Capítulo 5

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Las calles de la ciudad eran iluminadas por todas las luces que había a lo largo de las carreteras, en los edificios, tiendas, casa, departamentos se escuchaban los susurros de las personas que seguían despiertas a altas horas de la noche.

Maya estaba tan concentrada viendo el mudo despierto en la noche, que no notó que una sombra se acercaba lentamente hacia ella, en las últimas semanas había muchos secuestros, robos, asaltos, durante el día y la noche por eso Maya dejó de asistir a sus clases de literatura.

La sombra dio un paso más y Maya captó que alguien la seguía, empezó a caminar más rápido, y la sobra también, giró a la siguiente calle que era la principal de la ciudad, había podía permanecer un rato en lo que la sombra se alejaba pero cuando pasaba entre la gente chocó con un cuerpo.

-¡Fíjate!- dijo el cuerpo.

-Lo... lo siento- alzó la cara para poder apreciar la cara de con quién había chocado.

No era cierto.

No.

No

Y no.

-Hola, al parecer nos volvemos a encontrar.- Nicolás, la miró desde arriba. Esta vez lucia un poco cansado.

Maya miró hacia atrás y un hombre gordo la observó de lejos. Era la sombra que la perseguía.

Sin contestar a su pregunta ella salió corriendo, empujando a un lado a Nicolás.

-¿Pero qué...- él también se giró hacia atrás para ver de qué huía. Y el hombre gordo empezó a andar más rápido.

Maya corrió lo más rápido que pudo, entrándose a calle desconocidas y oscuras. Su desesperación había invadido todo su cuerpo que cuando entró a una calle no notó que no había salida. Buscó otra calle pero solo había puertas que daban a unos locales que no se veían muy bonitos. Su única salida era entrar a cualquier de las puertas o esperar a que la sombra llegara y ella lo atacara.

-Por aquí- Nicolás la había seguido en todo su camino. La tomó del hombro y la dirigió hacia una puerta de madera verde, la abrió y se sumergieron en la oscuridad.

Ninguno de los dos podía notar lo que estaba a su alrededor pero parecía que Nicolás conocía ese lugar porque sabía en donde pisar y a los pocos segundos supo en dónde podía encender la luz.

Era una bodega de alguna cocina italiana. Cajas y más cajas ocupaban el lugar, cada una con nombre diferentes, Todos en un idioma poco entendible, italiano, y otras cajas más pequeñas expulsaban el aroma a verdura un poco madura.

La puerta se abrió y un señor , era Adrian, el cocinero y ayudante de Miguel, el dueño de la cocina en dónde a veces recurría Nicolás para comer un poco y obtener dinero.

-¿Nicolás?- Adrian dejó la bandeja que llevaba en las manos y le apretó la mano a su amigo.

Empezaron a decir algo pero Maya no les ponía atención, tenía tanta hambre que solo pensaba en tomar algún pesado del pan que estaba ahí. No alejó la vista del pan hasta que notó las miradas de los hombre sobre ella.

Adrian le hizo una cara como esperando una respuesta a su pregunta.

-Perdón, ¿cómo?- dijo ella un poco nerviosa, nunca hablaba con la demás gente, siempre estaba sumergida en sus pensamientos que alguna vez llegaron a hacer el ridículo en frente de la gente.

-¿Cómo te llamas?- repitió Nicolás que había tomado un pose más relajada sobre un par de cajas apiladas.

-Maya. - trató de sonreír.

MayaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora