito: "Ella" y en la parte delantera estaba la foto de una mujer desconocida, por lo se veía era un poco grande, ojos cafés claro, la piel de la frente arrugada y requemada por el sol de tantos años, solo se le podía ver a cara y una parte del cuello, pero esta mujer no sonreía.

-¡Maya!, tenemos algo para ti- gritó la mamá desde la ventana de la cocina que daba al patio trasero.


Maya estaba realmente nerviosa, había esperado tanto esto desde hace tiempo. En la mañana se había metido al baño, al salir tomó uno de sus jeans favoritos, unos zapatos rojos y una playera cómoda para poder ir a sembrar rosas en el patio. Esta vez no se tomó la molestia de despertar a sus papás.

Al entrar a la casa vio que no había nadie en la cocina, o en el comedor, por lo que tuvo que dirigirse a la sala de estar.

-¡Feliz cumpleaños!- gritaron sus papás cuando Maya entró. Ninguno de los dos esperó a que sentara para atacarla de besos y abrazos. Su hija ya era mayor.

-Sabemos que hoy es un día muy especial para todos, hoy es tu cumpleaños, mi bebé- dijo la mamá secándose las lágrimas que se le salían. Estaba sentada a un lado de su hija. Maya notó que una pequeña arruga se le asomaba por el borde del labio inferior.

-Y por eso queremos darte esto- su papá le entregó un cofre pequeño de madera, no tenía llave por lo que lo pudo abrir rápidamente. En el cofre estaba un brazalete, era de su mamá.

-Es tiempo que lo utilices, ya eres mayor. Espero que te guste como a mí.- Maya no dijo nada, solo lo observó, era de plata con una piedra de color azul zafiro en el centro.

-Mamá, papá, muchas gracias por esto- y los abrazó.

Cuando por fin su papá le permitió salir, Maya corrió con sus amigos. Pero no tuvo que hacerlo, su amigo Jaime ya la esperaba en la entrada de su casa con otro pequeño regalo.

-Maya, felicidades, veo que tus papás ya te dieron el brazalete- saludó Jaime. En los últimos años no había crecido mucho de estatura, pero ahora vestía con más estilo según decía.

-¡Sí!, me lo dieron hoy-

-Toma, no es nada grande- le entregó una cajita con un libro de dibujo que él mismo había hecho, otra habilidad que nadie más tenía.

-Gracias, Jaime, pero esto es mucho, sabes que me encantan los dibujos que haces.

-Ya lo sé. Por cierto, Bruno también va darte algo nuevo.

En la entrada de una casa color miel estaba Bruno, pero el chico no podía bajar las escaleras, se estaba quedando ciego por estar tanto tiempo en los videojuegos.

-¿Qué le pasa a Bruno?- preguntó Maya preocupada por su amigo.

-Bueno... él... ya está muy mal de la vista pero insiste en que no necesita ninguna cirugía, sus papá ya hablaron con él pero se niega, será mejor que no lo menciones nada de esto, no le gusta que no vean como un chico ciego.

-¿Maya?, sé que son ustedes. Felicidades, Maya

-Gracias, Bruno.- se acercó a su amigo al notar que no se dirigía al lugar correcto.

-Hey, ya te dieron tu brazalete, ya eres toda una dama.

-Sí, eso creo.- contestó un poco tímida. Nunca había tenido una amiga con quien hablar de cosas de niñas por lo tanto no le daba gran importancia a cosas como estas.





MayaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora