Capítulo 3

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El sol de la mañana era lo único que podía hacerlo despertar, Nicolás estaba acostumbrado a esos rayos del sol que no eran detenidos por las viejas cortinas sin colore en la pequeña habitación en donde vivía.

Todavía con un poco de sueño en los ojos se puso la ropa y se la lavó la cara en el viejo lavabo. Era tiempo de irse por un poco de comida.

Nicolás ha vivido solo desde los 12 años, sus padres nunca se preocuparon por él, las únicas personas que se preocupaban por su bienestar eran sus amigos de ese barrio.

-Veremos- dijo saliendo del edificio dirigiéndose a las calles del pueblo- ¿qué podre comer hoy?- alrededor del barrio se encontraban grandes restaurantes, tanto viejos como nuevos, pero su favorito era el Tonny's

En Tonny's trabajaban Miguel, un señor gordo, alto, no tan  joven pero que era muy buena personas, más con Nicolás, era como su hijo. También estaba  Adrián, un poco menos alto, delgado y con la típica ropa de cocina que siempre ocupaba para el trabajo.

-¡Miren quién está aquí!- Adrian salió por la puerta trasera del restaurante para saludar a su amigo.- Ya nos tenías olvidados, te necesitamos para algunos trabajos que requieren de tu fuerza, ya sabes que el viejo Miguel no puede con esa...- hizo un moviemto fingiendo esa grande panza.

-¿Qué estás haciendo, Adrian?- llego Miguel del fondo de la cocina- ¡Nicolás!-Le dio un fuerte abrazo.

-Hola- saludó un poco tímido Nicolás - Lamento no venir desde hace un tiempo.

-Sabemos que tienes cosas que hacer en otros lugares, no te preocupes- lo tomó del brazo y lo jaló dentro de la pequeña cocina- Vamos a comer un poco, te noto más delgado, muchacho.

Durante el desayuno Miguel le dijo a Nicolás que en el pueblo han pasado muchas cosas malas, unos delincuentes habían estado asaltando tantas casas y locales que estaban pidiendo recompensa a quien le dijera su paradero.

-Si vieras, muchacho.- estaba finalizando su conversación cuando se acordó- Por cierto, escuché esta mañana que Nadia y Fernando estaban en problemas, será mejor que los busques.

-Tengo que ir con ellos- dijo Nicolás saltando de su banco.

Cada vez que alguien de sus amigos estaba en problemas iban a su rescate. Eran familia, se tenía que apoyar.

Nicolás iba corriendo por las calles principales del pueblo para llegar a la policía pero sin esperarlo se encontró con un patrulla, en ella iban dos personas, Nadia y Fernando. Pero nadie estaba en el asiento del conductor, solo estaba un policía a los lejos pegando carteles con un retrato del supuesto ladrón del que todos hablaban.

-¡Nicolás? ¿Qué haces aquí?- dijo Nadia desde la ventana de la patrulla.

-Silencio, los voy a sacar- alcanzó a abrir la puerta sin ningún ruido,  en el asiento estaba una llaves, las de las esposas que tenía sus  amigos.

Tomó las llaves y abrió la puerta de donde sus amigos estaban para quitarles las esposas.

-Será mejor que corran sin hacer ruido, vayan al barrio, yo los espero- y terminó con las esposas de Fernando.

-¡Ya viene! - gritó Fernando. Nadia ya llevaba media cuadra de ventaja por lo que Fernando tuvo que correr con la carga de su enorme estomago.

El policía antes de llegar junto a la patrulla se dio cuenta de que sus detenidos había escapado, buscó a sus alrededores y cuando giró por última vez vio que Fernando había dado la vuelta en un edificio lejano. Empezó a correr pero algo lo detuvo.

Nicolás había tomado las esposas y las había unido. Mientras el policía había estado parado le había puesta las esposas en un tobillo y las había atado a un gancho que estaba en el pie de un poste de luz.

MayaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora