𝟒. 𝑹𝒆𝒖𝒏𝒊ó𝒏 𝒄𝒐𝒏 𝑻𝒓𝒊𝒕ó𝒏

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El susurro de la arena bajo sus botas y las leves punzadas de dolor de su pantorrilla eran sus únicos acompañantes en su solitaria caminata hacia el puerto Oakwood, bañada por la luz de una luna en su cuarto menguante. A lo lejos creía escuchar los cantos provenientes de las tabernas, voces alegres y seguro sonrisas. Pero ella estaba allí, sola, caminando por la playa, tan sola como lo había estado durante su exilio: tan sola como lo había estado toda su vida, aún así estuviera rodeada de miles de personas.

Muy en el fondo de su pecho se revolvía el arrepentimiento. Se sentía mal por haberle hablado así a Iris; la chica nunca decía ni hacía alusión a lo de sus padres, o ni siquiera de su pasado, y la veintiúnica vez que lo hacía ella le decía un montón de bobadas. "...tal vez lo dices porque así te sientes tú..." Por todos los dioses...se había comportado como una verdadera idiota.

Le pasaba siempre que se trataba de su padre.

Pero el comentario sobre Rhysand...había sido como un golpe en el estómago, pero un golpe con un guante de hierro revestido en acero. Precisamente porque Iris sabía lo que...había pasado con él, nunca se lo mencionaba, porque sabía lo mal que se ponía Ash. Pero aún así...se lo había dicho, junto con muchos comentarios sobre su padre, y...bueno, esa combinación no le hacía nada bien.

Aún así, no sabía por qué le afectaba tanto que Iris lo nombrara, si Ash lo recordaba las veinticuatro horas del día, todos los días. Recordaba sus ojos, sus bellísimos ojos color jade, su tersa y fina piel pálida, sus cabellos rubios como el trigo, sus delgados labios sonrosados, los hoyuelos que flanqueaban su perfecta sonrisa de colmillos definidos, y sus orejas punteadas decoradas con cadenas y zarcillos.

Recordaba perfectamente cuando él había llegado a su isla. Tritón la había exiliado de Atlantis, con tan solo once años, y la había confinado en una isla, con una maldición sobre ella: nunca podría irse o salir de aquel lugar, a menos a que él revirtiera el hechizo. Durante mucho tiempo, estuvo segura de que eso nunca pasaría. Su padre nunca la dejaría irse; si él lo hacía, perdería todo control sobre ella, y así correría aún más riesgo de que Ash decidiera tomar el trono.

Pero a Tritón se le había olvidado incluir en su maldición que nadie podía encontrar la isla. Y que bueno que se le había pasado por alto, porque sino Ash nunca hubiera conocido al amor de su vida: Rhysand.

Durante una terrible tormenta que sacudió olas y vientos, el barco del muchacho había terminado encallando en la isla de Ash. Por más que ella no quisiera admitirlo, se sentía terriblemente sola allí, sobre todo después de cuatro años confinada en ese lugar, así que decidió darle posada a Rhysand hasta que éste reparara su averiado barco.

Obviamente, la estadía perduró incluso cuando el barco estaba ya en perfectas condiciones.

Ash nunca creyó que podría ser tan feliz. Jamás, en toda su corta vida, había sentido esa...esa clase de regocijo dentro de su pecho, esas ganas de querer sonreír todo el día. La verdad...nunca había sentido que de verdad hubiera alguna razón para sonreír. Pero ahora...Rhysand le había demostrado lo contrario. Él la hacía querer sonreír cada segundo de su vida.

Y él también le había enseñado algo muy importante: que el amor existía, algo en lo que Ash no creía antes de conocerlo. Ella siempre había creído que esa palabra era tan solo una dulce mentira con la que la gente engañaba a otras personas, para así manipularlas y hacerles creer que de verdad les importabas, y luego hacerte ver que no era así; al menos, por cómo la trataba su familia, eso le habían hecho creer. Pero Rhysand...él le había demostrado que el amor era real, y que no era un cruel engaño.

Pero...aún así, por más que antes ni siquiera creyera que ese sentimiento existiera...nunca habría pensado que...se podía amar tanto a alguien, no tanto como el grado al que lo amaba a él. Rhysand...él la hacía sentir tan feliz, tan eufórica, tan querida, tan amada, tan...viva.

𝑳𝒂 𝑹𝒆𝒊𝒏𝒂 𝒅𝒆 𝑨𝒕𝒍𝒂𝒏𝒕𝒊𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora