Capítulo 9

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Era el peor sonido que alguna vez Maya haya escuchado en su corta vida. Escuchar como el metal se impactaba con otro, como los vidrios se estrellaban, el sonido de un claxon al otro lado de la calle que era apagado por el impacto, los frenos de ambos carros, y su propia respiración.

No reaccionó hasta que una sombra salía del carro de sus amigos. Jaime se balanceó sombre sí mismo, un dolor de cabeza lo noqueaba de tal forma que no se podía mantener en pie.

Maya bajó del carro de su padre. Sin pensarlo dos veces cruzó la calle hasta llegar a la puerta en donde Bruno estaba atrapado. El carro que estaba impacto a un costado no tenía tantos daños como el carro de Bruno. El policía que iba manejando la patrulla en donde Nicolás seguía detenido, se bajó a revisar los daño. En un momento la patrulla llegaría pero la chica no percibía, lo único que pasaba por su mente era la imagen que estaba en frente de ella: su mejor amigo entre dos carros, sin moverse, una mancha de sangre en la bolsa de de aire del carro.

Una mano la tomó por la espaldas e hizo que su cabeza se recarga sobre el familiar hombro de su padre. Las lágrimas mancharon su cara.

Ni Jaime ni Maya supieron cómo o cuándo es que habían llegado al hospital más cercano, ambos estaban sentado en una camilla, el doctor revisaba las cortadas que tenía Jaime en el brazo y en tanto a Maya, trataba de convencerla de tomarse una pastillas tranquilizadoras. Pero ninguno de los dos amigos tenía ganas de hablar o de voltearse a ver.

Después de que la ambulancia llegara a la zona del accidente, sacaron a Bruno de entre los carros, los paramédicos mencionaron que no era tan grave como se veía, también se llevaron al conductor del carro pero era el menos lastimado de los dos conductores. Mientras el padre de Maya hablaba con el policía para aclarar las cosas de Nicolás, la chica se había metido en la ambulancia que transportaría a Bruno al hospital.

Se sentía tan mal, era su culpa. Todo. Todo lo que pasaba últimamente era culpa de Maya, por sus estupideces varias personas habían salido lastimadas. Dejó que el sonido de la ambulancia resonara en su cabeza, ya no quería recordar la imagen de Bruno, los sonidos, el dolor que sintió al ver el caos.

-Nicolás es libre. - dijo Jaime al ver que los dejaban solos. Por un rato Maya no supo qué hacer, si sonreír por el chico, o llorar por sus amigos. - Bruno también estará bien.

-No lo creo- amenazaron las lágrimas por salir de sus ojos.

-Maya... nada fue tu culpa... solo sucedió

-Por que quisieron ayudarme pero en vez de eso... - sollozó. Su amigo le rodeó los hombros, y dejó que su amiga se calmara un poco.

En los próximos días Maya se pasaría todo el día cuidando a Bruno, lo ayudándolo a caminar, a comer, le leería, y finalmente por las noches lloraría por su amigo.

-No tienes que venir.- le dijo un día Bruno cuando Maya llegaba a las 8 de la mañana a darle de desayunar.

-Claro que sí. - insistió ella. - Soy tu amiga y nos ayudamos.

-Pero...

-Me ayudaste con Nicolás, ¿no?- el chico movió la cabeza en forma de afirmación.- Entonces es justo que yo te ayude, además, a tu padres no les molesta que los ayude con esto.

-Deja a mis padre a mi lado y ve a casa a descansar. - tomó la cuchara de la mesita que tenía a un lado, no comía nada que fuera duro, por lo que su desayuno siempre consistía en gelatina, puré de manzana, un yogurt y ese tipo de comidas.

-No, no puedo descansar. - tomó un plata que tenía fruta y se lo pasó a su amigo.

-Pues deberías, que te ves horrible, hasta yo me veo mejor.- tenía razón Bruno, él solo tenía una mancha morada en el cuello, unos cortes por la frente y ella en cambio, tenía ojeras hasta los cachetes, los labios resecos, la piel pálida y mucho cansancio. Pero a pesar de todo, Maya no pudo sonreír. - Además tu novio te observa desde lejos con disgusto.

-No es mi novio. - Iba continuar con su defensa pero notó la mirada de Bruno sobre la puerta de su habitación. Ella volteó y vio a Nicolás recargado en el marco, sí, como James Dean, aquel actor de hace miles de años, pero que nunca perdió la pose. Genial, ahora una oleada de vergüenza alberga la cara de Maya.

-Hola, ¿interrumpo?- dice Nicolás entrando a saludar a ambos amigos.

-No. Creo. - Bruno se mete otro bocado de comida.

-¿Podemos hablar?- susurra Nicolás a Maya.

La chica se levanta de la silla junto a la cama de su amigo y se dirige a la puerta.

-¡Sé libre! Nicolás no dejes que regrese hasta dentro de un mes.- le pide Bruno a Nicolás que también ya iba saliendo de la habitación.

-¡Vas a extrañarme!- grita la chica al otro lado de la habitación. -Ahora, dime.- dice dándose la vuelta para ver a Nicolás.

El chico la observa durante un segundo, pero para Maya fue una eternidad, no sabía que pasaba por la mente del chico, era tan extraño. Y su mirada tampoco revelaba algo.

Y él la besó.

Habían pasado tantas cosas desde su último beso, ninguno de los dos se habían visto desde el accidente, pero ese beso hizo sentir a ambos chicos como si se conocieran de toda la vida. como si algo de ellos hubiera reaccionado desde que se conocieron en el patio de la casa de Maya.

-Deberíamos ir a otro lugar. - Maya se alejó de él para poder respirar.

-¿Desayunamos?

-Solo si vamos con tus amigos. Me encantan sus ensaladas. - Nicolás rió y la volvió a besar. Después la dirigió a su nuevo lugar favorito. 




¡Hola! Espero que les guste este capítulo y que lo disfruten mucho porque últimamente no puedo  escribir gran cosa por la escuela, y no dejen de votar :D 

Espero que pronto pueda subir otro cap. 

Los quiero. 

MayaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora